Se conoce la presencia de organismos eucariotas desde hace 2100
MA (millones de años), aunque hay un fósil con características
fúngicas,
Diskagma, hallado en suelos fósiles de hace unos 2200 MA. Eso lo
convertiría en el eucariota más antiguo conocido hasta la fecha, y que
además vivía en tierra firme. No obstante, se ha sugerido que podría
haber organismos marinos con características fúngicas hace 2400 MA.
Los primeros hongos tuvieron que ser similares a los actuales
quítridos, que viven en el
agua. Antes se creía que los hongos colonizaron la tierra firme
al inicio de la era Paleozoica, en el periodo Cámbrico. Sin
embargo, parece que su presencia habitual en los suelos es
mucho más antigua. En suma, cuando las plantas empezaron a intentar
medrar en tierra firme, los hongos ya estaban allí, aguardándolas. Sin
las asociaciones micorrícicas que formaron con ellos, probablemente les
habría costado mucho más salir del agua.
El paso a la tierra firme hizo que los hongos se diversificaran y
empezaran a desarrollar estrategias ecológicas diversas: saprofitismo,
parasitismo y simbiosis mutualistas, como micorrizas y líquenes. Ya en
el Ordovícico, hace unos 460 MA, se han encontrado fósiles de hongos
micorrícicos. En esa época, las únicas plantas terrestres eran briofitas.
En el Devónico temprano, la diversificación de los vegetales
proporcionó aún más oportunidades para los hongos, y
empezaron a surgir los grandes grupos fúngicos. Se cree que ascomicetos y
basidiomicetos se separaron hace unos 400 MA. Posteriormente el registro
fósil fúngico se hace más abundante, y seguramente las
clases fúngicas actuales ya estaban presentes a finales del Carbonífero, hace
unos 300 MA. Eso demuestra que los hongos han tenido una historia larga
y estable a lo largo de los últimos millones de años.
Como curiosidad, se ha constatado que un género fósil,
anteriormente considerado una planta, era en realidad un hongo gigante.
Prototaxites vivió entre el Silúrico y el Devónico (hace 420-370 MA).
Cuando fue descubierto se creyó que el fósil correspondía al tronco de una
conífera. Posteriormente hubo quien pensó que se trataba de un alga e incluso
de un hongo, pero hubo que esperar hasta el siglo XXI para que los análisis
mofrológicos detallados, así como de los isótopos de carbono, demostraran su
naturaleza fúngica. Como se aprecia en esta noticia de la
Universidad de Chicago, los carpóforos de estos hongos dominaban el paisaje
terrestre en esta época tan temprana. Probablemente, se trataba de una
especie saprofita, descomponedora. Su enorme tamaño podría deberse a la
ausencia de animales herbívoros (o fungívoros, mejor dicho).
Otra curiosidad del registro fósil: parece que la presencia de hongos se
incrementó de forma espectacular durante las extinciones masivas del final
del Pérmico (conocida como la
Gran Mortandad) y la del
final del Cretácico, que acabó con todos los dinosaurios (excepto las aves).
Sin duda, los hongos se dieron un gran festín con tanta materia orgánica en
descomposición...
Ah, mención aparte merecen los bellos fósiles de hongos
conservados en ámbar.
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