“La Prevención, es hacer lo mismo con distinta morfología”
Tras más de 20 años de su descubrimiento como entidad clínica, el VIH/SIDA sigue siendo un grave problema de salud pública, el número de personas que se infectan con el virus del SIDA es cada vez mayor y a pesar del gran esfuerzo por parte de las autoridades sanitarias por erradicar la epidemia en el mundo, el virus se sigue propagando, por tanto, el desarrollo de investigación psicológica aplicada en el área de la salud, representa una gran contribución considerando que la investigación epidemiológica ha demostrado que un alto porcentaje de las enfermedades están estrechamente ligadas a factores conductuales.
En los años 70´s la Organización Mundial de la Salud (OMS) impulso la creación de un sistema que tuviese como principal objetivo, proteger y promover la salud como alternativa al tratamiento o rehabilitación, con acciones dirigidas a la modificación de los hábitos y estilos de vida inadecuados, así como al medio físico y normativo. Teniendo como antecedente este nuevo sistema, se han generado un gran número de investigaciones sobre la prevención de comportamientos de riesgo relacionados con la salud, las cuales centran sus acciones en analizar de forma sistemática las relaciones existentes entre el comportamiento y la salud, poniendo especial énfasis en la prevención de conductas relacionadas con la enfermedad (Santacreu, Márquez y Rubio, 1997; Simón, 1993).
Hasta ahora, la única manera de lograr prevenir la trasmisión del virus del SIDA ha sido la educación preventiva, la cual se presenta como la principal prioridad para instituciones tales como la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura (UNESCO) quien trabaja en cooperación con el Programa Conjunto de las Naciones Unidas dedicado al VIH/SIDA (ONUSIDA) para mitigar los efectos que tiene la epidemia. La UNESCO se propone conseguir que las personas sepan por qué y cómo corren riesgo de infección por el VIH y cómo reducir ese riesgo (ONUSIDA, 2004).
Las acciones a seguir en la prevención del SIDA, no sólo deben centrarse en identificar qué factores son los que correlacionan con determinados comportamientos de riesgo. Epidemiológicamente se conocen cuáles son la prácticas sexuales estrechamente relacionadas con la trasmisión del SIDA; fisiológicamente se sabe qué tipo de prácticas favorecen el contagio, pero desde el punto de vista psicológico, es importante centrar los esfuerzos en la función del comportamiento y no sólo en su morfología, lo cual significa quitar los ojos del tipo de prácticas o de los factores de riesgo y centrarnos en aquellas conductas que cumplen una función específica en el momento de las relaciones sexo-genitales y la forma en que operan dichos comportamientos, ya que el resultado de los mismo determinara el estado de salud o enfermedad (Moreno et al., 2007; Robles et al., en prensa).
El mito de que es determinado tipo de gente, quienes se encuentran en mayor riesgo de contagio del virus del SIDA, es una idea que hoy en día debe cambiar ya que toda persona que tenga una vida sexual activa, es susceptible al contagio. (De León, Pelcastre y Rojas, 1999; Díaz y Alfaro, 1999; Díaz y Rivera, 1999; Díaz , et al., 1999; Flores y Díaz, 1999; García, 2004; Peterson et al., 1992; Ramos Díaz, Saldivar y Martínez, 1992; Reyes, 1990). Lo anterior, reiterar la importancia de dirigir las acciones de prevención a factores de índole conductual más que a características personales o demográficas.
En la investigación psicológica, además de la determinación de las variables relacionadas con los comportamientos de riesgo, se requiere descubrir la naturaleza funcional del comportamiento riesgo, o lo que es igual, se requiere encontrar los procesos psicológicos que subyacen a los comportamientos de riesgo o prevención, así como analizar el rol funcional de los distintos elementos que constituyen tales interacciones (Piña, Duarte y Guzmán, 1992). Asimismo, los esfuerzos por prevenir el avance de una enfermedad tienen que estar dirigidos a favorecer la capacidad que tienen las personas para regular los efectos del medio sobre su organismo, por medio de acciones que producen resultados o logros específicos en situaciones en la que se requiere de alguna destreza o habilidad específica; esto es, Desarrollo de competencias (Ribes, 1990).
De esta forma, las acciones a tomar para la prevención del contagio del VIH, deben estar dirigidas a un saber hacer; es decir, al desarrollo de habilidades y competencias que les permitan a las personas, reconocer las situaciones de riesgo, saber qué hacer y cómo hacerlo. Las personas deben de aprender a identificar en qué circunstancias pedir o llevar a cabo conductas preventivas, así como saber, cómo solicitarlo, saber hacer lo mismo pero de otra manera, e incluso, haberlo hecho antes o haberlo practicado. Además, se requiere que identifiquen si ellos saben por qué se tienen que llevar a cabo conductas preventivas y reconocer si se tiende o no a hacerlo (Ribes, 1990).
De los principales problemas que se han encontrado en los programas de prevención conductual, ha sido que las personas no lograr transferir sus conocimientos y prácticas preventivas fuera del lugar en donde fueron entrenadas, motivo por el cual para poder hacer frente a dicho problema y para cumplir nuestro objetivo, retomamos el concepto de competencias que desde una perspectiva de análisis funcional del comportamiento nos permite analizar el comportamiento humano en situaciones de riesgo y de prevención frente a la trasmisión del VIH.
Actualmente, el estudio de las competencias se vislumbra como una nueva forma de abordar, no sólo los problemas relacionados con la salud, sino con todas las áreas en las que se desenvuelven los seres humanos, ya que son estas, una colección de ocurrencias que se relacionan con un conjunto de habilidades que en potencia designan capacidad; capacidad que funge como disposición para la emisión de conductas y que responde a criterios de efectividad previamente establecidos. Más importante aún, es que una característica esencial de las competencias es que trascienden el aquí y ahora, posibilitando que las personas respondan al margen de las características situacionales.
Desde una perspectiva interconductual, se considera que los sujetos tienen un papel activo en el mantenimiento o perdida de la salud y se apuesta que el objetivo de un programa de prevención debe ser afectar de manera efectiva el comportamiento de las personas, desarrollándoles las habilidades necesarias que le permitan hacerse competentes ante todas aquellas situaciones en donde exista la probabilidad de contagiarse del VIH. En el caso de VIH/SIDA consideramos que la capacidad de relacionarse del individuo, su nivel de información, su experiencia sexual, etc., constituyen competencias que pueden probabilizar que el individuo emita comportamientos de prevención o de riesgo.
Esta propuesta, sugiere la conveniencia de evaluar las demandas o requerimientos específicos y analizar desde una perspectiva funcional la forma en que el individuo responde en las distintas situaciones en donde el contagio del virus del SIDA es inminente. Toda vez que se sepa el rol funcional de los factores involucrados en las interacciones de riesgo frente al contagio del VIH, entonces se podrán diseñar programas de prevención orientados al desarrollo de competencias, por medio del establecimiento de nuevas habilidades y destrezas que permitan a la personas hacer frente de manera efectiva a las situaciones de riesgo. Dichos programas deberán permitir no sólo demostrar las habilidades orientadas al comportamiento preventivo en el contexto controlado, sino que además, como el propio concepto de competencias lo refiere, que sean capaces de responder en situaciones ajenas a las entrenadas, transfiriendo y modificando su comportamiento, ajustándolo a los criterios establecidos por la situación, con miras al mantenimiento de la salud.
Si la finalidad es la modificación del comportamiento de riesgo, se hace necesario identificar aquellos elementos relacionados con la trasmisión del VIH, para lograrlo y ajustándonos a los criterios de coherencia, pertinencia y corrección de la ciencia (Ribes y López, 1985), el presente estudio se fundamenta en el modelo psicológico de la salud biológica (Ribes, 1990), el cual se presenta como un modelo alternativo en la forma de abordar la dimensión psicológica en los problemas de salud. Creado bajo una perspectiva Interconductual (Kantor, 1980), el modelo se muestra como un eje vinculador entre las dos formas en que actualmente se ha abordado el binomio salud-enfermedad y que cubren dimensiones distintas; la concepción biomédica y la sociocultural. De acuerdo con este modelo, la salud biológica o la enfermedad será el resultado de la forma en que el comportamiento media los efectos del ambiente sobre el organismo.
Retomando las categorías del Modelo Psicológico de la Salud Biológica, creemos que son las competencias que el individuo posee, una parte fundamental del proceso psicológico relacionado con el mantenimiento, pérdida o recuperación de la salud. De esta manera proponemos la evaluación de dichas competencias, ya que de hacerlo, esto nos permitirá identificar cuáles son las competencias efectivas y el nivel en que dichas competencias se desempeñan en los comportamientos de riesgo y de prevención.
Para dicha evaluación, se requiere de un sistema analítico de evaluación congruente con el Modelo Psicológico de la Salud Biológica, a este respecto Ribes, DíazGonzález, Rodríguez y Landa (1986) proponen el Análisis Contingencial, el cual, se propone como una tecnología, derivada de un conocimiento básico que tiene como principal objetivo poder ser un conocimiento aplicable sin caer en limitaciones metodológicas tales como la extrapolación del conocimiento científico o la analogía de procesos (DíazGonzález y Carpio, 1996; Rodríguez, 2002).
El Análisis Contingencial se fundamenta en una serie de consideraciones conceptuales sobre el comportamiento y la aplicación del conocimiento psicológico desarrollado por Ribes y López (1985). Su aplicación tiene una doble función dentro del análisis del comportamiento humano; por un lado, cuando es usado como sistema permite analizar funcionalmente el comportamiento individual y las categorías que lo conforman; por otro lado, usado como metodología, es utilizado para analizar el comportamiento con el fin de transformarlo (Rodríguez, 2002).
El Análisis Contingencial tiene como objeto de estudio, la interacción entre el organismo y el ambiente, siendo su principal unidad de análisis el comportamiento que se da a partir de la conducta de un individuo y su relación con los demás participantes en una situación determinada. La forma en que se pretende analizar dicha interacción es por medio del análisis funcional, esto es, se estudia la forma en que se relaciona un individuo en particular con su grupo de personas, los objetos del ambiente y el contexto de la interacción, observando cuidadosamente como dependen unos factores de otros en situaciones cualitativamente distintas y así, identificar cuáles son los elementos que conforman la interacción y poder describir el papel que juega cada uno de ellos en una situación particular.
Elementos tales como las situaciones, las personas que forman parte de la interacción y que cumplen una función específica, los efectos de la conducta sobre uno mismo y los demás, así como aquellos elementos que facilitan determinados comportamientos como el estado emocional, la condición biológica, la conducta socialmente esperada, la circunstancia social bajo la cual se dan los comportamientos de riesgo y los de prevención, los gustos y preferencias, las costumbres, los hábitos o formas de conducta vinculados a efectos específicos, etc., son variables que de identificar su rol funcional, facilitaran la elaboración de programas de prevención orientados no sólo a la distribución masiva de información, sino de programas en donde el cambio de conducta sea el principal objetivo (véase Moreno et al., 2007; Piña, 2004; Piña y Corral, 2001; Piña y Werner, 2004; Robles y Moreno, 2000; Robles et al., 2006; Robles, Piña y Moreno, 2006).
Nuestro objetivo es la evaluación de competencias funcionales presentes en la prevención de la trasmisión del VIH/SIDA, a su vez, tres objetivos específicos se derivan del general y corresponden a: 1) Evaluar las propiedades definitorias del instrumento, 2) Identificar si existen diferencias significativas con relación a la modalidad del instrumento (versión impresa y versión en internet), y 3) Hacer una descripción de los factores de riesgo asociados a la trasmisión del VIH, en países como México, España, Colombia, Francia, Portugal, Brasil, Alemania, Polonia, Hungría y Estados Unidos de Norteamérica.
Para lograr los objetivos ya planteados, se ha diseñado, confeccionado en una versión electrónica y traducido a 8 diferentes idiomas (Español, Francés, Portugués, Alemán, Polaco, Húngaro, Ingles e Italiano) un instrumento constituido por 105 ítems distribuidos en cuatro apartados: Información general ‐15 ítems‐, Conocimientos sobre el VIH/SIDA ‐11 ítems‐, Actitudes ‐19 ítems‐ y Evaluación de competencias ‐60 ítems‐. Para la parte cuatro, que corresponde a la evaluación de competencias, se elaboraron reactivos específicos en los que lo relevante es el tipo de situaciones que dan contexto a las prácticas de riesgo: 1) la circunstancia social en que se da el comportamiento, 2) la posible influencia del lugar o los lugares, de objetos o acontecimientos físicos, 3) la conducta socialmente esperada, 4) el papel funcional de los gustos, preferencias, estado de ánimo, conmoción emocional y condiciones biológicas, 5) el rol mediador de otros individuos que participan en la interacción directa o indirectamente y 6) a los efectos del su comportamiento, ya sea este de riesgo o prevención.
La muestra considerada para la aplicación del instrumento será de un total de 1600 participantes (200 por idioma). Los participantes serán elegidos al azar por conglomerados los cuales deberán serán divididos en dos grupos: a 700 de ellos se les aplicará el instrumento en su versión impresa y al resto se les aplicará la versión en internet (www.sida‐aids.org). Para ambos grupos será imprescindible la presencia de un Investigador que pueda dar respuesta a las dudas que lleguen a surgir. Las instrucciones se especifican en cada apartado del instrumento. El criterio para la selección de las muestras, será la edad de los participantes (mayores de 15 años) y que sepan leer y escribir, debido a la característica autoaplicable del instrumento.
Los resultados esperados, se fundamentan en estudios previos que han demostrado la importancia de las situaciones y del rol funcional de las personas que forman parte de la interacción, de tal modo que se espera que sean estas dos variables las que expliquen gran parte de la varianza. Toda vez que se discutan los pesos explicativos de las variables evaluadas relacionadas con la trasmisión del VIH/SIDA, se procederá a la evaluación de la pertinencia del Modelo Psicológico de la Salud Biológica y el Análisis Contingencial, como un modelo y una metodología alternativa, válidos en la evaluación de factores relacionados con la transmisión del VIH/SIDA, que lo postule como un modelo sólido y propositivo en la elaboración de programas de prevención.
Este proyecto adquiere originalidad, al unirse a los escasos estudios que consideran a las competencias del individuo como una parte fundamental del proceso psicológico relacionado con el mantenimiento, pérdida o recuperación de la salud. Además, se trata de un trabajo alternativo a otras investigaciones que parten de marcos teóricos distintos al que aquí se presenta, perfilándose como una alternativa válida en el quehacer del conocimiento aplicado desde un planteamiento teórico que permite incorporar conceptos olvidados o deformados por otras aproximaciones (léase, factores situacionales, entrenamiento conductual, creencias o intenciones, etc.).
Almería 20 de enero, 2009
Fdo. Gustavo René García Vargas
Grupo Psicología y Salud, Universidad de Almería
Informe de Avance 2008 (English)
Presentación España, Jaén 2008
Presentación Hungría, Budapest 2008
Congreso Lituania, Vilnus 2009
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