INTRODUCCIÓN.
Las micorrizas son asociaciones simbióticas mutualistas entre las raíces
de las plantas terrestres y ciertos hongos del suelo. Su existencia se conoce desde
1885, pero fueron consideradas curiosidades excepcionales. Hoy se cree que más del
97% de especies vegetales terrestres están micorrizadas.
Se tiene constancia de que las primeras plantas superiores que abandonaron el ambiente
acuático hace casi 400 millones de años, los
riniófitos , poseían ya hongos asociados a sus
raíces. Posiblemente, la colonización de la tierra firme, un ambiente mucho más hostil que
el agua, hubiera sido imposible sin la asociación de las plantas con diversos microorganismos.
De hecho, se ha acuñado el término micotrofia para denominar la alimentación mediante
un hongo. Es posible que, en comunidades naturales, las plantas sean micótrofas obligadas.
No todas las plantas aceptan la micorrización de igual modo, pudiendo encontrarse toda una
gama de tolerancia al respecto. Algunas familias, entre las que destacan comelináceas,
crucíferas, fumaráceas, poligonáceas, urticáceas, quenopodiáceas y ciperáceas, pueden
crecer perfectamente en solitario. En otros casos, como las leguminosas o los cítricos,
la asociación con hongos u otros microorganismos es esencial para el éxito del vegetal.
CLASIFICACIÓN.
Las micorrizas presentan notables diferencias, y pueden ser clasificadas en varios tipos (fig. 1):
Fig. 1: Principales tipos
de micorrizas. 1. ectomicorrizas; 2. micorrizas vesículo-arbusculares (MVA);
3. micorrizas orquidoides; 4. micorrizas ericoides; 5. micorrizas arbutoides.
- Ectomicorrizas (o micorrizas ectotróficas; fig. 1-1):
- Son denominadas también formadoras de manto. Un manto fúngico cubre
las raíces, y a partir de él surge una red de hifas intercelulares (red de
Hartig) que no penetran en las células del hospedante.
- Estas micorrizas se dan en árboles y arbustos pertenecientes a las familias
betuláceas, fagáceas, pináceas, salicáceas y tiliáceas, así como en algunas especies
de ericáceas, juglandáceas, leguminosas, mirtáceas y rosáceas.
- Los hongos responsables son
trufas (ascomicetos) y
agaricoideos
(basidiomicetos), tal vez varios miles de especies, así como
Endogone (zigomicetos).
- Endomicorrizas (o micorrizas endotróficas):
- No forman un manto fúngico ni red de Hartig en la raíz; el micelio puede ser
intercelular o intracelular.
- Se distinguen:
- Micorrizas vesículo-arbusculares o MVA (fig. 1-2):
- Forman unas estructuras especializadas, los arbúsculos, dentro de
las células del córtex radical, que no llegan a romper la membrana plasmática
(la cual se invagina en torno a ellos). Por medio de los arbúsculos se realiza
la transferencia de nutrientes entre los dos simbiontes. También son frecuentes
las vesículas, de localización variable y que funcionan como órganos de
reserva. En el micelio exterior pueden formarse azigósporas o esporocarpos.
- Las MVA se dan en más del 80% de las especies de vegetales superiores
(briófitos, pteridófitos, gimnospermas y angiospermas).
- Los hongos responsables se incluyen en
Glomeromycota .
Destacan los géneros Glomus, Sclerocystis, Acaulospora, Entrophospora, Gigaspora,
Scutellospora...
- Micorrizas orquidoides (fig. 1-3):
- El hongo suele formar ovillos en las células de la raíz.
- Se dan entre orquídeas y basidiomicetos. Estas plantas carecen de clorofila
en alguna fase de su vida, por lo que necesitan obligatoriamente al hongo para
sobrevivir.
- Micorrizas ericoides (fig. 1-4):
- En este caso, el hongo forma en las células de la raíz estructuras sin
organización aparente, como masas compactas.
- Se dan entre diversos géneros de ericáceas (Erica, Vaccinium, Rhododendron,
Calluna) y ascomicetos (también con basidiomicetos como
Clavaria ).
- Ectendomicorrizas (o micorrizas ectendotróficas; fig. 1-5):
- Se denominan también arbutoides. Presentan manto, red de Hartig y
penetración intracelular similar a las ericoides.
- Se da entre diversas ericáceas (Arbutus, Arctostaphylos, Pyrola)
y cistáceas.
- Los hongos responsables son basidiomicetos.
Mención aparte merecen las micorrizas monotropoides, que se dan
entre hongos basidiomicetos y plantas sin clorofila de la subfamilia monotropoideas
(fam. Ericáceas), así como en algunas orquídeas. En este caso, la simbiosis entre
hongo y planta no supone beneficio para ambos organismos; en cambio, es la planta
la que parasita al hongo.
CARACTERÍSTICAS DE LA RELACIÓN SIMBIÓTICA.
En toda simbiosis mutualista existe un beneficio para sus componentes,
lo que permite su supervivencia por selección natural.
Por un lado la planta obtiene varios beneficios. Un incremento en la
disponibilidad de nutrientes poco movilizables, sobre todo P (también
Cu, Zn, K, Fe, Ca y otros), y una mejor captación y asimilación de N.
Puede que se deban a una mayor facilidad del hongo para apoderarse de
esos elementos. Pero la razón principal es que el micelio del hongo,
normalmente muy ramificado, permite aumentar el volumen de suelo explotable
(cada centímetro de raíz puede sostener varios metros de hifas). El hongo
puede proteger a la planta frente al ataque de microorganismos patógenos.
El hongo puede actuar como puente de unión y transmisión de sustancias
químicas entre plantas diferentes.
A cambio, el hongo obtiene un nicho ecológico, recibe hidratos de
carbono procedentes de la fotosíntesis (puede consumir hasta más del
20% del fotosintato; no obstante, el vegetal compensa esta sustracción
gracias al aporte de nutrientes minerales por el hongo).
La simbiosis hongo-planta no implica la exclusión de otros organismos.
Las leguminosas, por ejemplo, forman simultáneamente nódulos con Rhizobium
y MVA. Se trata, pues, de un sistema triple: el hongo proporciona P, las bacterias
fijan N2 y la planta fotosintetiza para todos. En otros casos, varias
especies fúngicas pueden micorrizar simultáneamente a la misma planta.
Las micorrizas son influidas por los factores ambientales, bióticos o no.
Normalmente, la simbiosis se ve favorecida en ambientes pobres en nutrientes o
sometidos a estrés, donde las plantas no serían competitivas si careciesen del
hongo. Es conocido que en los cultivos fuertemente abonados, tanto en invernaderos,
viveros o al aire libre, la simbiosis se ve notablemente inhibida (de hecho, la
planta hace simbiosis con el agricultor, en vez de con el hongo). Por otro lado,
todo aquello que afecte a la fotosíntesis influirá sobre la micorrización. Por
ejemplo, un sombreado intenso o un acortamiento del fotoperiodo inhiben el proceso.
La cantidad y calidad de la microbiota del suelo puede influir la simbiosis de modos
muy diversos, a menudo imprevisibles si no existen estudios adecuados.
INTERÉS E IMPORTANCIA DE LAS MICORRIZAS.
El interés de las micorrizas en Biotecnología es evidente. Aunque los hongos
micorrizógenos están presentes en casi todas partes, ciertas actividades humanas,
prácticas agrícolas o la erosión pueden dar lugar a suelos o sustratos desprovistos
de hongos adecuados, o éstos pueden hallarse en muy escasa cantidad. En este caso,
el crecimiento de las plantas puede resentirse; muchos casos de fracaso agrícola o
forestal pueden deberse a la carencia de micorrizas, o a que las condiciones ambientales
no favorecen su formación.
Desde el punto de vista agrícola, los problemas no se dan tanto en los países
desarrollados. La fertilización química es muy eficaz, y las plantas cultivadas
pueden crecer sin micorrizas; no obstante, la presencia de hongos siempre ayuda
a la asimilación de N y P en formas poco asequibles al vegetal.
Se dan más en países tropicales. Los terrenos cultivables han sido arrebatados
a la selva, y suelen tener un pH bajo. Al introducir encalados y otras correcciones,
se elimina a la micoflora natural y las plantas pueden encontrarse con dificultades
para asimilar nutrientes. Por tanto, el empleo rentable de micorrizas se convierte
a veces en un tema de investigación prioritario.
En nuestras latitudes, la minería, con sus acumulaciones de estériles, así como
la deforestación y la erosión que conlleva, unida a la difícil orografía del S.E.
español, han provocado la aparición de amplias zonas en donde las posibilidades de
micorrización natural son reducidas, dada la escasez de hongos del suelo.
Los intentos de repoblación con plantas autóctonas (más difícil aún si no lo son)
pueden encontrar dificultades. Estas plantas suelen obtenerse en viveros, en los que
las condiciones imperantes (buena fertilización química y empleo de fungicidas y otros
biocidas) no favorecen precisamente la micorrización. Estas plantas, al ser trasplantadas
a su hábitat definitivo, pueden hallarse virtualmente indefensas frente a las agresiones
ambientales (sequía, enfermedades, etc.).
La reforestación con plantas micorrizadas, por tanto, se muestra cada vez más útil si
se desea tener éxito. Los hongos más estudiados actualmente para este fin son los
formadores de manto (sobre todo, con coníferas y Quercus) y los MVA (leguminosas,
gramíneas, etc.).
Por otro lado, el interés de la micorrización no reside sólo en la planta. Ciertos
hongos comestibles alcanzan un gran valor económico, como las
trufas .
La siembra de encinas micorrizadas con trufas interesa a muchos propietarios de
parcelas en nuestros montes. Otros aficionados a la recogida de setas se plantean
la posibilidad de micorrizar los árboles con
níscalos ,
rebozuelos ,
boletos ...
Los grupos investigadores pioneros en el S.E. ibérico son el de la
Estación Experimental del Zaidín ,
con J.M. Barea, dedicado sobre todo a MVA, y el de la
Universidad de Murcia ,
más centrado en las ectomicorrizas.
TÉCNICAS DE MICORRIZACIÓN.
Se ha de tener cuidado a la hora de elegir las especies de hongos a aplicar.
Se sabe que una planta, sobre todo si es un árbol, puede cambiar de hongo simbionte
a lo largo de su vida. Por tanto, micorrizar
plantas jóvenes
con hongos aparentemente exitosos en bosques maduros puede ser un error.
La investigación al respecto ha de ser rigurosa, si se desea evitar fracasos.
Para establecer una simbiosis bajo condiciones controladas, es necesario
obtener cultivos puros de plantas y hongos. Desgraciadamente, muchos de éstos
no crecen o lo hacen mal en medios artificiales (agar con nutrientes).
La obtención de plantas libres de micorrizas es fácil, si se esterilizan
en superficie las semillas y se hacen germinar en un sustrato estéril.
En cuanto a los hongos, las estrategias son diferentes según el tipo:
- Los ectomicorrizógenos suelen formar cuerpos reproductores
(setas, trufas). Se suele tomar un fragmento del interior del
cuerpo fructífero, en condiciones asépticas, y se traspasa a una placa
de Petri con agar. Si el cultivo tiene éxito, el hongo puede repicarse
a otras placas o tubos, con lo que se obtiene una abundante fuente de inóculo.
- En los hongos MVA, se separan las esporas de las muestras de
suelo mediante cuidadosos tamizados, y se pueden hacer germinar en agar
agua. Posteriormente, se pondrán en contacto planta y hongo en un medio
adecuado, con objeto de favorecer la simbiosis.
Por supuesto, para su empleo a gran escala se han de buscar métodos rentables
de inoculación, fuera del laboratorio. Esto es difícil, ya que resulta complicado
conjugar la cantidad con la calidad y ausencia de patógenos indeseables.
Para las ectomicorrizas se ha empleado suelo o humus procedente de bosques
o plantaciones establecidas, y supuestamente con el hongo adecuado. El inconveniente
es la falta de control sobre las especies fúngicas introducidas (dejando aparte
semillas de malas hierbas, etc.). Otra posibilidad es la inoculación con esporas. Es
fácil y barato obtener una suspensión esporal (basta con cuerpos reproductores del
hongo, agua y una batidora), que se puede aplicar mediante espolvoreo o con el agua
de riego, o incluso recubriendo con ella las semillas. Este método posee la ventaja
de que es innecesario disponer de micelio vegetativo, pero es más lento, y depende
mucho de que la recolección de esporocarpos en el campo sea favorable.Un método cada
vez más utilizado es la producción de micelio en un sustrato de vermiculita mezclada
con turba y humedecida con una solución nutritiva. El hongo aislado en agar se coloca
en semejante sustrato, se le permite crecer, y luego será mezclado con el sustrato
empleado en el vivero o invernadero. También se estudia la producción masiva de
micelio en biorreactores.
Las MVA se obtienen de forma parecida. Se puede inocular con rizosfera de
plantas previamente micorrizadas (existe el problema de la contaminación con organismos
extraños). Otra posibilidad es producir plantas micorrizadas "limpias", en medios sin
suelo, cuyas raíces puedan ser empleadas para inocular a otras plantas. Un método muy
empleado es inocular plantas cultivadas en un sustrato inorgánico, la arcilla expandida.
Los hongos MVA invaden la raíz y esporulan profusamente, quedando sus esporas adheridas
a los gránulos de la arcilla, que puede utilizarse para inocular otras plantas.
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