Sófocles
Vida

Sófocles es mucho mas joven que Esquilo. Nace en el 496, poco antes de la 1ª Guerra Médica. Por ello, representan dos mundos diferentes: el de Esquilo es el posterior a las guerras médicas, incluidos los primeros años de la democracia radical (Efialtes). La producción de Sófocles procede la época de Pericles y del periodo de la guerra peloponésica (431). Pericles y su círculo representan una democracia liberal y racionalista, no antireligiosa ni revolucionaria, pero sí abierta a la idea de un progreso logrado por via racional e intelectual, superador de viejas tradiciones. Sófocles colabora con ese régimen, pero su visión es más tradicional: tiene miedo de los excesos de los individuos que se elevan demasiado y del Estado en general; cree en los viejos principios religiosos más que en la nueva sabiduría racional; tiene profunda conciencia de la debilidad del hombre, de la inferioridad de su sabiduría. El conservadurismo de Sófocles, no obstante, no debía ser demasiado peligroso, si bien indudablemente incómodo, a juzgar por su representatividad pública y no es improbable que el habilísimo

 

Antígona es llevada ante Creonte por dos guardias
Antígona

Antígona era bien conocida (TEXTO 38: Sófocles, Antígona) . Creonte, rey de Tebas, ha logrado el gran éxito de rechazar al ejercito de los siete jefes y ahora niega la sepultura a su general Polinices, el traidor hijo de Edipo que vino a atacar su patria junto con los extranjeros. Pero Antígona, hija también de Edipo, sobrina de Creonte y prometida de su hijo Hemón, cumple la ceremonmia fúnebre, pese a las ódenes del tirano. Este estalla en ira, revela que no es tanto el servicio del pueblo como la afirmación de sí mismo lo que importa. Nadie logra convencerle: ni Hemón, ni Antígona, ni el adivino Tiresias, ni el coro tebano. Antígona es llevada a la muerte. Y cuando el tirano recapacita, ya es tarde: Antígona y Hemón han muerto. En esta obra es importante un famoso estásimo (v. 332-375) en el que se hace una alabanza al progreso de la humanidad, pero un progreso que es moralmente neutro; su valoración moral depende del uso que el hombre haga de él: que puede ser, independientemente de la naturaleza del hecho, encaminado al mal o al bien. En estas palabras vemos la voz de un enemigo irreductible de las nuevas ideas, profundamente atado a una ética de cariz aristocrático. El verdadero significado ético y político de la obra se resume en los últimos versos de este estásimo: el que actúa para el bien de la ciudad, ateniéndose a los principios decretados por los dioses (Antígona), frente al que la lleva a la ruina sustituyendo aquellos principios por nomoi (leyes) puramente humanas. El dilema "o la ciudad o la familia", la relación entre los derechos del genos o los de la polis. El Estado de Creonte, fundándose solamente en la razón, acaba por ignorar toda ley toda ley "no escrita" y a los mismos dioses: las máximas del soberano son moralmente discutibles, pero absolutamente privadas de cualquier sanción divina. Antígona es, pues, históricamente la denuncia y condenación del primer estado laico del mundo, el estado de Pericles.

Edipo y la Esfinge
Edipo Rey

Aproximadamente del 429 aJC (año de la peste en Atenas que acabó con con la vida de Pericles) es Edipo rey (TEXTO 39: Sófocles, Edipo rey). La obra, ambientada en Tebas, empieza con la exposición de la peste por parte del pueblo angustiado, que se vuelve a Edipo para que los salve ahora como lo hizo antes, cuando apareció la Esfinge; precisamente por ello ganó el trono. Del oráculo de Delfos reciben la respuesta de que deben purificar la ciudad de la muerte del antiguo rey, Layo. Edipo se compromete en buscar al culpable y expulsarlo de la ciudad. El coro sugiere consultar al adivino Tiresias. Éste, insultado por el soberano, declara que Edipo es el culpable. Yocasta, la reina, calma a Edipo, diciéndole que Layo murió a manos de unos bandidos en una encrucijada. Edipo se inquieta aún más; él mató a un hombre en un sitio y unas circunstancias semejantes cuando huía de Corinto para no matar a su padre y casarse con su madre, que es lo que había sancionado el oráculo. Llega entonces un mensajero de Corinto que cuenta que el rey ha muerto y que el trono lo hereda Edipo. Pero él teme aún el incesto. Para tranquilizarlo, el mensajero le cuenta que aquéllos eran sus padres adoptivos, y que él mismo lo recogió de manos de un pastor criado de Layo. Se trae al pastor y éste revela el drama: Edipo es hijo de Layo y Yocasta. Yocasta se da muerte y Edipo se saca los ojos para no ver su impía acción.
La estructura de la obra arroja una unidad lineal perfecta. El personaje central, Edipo, es mucho más que eso: es la tragedia entera, pues de él parten todos los estímulos y todos llegan hasta él. Edipo, como cabía esperar de su amor a la ciudad y su pasión por la búsqueda de la verdad, concentra todas sus fuerzas en descubrir al culpable. Pero, a medida que avanza la acción, Edipo va perdiendo su seguridad. Él, antes cazador, lentamente se va convirtiendo en probable pieza, víctima de sus propios dardos y cercada por la red de datos de un rompecabezas que empieza a cobrar sentido. El contraste entre realidad y apariencia es mayor: Edipo, que tiene vista física, es ciego a la verdad sobre sí mismo, y se saca los ojos cuando la aprende; Tiresias, el adivino, que es físicamente ciego, es quien primero lo ve. Casi todo lo que dicen los personajes tiene un contenido irónico para el público, que sabe (o adivina) más que ellos. Pero esta utilización de la ironía no es sensacionalismo fácil; para Sófocles la ironía es un medio de comunicar profundas visiones de la naturaleza del hombre y de su mundo.
El verdadero manantial del que fluye la fuerza dramática de los acontecimientos radica en la lucha desigual emprendida por Edipo, condenado de antemano al fracaso, contra su destino, fracaso que (una ironía más) significa precisamente la victoria de Edipo. Pero sería anacrónico pensar en el destino como un programa predestinado y detallado de la vida de cada hombre, una idea que no aparece hasta el periodo helenístico. Sófocles trata la noción de destino de una manera más apropiada para la tragedia: en su obra el destino es simplemente ser mortal y ser la persona que uno es. La libertar de actuar de un hombre está en todo momento limitada por las circunstancias y el temperamento, que son una herencia del pasado; sobre el futuro la única cosa que sabe seguro es que morirá: en cuanto al presente, está obligado a actuar como si supiera todas las cosas que ignora.
Otras obras de Sófocles son Traquinias, Electra, Filoctetes. Edipo en Colono, para las que vale lo que dijimos en Esquilo (es decir, leerlas).

Edipo en Colono, sentado entre sus dos hijas
Estilo

Con Sófocles comienza un nuevo estilo de teatro, dominado por la acción. Los coros son de extensión más reducida. Aun siendo importantes, porque acompañan a la acción del heroe, no se pueden comparar a los de Esquilo. Raramente intervienen en la acción. Todo se centra en los personaje, ahora más numerosos, puesto que el poeta dispone de tres actores, que maneja con gran libertad. Puede realizar con ellos escenas triangulares; puede que hacer un agón o enfrentamiento equivalga a un diálogo con el mensajero, al hacer salir a la luz, al final, una noticia; o convertir una escena de mensajero, al contrario, en agón. Particularmente notable es el uso del diálogo entre dos o tres personajes para caracterizarlos. En la Antigona, Sófocles opone a la heroina su hermana Ismene, que está dentro del borroso papel convencional, hecho de modestia y sophrosyne, de la mujer ateniense. Lo mismo ocurre en la Electra, con Electra y Crisotemis.
La acción gana así en complejidad y dramatismo. En obras como Edipo Rey hay una tensión creciente según se presiente y acerca el desenlace. A veces la acción se desarrolla linealmente, paso a paso, a veces mediante complejidades diversas. En todo caso, Sófocles nos la presente como verosímil, como real. Un buen ejemplo puede ser la Electra, en que el problema del poeta era el siguiente: cómo hacer verosímil que un desterrado, vuelto a la patria, sea capaz de matar al rey y la reina en su bien guardado palacio; en qué fundar el reconocimiento de los dos hermanos, que en las Coéforos tiene lugar a partir del simple parecido de los cabellos y las huellas del pie de ambos. Sófocles acude a recursos psicológicos : la noticia del ayo tranquiliza a la reina y la hace arder en deseos de que Egisto se entere del fin de sus terrores, permite que Orestes entre sin ser molestado en el palacio; y el dolor de Electra al saber la supuesta muerte de Orestes hace que este la reconozca como su hermana.