CLASE USTILAGINOMYCETES: los carbones.
La clase incluye más de 1400 especies, entre las que destacan los
carbones típicos. Hasta el siglo XX, los
carbones de los cereales
eran (con permiso de las royas) uno de los principales problemas
en esos cultivos. Reciben su nombre porque forman soros (masas de teliósporas)
de color negro, con aspecto de polvo de carbón, que aparece casi siempre en los
órganos reproductores del hospedante (tratándose de cereales, en las espigas).
Parasitan a más de 75 familias de angiospermas. No suelen matar al hospedante,
pero lo atrofian, deforman y arruinan totalmente la cosecha, sobre todo cuando
sus esporas sustituyen al contenido de las semillas. Algunas especies provocan
agallas, mientras que otras causan daños en hojas. Otros daños anecdóticos son
aquellos en que la acumulación de esporas de carbón ha hecho explotar máquinas
trilladoras, o los casos de alergia que provocan en algunas personas.
El ciclo vital de un carbón típico, como Ustilago, es más simple que el de
las royas, y se muestra en la fig. 1. El micelio, dicariótico, puede ser inter- o
intracelular, normalmente sin haustorios. Al alimentarse, lógicamente, arrebatan
nutrientes y reservas a la planta; además, pueden provocar en ésta crecimientos
anómalos. En un momento dado, a partir de la masa de hifas se forman, por simple
fragmentación y adquisición de una pared resistente, las teliósporas (también llamadas
clamidosporas, por razones obvias). Los conjuntos de teliósporas se denominan soros,
y suelen aparecer en los órganos reproductores del hospedante, normalmente dejándolos
hechos una lástima y sustituyendo al contenido de las semillas. Las teliósporas sirven
para pasar la época desfavorable, y permanecen en el suelo, semillas contaminadas o
restos vegetales (algunas especies pueden sobrevivir como micelio en hospedantes vivos).
Las teliósporas se dispersan por el
viento y, cuando llega la época favorable, funcionan
como probasidio y en ellas ocurre la cariogamia. Emiten entonces un promicelio en el que
ocurrirá la meiosis y se formará un número determinado de basidiósporas, sin esterigmas.
Las basidiósporas pueden gemar, comportarse como levaduras o germinar y dar pequeños
micelios primarios. En el caso que se encuentren dos, el micelio secundario resultante,
dicariótico, invadirá la planta y cerrará el ciclo.
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Figura 1 (explicación en el texto).
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En los cereales se distingue entre
carbones vestidos o cubiertos, que destruyen los granos, pero no las glumas; y
carbones desnudos o volantes, en
los que granos y glumas son afectados, y lo único que queda sano es el eje de la espiga.
En cuanto a su biología, cabe hablar de carbones de infección embrionaria, que
infectan a la planta en el momento de la germinación o poco después; y carbones de infección
floral, que lo hacen cuando la floración, bien entrando por los estigmas o por la base
del ovario. Por cierto, conviene recordar que los carbones, a diferencia de otros hongos
parásitos, sólo producen una generación por año (enfermedades de interés simple).
El control de los carbones se basa en el empleo de variedades resistentes y el
tratamiento químico de semillas e incluso del suelo, ya que ahí las teliósporas
pueden incluso resistir varios años. Hace años, cuando no se disponía de los
fungicidas adecuados, había que recurrir al tratamiento de las semillas con agua
caliente. También son importantes las medidas higiénicas en el cultivo (para reducir
el inóculo), así como cuarentenas y otras medidas administrativas, para evitar la
introducción de patógenos. Hoy, el uso de semillas certificadas es una buena
garantía de control.
Se distinguen dos órdenes: Ustilaginales y Urocystales.
Orden Ustilaginales.
Destaca la fam. Ustilaginaceae. Su ciclo se ilustró en la fig. 1.
Se caracterizan por presentar un promicelio con septos transversales, y con basidiósporas
terminales y laterales. El género más famoso es Ustilago, con varias especies que
atacan a los cereales. El más vistoso, sin duda, es U. maydis, el
carbón del
maíz. Provoca grandes agallas en las partes aéreas de las plantas, no sólo en
las espigas (hojas, vainas, etc.). Lógicamente, las agallas que afecten a las
espigas son las que más perjudican al agricultor. Dichas agallas son de color
claro al principio, y su contenido es dulce, pero al final acaban rellenas de una
masa de teliósporas oscuras. Este carbón es de infección embrionaria; las teliósporas
permanecen en los restos de la cosecha anterior, y las basidiósporas infectan a las
jóvenes plántulas, aunque también, más adelante, pueden afectar a los tejidos en
crecimiento de plantas adultas. Las agallas son el resultado de esas infecciones
locales. El control de la enfermedad se realiza sobre todo con variedades resistentes,
en las que los daños no superan el 2% (y con las medidas sanitarias habituales, claro
está). Las agallas jóvenes, dulces, son muy apreciadas en México, donde se las llama
cuitlacoche. De hecho, se inocula al maíz con el carbón para obtener
esta golosina.
Otras especies de infección embrionaria que atacan a cereales son:
U. hordei (carbón vestido de la cebada), U. kolleri (carbón
vestido de la avena, que algunos hacen sinónimo del anterior) y U. avenae
(carbón desnudo de la avena). El remedio para estas especies no es complicado,
ya que basta con una buena desinfección de semillas para eliminar las teliósporas
que puedan contaminar su exterior. Sin embargo, las especies de infección floral
son mucho más peligrosas. Entre ellas, destacan U. tritici
(
carbón desnudo del trigo) y U. nuda (el carbón desnudo de la cebada).
El micelio puede sobrevivir en el cotiledón de las semillas, que resultan indistinguibles
de las sanas. Actualmente, los países desarrollados disponen de fungicidas
derivados de la carboxina o la carboxanilida que se aplican a las semillas,
son absorbidos por ellas y eliminan al hongo. Así, las pérdidas causadas
por estos carbones no llegan al 1%. Sin embargo, hasta hace unas décadas
el único remedio para acabar con estos hongos era la inmersión de las
semillas en agua caliente. U. scitaminea (= Sporisorium scitamineum)
es el carbón de la caña de azúcar.
Los carbones también afectan a las plantas silvestres y las malas
hierbas. Por ejemplo, es muy frecuente hallar en nuestros campos y ciudades
al carbón de la grama
(U. cynodontis).
Otro género muy similar a Ustilago que puede causar enfermedades
en el sorgo y otras gramíneas es
Sporisorium. Muchas especies aparecen en la bibliografía científica
dentro del género Sphacelotheca, pero éste actualmente se incluye en
Microbotryomycetes, dentro de Pucciniomycotina (el subfilo al que
pertenecen las royas). Las
especies de Sphacelotheca parasitan a poligonáceas.
En la fam. Anthracoideaceae cabe destacar al
carbón del albardín,
Cintractia lygei (= Ustilago lygei). Este carbón, además de
colonizar los ovarios
de esta gramínea, también le provoca
crecimientos anormales
en las inflorescencias.
Orden Urocystales.
Presentan haustorios. Un género dañino es Urocystis, que se
caracteriza por presentar
bolas de esporas: una telióspora fértil, de gran tamaño, es rodeada
por células estériles, menores y más transparentes. Destaca el
carbón de la cebolla, U. cepulae, cuyos soros aparecen en las hojas y
en las escamas del bulbo. Las bolas de esporas pueden sobrevivir hasta 20 años
en el suelo, y la infección es de tipo embrionario. Otras especies parasitan a
diversas plantas cultivadas y
silvestres. El anamorfo de este género es Paepalopsis.
Y alguna cosilla más...
Algunos también consideran otro orden en esta clase, el de los
Urocystidales.
Algunos fitoparásitos tradicionalmente considerados como carbones, hoy
se ubican también en Microbotryomycetes (cercano a las royas,
como ya dijimos). Por ejemplo, Ustilago violacea se conoce ahora como
Microbotryum violaceum. Infecta las
anteras de las cariofiláceas, que en vez de polen, están llenas
de teliósporas del hongo, de color violáceo. De hecho, el hongo logra que
las flores femeninas se conviertan en masculinas antes de reemplazar el
polen por sus esporas, que son transmitidas por insectos polinizadores.
En general, los carbones de dicotiledóneas parecen un tanto diferentes
a los de monocotiledóneas.
CLASE EXOBASIDIOMYCETES.
Orden Tilletiales.
Incluye unas 150 especies. Entre ellas destacan las caries o carbones
hediondos (reciben este último nombre por el olor a pescado podrido de las
teliósporas, debido a la secreción de trimetilamina). Sus hifas son
intercelulares. Se caracterizan por presentar un promicelio no septado. Las basidiósporas son
terminales, muy alargadas,
y se aparean inmediatamente
(dando unas estructuras en
forma de "H"). Acto seguido emiten los
conidios secundarios,
dicarióticos, que son expulsados violentamente y son los encargados de
invadir la planta.
El género más conocido es Tilletia, y las especies más comunes son
T. caries (= T. tritici), con teliósporas ornamentadas, y
T. laevis (= T. foetida), con
teliósporas lisas (en otras partes del mundo hay especies, como T.
controversa y T. indica, sumamente dañinas). Por cierto, parece ser
que T. foetida fue usada como arma biológica contra los cultivos en la
guerra entre Irán e Irak en la década de 1980.
Se trata de hongos de infección embrionaria, que invaden la plántula. El micelio
crece intercelularmente, hasta llegar a la zona de crecimiento de la espiga. Allí
consumirá el contenido de los granos,
que sustituirá por masas de teliósporas apestosas (funciona como un carbón vestido,
ya que no ataca a las glumas). Como se deduce, la cosecha queda completamente
arruinada. Además, las teliósporas son altamente combustibles, por lo que su
acumulación puede provocar explosiones en la maquinaria agrícola. El control
de esta enfermedad se realiza mediante tratamiento químico de las semillas,
con carboxina o HCB, para dejarlas libres de inóculo.
Por otro lado, el anamorfo Tilletiopsis minor provoca micosis
en humanos (BSL-1). Su situación taxonómica no está clara.
Orden Exobasidiales.
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Figura 2: Basidiocarpo de Graphiola phoenicis.
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En la fam. Graphiolaceae destaca Graphiola phoenicis,
la "falsa roya"
de las palmeras. Antes se incluía en Ustilaginales, y
tenía el honor de ser el único carbón que forma basidiocarpo (Fig. 2).
Es un hongo corriente en el S.E. español, y provoca una enfermedad
leve en palmeras del género Phoenix. En los foliolos aparecen unas pequeñas
semiesferas negras de aspecto
carbonoso, con una especie de cráter en el centro,
de donde salen unos filamentos, los eláteres. En ese hueco se producen las teliósporas,
de color rosado en masa. Este hongo ha vuelto de cabeza a los taxónomos; hasta
que Cole consiguió completar su ciclo, se había incluido en la cl. Hyphomycetes,
dentro de los «hongos imperfectos».
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Figura 3: Exobasidium sp.
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En la fam. Exobasidiaceae destaca el género
Exobasidium.
No forma basidiocarpos, sino que el himenio se dispone directamente sobre la
superficie del hospedante (fig. 3). El micelio es intercelular, con haustorios.
Causa vistosas deformaciones en las hojas de las plantas atacadas (azaleas,
rododendros, etc.), que recuerdan a las de
Taphrina (un ascomiceto).
Las especies de la fam. Cryptobasidiaceae se encuentran en la superficie
de tejidos hipertrofiados.
Orden Malasseziales.
Algunos elevan este orden a nivel de clase. En él destaca
Malassezia (BSL-2),
una levadura frecuente en la piel
y que causa la pityriasis versicolor (diversas especies pueden también afectar
a animales).
Y para terminar...
Algunos reconocen en este subfilo otra clase, Moniliellomycetes,
también con especies de levaduras y similares.
No hemos repasado todos los órdenes en este subfilo para no resultar
demasiado prolijos. También nos hemos saltado algunos taxones de afiliación
incierta.
Volver a Basidiomycota.
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