Este filo incluye sólo la clase Oomycetes, los llamados mohos acuáticos,
ya que en su mayoría proliferan en agua dulce. Muchos prefieren las corrientes bien aireadas,
aunque hay especies anaerobias facultativas. Desempeñan un papel importantísimo en la degradación
y reciclaje de la materia orgánica en entornos acuáticos. No obstante, hay especies parásitas de
algas, animales (rotíferos, nematodos, larvas de mosquito, cangrejos de río, peces) e incluso de
seres humanos.
La reproducción sexual ocurre por contacto gametangial (véase el apartado de
biología); en concreto recibe el nombre de
oogamia, ya que el gametangio femenino (oogonio), de gran tamaño, tras ser fecundado
por el anteridio dará lugar a una o varias
oósporas . Aunque existen especies microscópicas,
las más complejas presentan un hermoso micelio cenocítico (sin tabiques), que a veces puede llegar
a formar haustorios. Entre ellas, como se verá, se incluyen algunos de los hongos más temibles para
el agricultor. Las paredes celulares están formadas por glucanos, con porcentajes variables de
celulosa. A diferencia de los hongos verdaderos, son diploides.
La reprodución asexual, se realiza mediante zoósporas que se forman en esporangios.
Las zoósporas son biflageladas, y algunas especies pueden formarlas de dos tipos: primarias, con
los flagelos en el ápice (consideradas más primitivas) y secundarias, de aspecto reniforme y con
los flagelos insertos lateralmente. Las zoósporas pueden enquistarse. Algunas raras especies,
como Haptoglossa mirabilis, presentan células cañón con un mecanismo de disparo que les
permite atravesar la cutícula de los rotíferos que parasitan. En algunos casos, los esporangios
no forman esporas, sino que germinan directamente, comportándose como conidios. Es una peculiar
adaptación a la vida terrestre.
En los oomicetos fitoparásitos se puede apreciar una tendencia a independizarse del medio
acuático. Así, desde hongos de suelo poco especializados y que provocan podredumbres de postcosecha
o en semillero (ej.: Pythium),
se pasa a otros con una mayor especialización por el hospedante
y que atacan a nivel de raíz y cuello (casi todas las especies de
Phytophthora). Algunos han
pasado a convertirse en patógenos foliares (el mildíu de la patata, por ejemplo), aunque su fase biótrofa
es corta. Los verdaderos mildíus son parásitos
obligados de hojas y tallos, muy especializados, y un grupo,
las royas blancas, ha llegado a un grado de parasitismo
muy similar al de las verdaderas royas.
El Dictionary reconoce 8 órdenes de oomicetos:
- Orden Albuginales.
- Orden Leptomitales.
- Orden Myzocytiopsidales.
- Orden Olpidiopsidales.
- Orden Peronosporales.
- Orden Pythiales.
- Orden Rhipidiales.
- Orden Saprolegniales.
- Y algunos géneros y familias de
afiliación incierta, como la fam. Lagenaceae,
entre otros.
- En los últimos años se han ido proponiendo
algunos órdenes más: Anisolpidiales, Lagenismatales, Salilagenidiales,
Rozellopsidales, Ectrogellales, Haptoglossales, Eurychasmales, Haliphthorales,
Atkinsiellales, Lagenidiales... Por otro lado, hay quien incluye a
Pythiales dentro de Peronosporales. En fin, ya se sabe que la
Taxonomía no es algo inmutable, grabado en piedra.
Para no perdernos demasiado en este lío de órdenes, reproducimos un cladograma
de la
Wikipedia donde vemos sus relaciones filogenéticas (fig. 1):
Figura 1: Filogenia de Oomycota.
Dejando aparte los grupos más primitivos, destacan dos clados en
Oomycota. Por un lado, el de Saprolegniales y sus parientes
próximos; por otro, el que lleva a Peronosporales (que incluye a
Pythiales) y Albuginales (o sea, mildius, pitiáceos y royas
blancas). Remitimos a los correspondientes enlaces en el listado de
órdenes para hallar más información sobre ellos.
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