Los seres humanos somos diploides, es decir, poseemos dos juegos de cromosomas en nuestras células. Cuando se forman las células sexuales (gametos), éstas sólo portan un juego de cromosomas; son, por tanto, haploides. Este proceso mediante el cual se reduce el número de cromosomas a la mitad recibe el nombre de meiosis (a diferencia de la mitosis, que es la división celular normal, sin reducción cromosómica).
En un momento dado, el gameto masculino (espermatozoide) y el femenino (óvulo) se entran en contacto (plasmogamia). Poco después, los núcleos del espermatozoide y del óvulo se fusionan (cariogamia) y como resultado se obtiene una célula diploide, con dos juegos de cromosomas, llamada zigoto. A partir del zigoto se formará un nuevo organismo.
Hay hongos, como los mildíus (bueno, en realidad no son hongos verdaderos,
pero ésa es otra historia) diploides, que siguen un esquema similar
al nuestro en cuanto a su reproducción sexual. En cambio, los hongos
verdaderos (reino Fungi) funcionan de otro modo. Ante todo,
son seres haploides. Por tanto, el zigoto diploide suele durar poco
tiempo. En vez de crecer para convertirse en un hongo hecho y derecho,
sufre una meiosis, fabrica esporas haploides y de éstas surgirán
los nuevos hongos. No es raro que el zigoto esté encerrado en una
espora de resistencia (Fig. 1).
Además, se da otra diferencia notable. En animales y plantas la cariogamia suele suceder rápidamente tras la plasmogamia, pero en la mayoría de los hongos no ocurre así. Después de la fusión celular, los núcleos de distinto origen pueden coexistir en el citoplasma, sin fusionarse. Así, un micelio puede contener dos tipos de núcleos (dicariótico) o un número indeterminado de ellos, fenómeno conocido como heterocariosis. En un basidiomiceto típico, por ejemplo, la cariogamia sólo ocurre en los basidios, unas células que tapizan los poros o las laminillas de las setas; el resto del micelio, que en algunos casos es enorme, es dicariótico: cada célula contiene dos núcleos. La heterocariosis hace que unas criaturas haploides, como la mayoría de los hongos superiores, puedan tener varios alelos del mismo gen. Por ello, el estudio de la genética fúngica es difícil. Además, los núcleos son pequeños, difíciles de observar, con diminutos cromosomas, y pueden emigrar de una célula a otra a través de los poros de los septos.
Los hongos pueden ser monoicos (el mismo individuo produce estructuras masculinas y femeninas), dioicos (los sexos están separados en distintos individuos) o sexualmente indiferenciados. Respecto a la compatibilidad, los hongos pueden ser homotálicos (un individuo puede autofecundarse) o heterotálicos (se necesitan dos individuos distintos para que el sexo funcione, sean homotálicos o no). La atracción sexual entre hongos se realiza mediante estímulos químicos (feromonas).
A la hora de formarse heterocariontes, los micelios pueden ser compatibles, o presentar incompatibilidad vegetativa. A veces es difícil distinguir sexos en los hongos, y se habla de tipos de cruzamiento. Dichos tipos pueden estar regulados por múltiples alelos. Respecto al heterotalismo, éste puede ser unifactorial o bipolar, cuando es controlado por un par de loci. Si es controlado por dos pares de genes, se habla de bifactorial o tetrapolar. Y puede haber más de dos pares...
En muchos casos, la recombinación genética se logra de forma parasexual, como se verá al hablar de los ascomicetos.
Las células encargadas de fabricar los gametos o, en su defecto, los núcleos
gaméticos, se denominan gametangios o gametocistes.
Cuando son idénticos en los dos sexos se denominan isogametangios
(Fig. 2C); en caso contrario, heterogametangios. En casos
extremos (Fig. 2B), el gametangio masculino es muy pequeño (anteridio),
y el femenino es considerablemente mayor (oogonio). La plasmogamia
se logra de las siguientes maneras:
Figura 2: reproducción sexual
- Copulación de planogametos (Fig. 2A): dos células móviles
contactan y fusionan sus citoplasmas.
- Contacto gametangial o gametangia (Figs. 2B y Figura
3): anteridio y oogonio contactan, y el primero cede al segundo
los núcleos gaméticos mediante un tubo de fecundación.
Figura 3: contacto gamentangial en Pythium.
Los anteridios aparecen señalados con flechas
- Copulación gametangial (Figura
1 y Figura 2C): los gametangios se fusionan para dar lugar
al zigoto, encerrado luego en una espora de resistencia.
- Espermatización (Fig. 2D): un espermacio (equivalente
a un espermatozoide, pero sin flagelos) llega al oogonio y lo
fecunda.
- Somatogamia (Fig. 2E): hay una fusión de hifas somáticas;
curiosamente, este método tan simple es el empleado por los hongos
más complejos. También hay que tener en cuenta que no todas las
fusiones de hifas tienen un propósito sexual. De hecho, hay hongos
que presentan mecanismos de incompatibilidad vegetativa
para evitar la formación no deseada de heterocariontes.
Las esporas, tanto sexuales como no, pueden disponerse directamente
sobre las hifas (Figura 4), o
bien en cuerpos fructíferos o esporocarpos, a veces muy complejos
e incluso comestibles, como las setas y trufas ver la (Figura
5 y también la Figura
6).
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