Los micólogos, al igual que cualquier otro especialista
en un tema concreto, usamos una terminología que puede asustar
al profano. Sin embargo, es necesaria para entenderse. Y tampoco
es tan complicada, caramba. Te pedimos, amable internauta, un esfuerzo
para aprenderla.
A finales del siglo XIX, el insigne micólogo italiano P.
A. Saccardo propuso una serie de nombres para las esporas, de acuerdo
con su aspecto. A causa de su popularidad, muchos libros y claves
emplean esos términos. A las esporas se añaden los
siguientes prefijos:
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Amero- |
(Fig. 1A): unicelulares. |
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Didimo- |
(Fig. 1B): bicelulares. |
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Fragmo- |
(Fig. 1C): con varios septos o tabiques transversales. |
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Dictio- |
(Fig. 1D): con septos transversales y longitudinales;
también se llaman esporas muriformes cuando el aspecto de sus células
recuerda al de un muro de ladrillos. |
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Escoleco- |
(Fig. 1E): filamentosas. |
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Estauro- |
(Fig. 1F): Ramificadas o con apéndices. |
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Helico- |
(Fig. 1G): espirales o helicoidales. |
Figura 1: dibujos esquemáticos de los
tipos de esporas según Saccardo.
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En el caso de que una espora esté pigmentada (normalmente,
de color pardo más o menos oscuro) se le antepone el
prefijo feo- (Fig. 1A, C, D). Las esporas no pigmentadas
(más o menos transparentes, para entendernos) son hialinas
(prefijo hialo-).
Los septos pueden presentar un aspecto normal (un tabique de
estructura similar a la de las paredes laterales), y en tal
caso se denominan euseptos (todos los de la Fig. 1
y de la galería 9).
En cambio, en ciertos géneros (Fig. 2) las células
parecen estar rodeadas de una pared con aspecto de saco, diferente
de la pared externa (distoseptos).
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Figura 2: microfotografía de
esporas de Drechslera sp. |
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