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Aristófanes |
Aristófanes debió nacer hacia el año 445 a. C. y murió después del año 388 a. C., fecha del
Pluto, su ultima comedia. Es, pues, notablemente más joven que los trágicos; pero como la mayor parte de las obras de Sófocles y Eurípides que se nos han conservado son de la
época de la guerra del Peloponeso (431 404), y la mayor parte de las conservadas de Aristófanes son también de la misma, para nosotros esos dos trágicos y Aristófanes son prácticamente contemporáneos. Son testigos de una misma edad que se complementan. Veamos sus obras:
Los Acarnienses es del año 425. Estos campesinos del Ática, que forman el coro, se oponen violentamente al héroe Diceópolis, que quiere la paz con Esparta y la logra para sí solo con ayuda de un semidiós Anfiteo. Luego, Diceópolis convence al coro de la sinrazón de Pericles al hacer la guerra a Esparta y de las razones de los espartanos, todo ello con argumentos de tipo cómico pero con un fondo de seriedad. Al final, Diceópolis, que está en paz, celebra la fiesta dionisiaca de los Coes, fiesta orgiástica, mientras el general Lámaco vuelve de la guerra con el tobillo lastimado al saltar un foso y se lamenta como un héroe trágico.
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Las Aves |
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Los Caballeros |
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Otra posible representación de Las Aves |
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Escena cómica |
Del 424 es Los Caballeros, brutal ataque contra Cleón, el jefe del partido
radical de Atenas, que era al propio tiempo el más imperialista. El coro de
caballeros arremete contra el demagogo y le enfrenta un nuevo político: el
choricero Agorácrito, todavía más desgarrado y brutal que Cleón. En una serie
de enfrentamientos, consigue derrotarle, convenciendo a Demo (el Pueblo) de que Cleón le está robando. El choricero asume el poder, mientras Cleón va a vender a
las puertas de Atenas los chorizos de perro que el primero vendía. Es el tema,
esencialmente cómico, del mundo al revés.
El año 423 Aristófanes presenta Las Nubes, ataque contra Sócrates, a quien,
falsamente, convierte en símbolo de todas las nuevas corrientes que se abren
paso en Atenas. No sólo le atribuye las doctrinas de los físicos y el arte
sofístico de "hacer fuerte el argumento débil", es decir, de hacer que lo
injusto parezca justo, sino que le echa la culpa de la relajación de costumbres
de la juventud ateniense, de su falta de gusto por la disciplina y los valores
tradicionales. Un viejo campesino lleno de deudas por causa de su hijo Fidipides acude a Sócrates para que este le enseñe el arte de no pagar las
deudas. Pero sólo el hijo logra convertirse en un buen discípulo de Sócrates, de
lo cual el resultado es que al final de la obra pega a su padre, que a su vez
prende fuego a la escuela de Sócrates. Las Nubes intervienen en la obra como
coro, representando las nuevas divinidades de los filósofos, tildados de impíos,
descreídos de la vieja religión. Es obra virulenta y desenfocada, que no tuvo
éxito en la escena.
El año siguiente, el 422, Aristófanes pone en escena Las avispas, que toca otra
vez el tema del enfrentamiento de las generaciones. El viejo Filocleón ("Amigo
de Cleón") tiene la manía de ir de madrugada, con otros viejos, a hacer de
jurado en los tribunales populares. Gana con ello su salario, de lo que está muy
orgulloso, a más de su poder de condenar injustamente a los acusados, que
practica con fruición. Su hijo Bdelicleón ("odiador de Cleón") le impide salir
de casa y rechaza al coro de viejos que vienen a buscar al padre. Ambos
personajes se enzarzan en un agón, en el que Bdelicleón logra convencer al coro
de los abusos de Cleón. Con esto el padre consiente en quedarse en casa y hay
varios episodios burlescos. Al final se comporta groseramente en un banquete, en
el que rapta a la flautista: viejo y joven intercambian sus papeles, es otra
vez el tema cómico del mundo al revés.
La Paz, del 421, es muy poco anterior a la firma de la paz, la llamada paz de Nicias. Aqui es el viñador Trigeo el que logra subir al cielo montado en un
escarabajo y traer a Atenas la diosa Paz, que Guerra tenía escondida en una
cueva. Ello, pese a la oposición de mucha gente interesada en la continuación
de la guerra. El héroe, al final, se casa con la diosa Cosecha, que simboliza la
abundancia traída por la paz.
No tenemos luego comedias de Aristófanes hasta el año 414, fecha de Las
Aves. La guerra se ha reanudado con la expedición de Atenas contra Siracusa,
que al año siguiente terminará en un terrible desastre. Aristófanes escribe
una obra alegre y un tanto irreverente. Dos atenienses, Evélpides y
Pistetero, huyen de Atenas, aburridos de pleitos, impuestos e incomodidades,
y marchan junto a las aves. Estas, que forman el coro, los reciben con
hostilidad; pero Pistetero las convence de que sus intenciones son buenas.
Deben fundar el reino de las aves, recuperando de los dioses los derechos
que estos les han robado y haciéndose respetar por los hombres. Así sucede y
los dioses, muertos de hambre al no llegarles el humo de los sacrificios,
tienen que reconocer el poder de Pistetero. Este se casa con Realeza,
símbolo del poder.
Las Tesmoforias, del 411, es una sátira contra Eurípides. Las mujeres,
presentadas por este poeta como lascivas y borrachas, deciden vengarse
reunidas en la fiesta de las Tesmoforias, en que no se admiten hombres. Pero
hay un espía, el pariente de Euripides, que es capturado. Mediante
ingeniosas tretas y la promesa de no volver a atacar a las mujeres,
Eurípides logra liberarlo: hay varias escenas que son parodias de sus obras.
Si esta es una obra de evasión, otra del mismo año, Lisístrata, plantea el
tema de la paz (TEXTO
45: Aristófanes, Lisístrata). La situación es especialmente desastrosa para Atenas:
derrotas externas, conspiraciones oligárquicas dentro. Aristófanes se
atreve, una vez más, a presentar una trama cómica que, por medios cómicos,
trae una paz, bien ilusoria por cierto, a la ciudad. La heroína convence a
las mujeres casadas de toda Grecia de que deben negarse al trato sexual con
sus maridos hasta hagan la paz. Para mayor seguridad, se encierran en la
Acrópolis de Atenas y rechazan todos los asaltos de los hombres. Estos, a
través de una serie de episodios cómicos, se ven forzados a capitular y
hacer la paz. Como se ve, al tema de la paz se añaden el del enfrentamiento
hombres y mujeres y el del mundo al revés: las mujeres derrotando a los
hombres. Y hay final erótico de reconciliación de los sexos.
Las dos últimas comedias conservadas, La Asamblea de las Mujeres (391) y el
Pluto (388), son ya del siglo IV y pertenecen a otro ambiente (TEXTO
44: Aristófanes, Las Asambleístas). Disminuyen
los ataques personales, los temas son privados más que políticos, el papel
del coro pierde en importancia. Son obras que, en realidad, abren el camino
a la llamada comedia media, a la que sigue, al final del siglo, la nueva,
cuyo principal representante es Menandro. El tema es, las dos veces, el del
reparto de los bienes, cosa característica de una época en que interesan más
los temas económicos que los políticos. En la Asamblea las mujeres éstas
desplaza los hombres e implantan una especie de comunismo, de reparto de los
bienes por igual. El tema desemboca en una serie de episodios cómicos
relativos a la implantación de ese comunismo en la vida sexual. En el Pluto
este dios de la riqueza, que era ciego, es sanado, y implanta un reparto de
las riquezas conforme a los méritos de cada cual. Obsérvese que, por mucha
que sea la diferencia respecto a las comedias anteriores, continúan vigentes
ciertos rasgos comunes: utopía lograda mediante medios fantásticos, mundo al
revés, enfrentamiento de hombres y mujeres, etc.
En cuanto al arte de Aristófanes veamos algunos datos. La unión de la fantasía y
el realismo, la burla y la seriedad, es la esencia misma del arte de Aristófanes.
En sus comedias encontramos la lengua ática de la calle y, al lado, la lengua
artificiosa de los coros. Hay personajes fantásticos y, al lado, otros en que
campea la observación del poeta, sin dejar por eso de estar exagerada o
deformada su pintura. Personajes deformados caricaturescamente como Sócrates,
Eurípides o el general Lámaco no por eso dejan de reconocerse como verdaderos.
La parodia y la satira son también esenciales. Constantemente hay parodia de la
epopeya, la lírica, la tragedia, el lenguaje de los oráculos.
El arte de Aristófanes practica, siguiendo sin duda lo que era usual en toda la
comedia, la rotura de la ilusión escénica. Esto se ve tanto en la escena coral
llamada parábasis como en escenas sueltas. Aparte de este elemento tradicional,
en escenas aisladas el poeta puede romper la ilusión cómica. Por ejemplo, Trigeo,
cuando es llevado por el escarabajo al cielo, se dirige al maquinista rogándole
cuidado no vaya a hacerle caer; o al hacerse un sacrificio en escena, se deja
ver que el animal sacrificado es un simple muñeco.
En cuanto a su pensamiento, hemos de tener en cuenta que un poeta cómico no es
un ideólogo: no presenta un programa concreto para la reforma de la ciudad. Y
algunas de sus ideas de salvación no podían ser tomadas en serio por él mismo,
evidentemente. Pero ataca concretamente situaciones como son la guerra, el abuso
de poder, las desigualdades en el reparto de los bienes, la introducción de
nuevas ideologías y maneras de pensar. Hay en él un temple pacifista y humano,
igualitario en cierto modo por lo que respecta a las relaciones entre los sexos
o al problema de la distribución de la riqueza. Está, evidentemente, enfrente de
la política belicista e imperialista, del abuso de poder de ciertos políticos.
No del régimen democrático en si. También se obstina en censurar la nueva
educación, las nuevas costumbres alejadas de la antigua austeridad: el poeta
cómico, por definición, es contradictorio. Todos los representantes del espíritu
"moderno", un Euripides, un Sócrates, los sofistas, son condenados precisamente
como desmoralizantes. Eurípides, nos dice Aristófanes en Las Ranas,
presenta en la escena mujeres enamoradas en vez de guerreros llenos de valor,
como hacia Esquilo.