INTRODUCCIÓN.
En este subfilo se reconocen 9 clases, con más de 8400 especies.
En él tenemos desde fitoparásitos tan dañinos como las royas, hasta
parásitos de insectos o de hongos e incluso micorrizógenos. En esta
página nos centraremos, debido a su importancia económica, en el
orden Pucciniales, aunque comentaremos otros taxones
interesantes.
CLASE PUCCINIOMYCETES.
Es la más importante del subfilo, con algo más de 8000 especies.
De los 5 órdenes que se reconocen, veremos el más importante: el de
las royas.
Orden Pucciniales (= Uredinales): las royas.
Todas las royas (± 7000 especies) se incluyen en este orden,
lo que indica el estrecho parentesco entre ellas. Sin duda, son
los basidiomicetos que más pérdidas han causado a la agricultura,
sobre todo a los cereales, aunque también afectan seriamente a espárragos,
algodón, soja, ornamentales, cafetales, pinos,
frutales, etc. Incluso los
romanos tenían un dios de las royas, Rubigus, en honor del cual se hacían
las fiestas de Rubigalia, para que se estuviera quietecito (también era
una buena excusa para montar otra fiesta). Según Caro Baroja, las fiestas
de San Marcos (25 de abril) serían una cristianización de las Rubigalia.
Las royas son parásitos biótrofos obligados, con
micelio intercelular y
haustorios. Aunque pueden aparecer en cualquier parte aérea de la planta,
atacan mayormente a hojas y
tallos. Los daños que causan a la planta se
deben sobre todo al consumo de nutrientes, que reduce drásticamente la
cantidad y calidad de la
cosecha. La transpiración y respiración de los
hospedantes también aumentan considerablemente. Asimismo, las plantas
pierden agua por las
heridas que las royas abren en la epidermis para
liberar las esporas (lo que puede resultar catastrófico si hay sequía).
Algunas pueden formar agallas, escobas de bruja u otros
crecimientos
anormales. En los casos más graves el hospedante puede morir.
Las royas no forman basidiocarpos, ya que su papel es reemplazado por los
telios y teliósporas. Sin embargo, su ciclo vital es muy complicado; pueden
pasar hasta por 5 fases vitales, con sus correspondientes esporas. La nomenclatura
es compleja, y en ciertos géneros resulta difícil separar unas fases de otras y hay
que proponer nuevas denominaciones; he aquí la nomenclatura más aceptada:
- FASE 0: espermogonios (= picnios o picnidios):
forman los espermacios (= picniósporas o picnidiósporas) y las
hifas receptoras.
- FASE I: ecios
(= ecidios): forman las
eciósporas (= ecidiósporas).
- FASE II: uredos
(= uredinios o uredosoros): forman
uredósporas (= urediniósporas).
- FASE III: telios
(= teleutosoros): forman
teliósporas (= teleutósporas).
- FASE IV: basidios:
forman basidiósporas (= esporidios).
La fase III es el teleomorfo, que se utiliza realmente para distinguir los géneros.
Las que no la presentan se denominan royas imperfectas (ej.: géneros Aecidium,
Caeoma, Uredo, Peridermium, Roestelia). En general, una estructura que
contiene esporas recibe el nombre de soro. Las royas que presentan todas las fases
se llaman macrocíclicas; las que no tienen fase II, demicíclicas; las que no tienen
las fases 0, I ni II, microcíclicas (por supuesto, existen más posibilidades, pero dejémoslo así).
Las royas que necesitan dos hospedantes para completar su ciclo se llaman heteroicas;
las que se bastan con uno, autoicas.
En las heteroicas, el hospedante donde aparecen los telios se denomina hospedante
primario, mientras que el otro es el hospedante alternativo.
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Figura 1: Ciclo vital de una roya
heteroica macrocíclica (explicación en el texto).
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El ciclo vital de una roya heteroica macrocíclica (en este caso, Puccinia sp.)
se resume en la fig. 1. La basidióspora (haploide) llega al primer hospedante (el "A" o
alternativo), germina (de forma directa o indirecta) y lo invade, por medio de un micelio
monocariótico. A partir de él forma los picnios (normalmente en el haz foliar), que
dan lugar a un gran número de espermacios envueltos en néctar, para hacerlos atractivos
a los insectos, que pueden transmitirlos de un picnio a otro (aunque también pueden
dispersarse por medio del agua de lluvia). Algunas especies, como Puccinia monoica,
llegan a formar manchas en las hojas denominadas pseudoflores, para atraer con mayor
efectividad a los insectos que se alimentan de néctar. Si un espermacio llega a una
hifa receptora compatible (la compatibilidad está determinada por un gen con dos
alelos distintos), le pasa sus núcleos y da lugar a un micelio dicariótico. Éste dará
lugar más tarde a los ecios en el
envés foliar, de color amarillento y rodeados por un
peridio, y formarán eciosporas en
cadenas. Las eciosporas, que son
dicarióticas, se dispersarán por el viento y llegarán al segundo hospedante ("B" o
primario), al que invadirán. Al poco tiempo formarán los
uredos, con su aspecto
de pústulas subepidérmicas que se
rompen para liberar las uredósporas
(siguen siendo dicarióticas), de color herrumbre muy característico. Las
uredósporas se dispersan por el viento, y son ideales para extender la enfermedad a
gran velocidad; los uredos se producen continuamente durante la época favorable.
Cuando el ambiente se torna hostil, las royas forman
telios, a veces muy similares a
los uredos, aunque suelen ser más
oscuros. En las teliósporas ocurre la cariogamia (se comportan como probasidios), y
en primavera germinarán, darán un
promicelio que se tabica y producirá 4 basidiósporas, que cierran el ciclo.
Las royas suelen ser parásitos muy
especializados que atacan sólo a ciertos hospedantes.
En cambio, otras especies que aparecen parasitando a muy diversas plantas están en realidad
formadas por numerosas subespecies, morfológicamente idénticas, pero especializadas en atacar
a determinadas especies o cultivares de plantas. Estas subespecies se denominan formas
especiales. Por ejemplo, en la roya de los cereales, Puccinia graminis, se distingue
la f.sp. tritici, en el trigo; la f.sp. hordei, en cebada; la f.sp. avenae,
en avena, etc. Dentro de cada forma especial puede haber muchas poblaciones de individuos con
el mismo genotipo, denominadas biotipos. Un grupo de biotipos con un similar patrón de virulencia
sobre un tipo determinado de plantas recibe el nombre de raza. Hay razas especializadas en
determinados cultivares.
El control de las royas se realiza mediante variedades resistentes, eliminación de los
hospedantes alternativos (lo que no suprime al hongo, ya que el hongo puede propagarse en
la siguiente estación mediante uredósporas que hayan sobrevivido al invierno, pero sí
disminuye sus posibilidades de dispersión, de provocar infecciones tempranas y de lograr
variabilidad genética) y aplicación de fungicidas adecuados, como triadimefón, triforina y
triadimenol, o los siempre útiles compuestos cúpricos. La lucha biológica, aunque funciona
en experimentos controlados, no ha sido aplicada en la práctica. Un hongo muy común
especializado en parasitar royas es
Sphaerellopsis filum
(= Darluca filum;
su teleomorfo es Eudarluca caricis).
Se reconocen unas 15 familias de royas, más algún que otro género de afiliación
incierta. Entre ellas, destacan:
- Pucciniaceae: Son las más típicas. Las
teliósporas están pedunculadas,
y emiten un promicelio por célula.
- Melampsoraceae: Las
teliósporas son sésiles, unidas
en empalizada hasta formar telios como costras.
- Coleosporiaceae: No forman promicelio externo, sino que la telióspora se
tabica al germinar.
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Figura 2: Teliósporas de las
principales familias de royas.
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El aspecto de las teliósporas de estas royas se ilustra en la fig. 2.
Familia Pucciniaceae.
Incluye más de 4000 especies. Puccinia es el género más típico; se caracteriza por
presentar teliósporas bicelulares.
Las especies más conocidas son las que afectan a
cereales: P. graminis
(roya negra), P. striiformis (roya amarilla),
P. recondita (roya parda) o P. coronata (la roya coronada, cuyas
teliósporas presentan cuernecillos). Las pérdidas que causan en el mundo pueden
suponer hasta el 10% de la cosecha global. En general se caracterizan por la aparición
de pústulas pulverulentas en hojas
y tallos. El hongo, como se dijo antes, provoca una
disminución en el rendimiento de la cosecha por disipación de nutrientes, disminución
del área fotosintética, etc. El contenido en almidón del grano baja drásticamente, o
es sustituido por celulosa, por lo que resulta inadecuado para consumo humano. Las
plantas más jóvenes pueden debilitarse tanto que lleguen a morir. Los cultivos muy
densos, o con una fertilización nitrogenada excesiva, son más sensibles al ataque.
P. graminis, la más conocida, es una roya heteroica macrocíclica, cuyo hospedante
alternativo es el agracejo (Berberis). Como se dijo antes, la lucha contra estas
royas se basa sobre todo en el empleo de variedades resistentes y la erradicación de
hospedantes alternativos. El control químico puede no ser rentable en cultivos extensivos
(depende de las circunstancias).
Hay otras especies del género que afectan a otras plantas de interés agrícola u ornamental,
como P. asparagi (espárrago),
P. malvacearum (malváceas), P. chrysantemi (crisantemos),
P. porri
(= P. allii, en cebollas y puerros),
P. purpurea (sorgo), etc.
Gymnosporangium
es otra roya con anamorfo Roestelia y teliósporas bicelulares,
aunque los telios son inconfundibles, con forma de cuernecillos gelatinosos que se hinchan
con la humedad. Los telios aparecen en enebros y sabinas, donde pueden originar escobas de
bruja y agallas. Los ecios aparecen en las hojas de perales y otros frutales de la familia
rosáceas, afectando a la fotosíntesis y disminuyendo su rendimiento. Algunos sitúan este
género en su propia familia (Gymnosporangiaceae).
Uromyces se distingue por sus
teliósporas unicelulares. Hay varias especies que parasitan leguminosas; algunas son autoicas,
mientras que otras son heteroicas, y forman sus ecios en euforbias. Destacan: U.
appendiculatus, en judías (autoica);
U. fabae (= U. viciae-fabae),
en habas (autoica); U. pisi, en
guisantes (heteroica); U. striatus, en alfalfa (heteroica). Otras especies atacan a
plantas ornamentales, como U. dianthi, la roya del clavel, o
U. limonii, la roya
del estátice. También con teliósporas unicelulares tenemos el género Pileolaria
(actualmente se incluye en la fam. Pileolariaceae), con la roya del pistacho
(P. terebinthi).
Hemileia vastatrix,
la roya del cafeto, aunque de clasificación incierta (algunos la incluyen en la fam.
Zaghouaniaceae), también presenta teliósporas unicelulares. Es una de las royas
más dañinas que se conocen aunque, obviamente, no está presente por nuestras latitudes. Por
ejemplo, fue detectada en Ceilán (hoy Sri Lanka) por primera vez en 1875. Por entonces, la isla
producía unos 50 millones de kilos de café anualmente. 20 años después, el cultivo de café en
Ceilán había desaparecido (fue sustituido por el té, lo que provocó que los ingleses, hasta esa
fecha de gustos cafeteros, cambiaran de bebida predilecta).
Familia Uropyxidaceae.
Tranzschelia es un género similar
a Puccinia, también con teliósporas
bicelulares. En el S.E. ibérico es frecuente T. discolor (= T. pruni-spinosae),
que ataca a almendros, manzanos,
ciruelos y otros frutales.
Familia Phragmidiaceae.
Tienen anamorfo Physonema. Phragmidium forma
teliósporas con varios septos
transversales, de paredes muy oscuras y con un pie notorio. Las especies más conocidas son
P. mucronatum, la roya del rosal, y
P. violaceum, la
roya de la zarzamora.
En ambos casos aparecen manchas circulares oscuras en el haz foliar, pero los
uredos (de color
anaranjado) y telios (negruzcos) surgen en el envés.
Familia Melampsoraceae.
Melampsora es el género
más típico. Hay varias especies cuyos uredos y telios
afectan a las hojas de chopos, mientras que los ecios aparecen en diversos hospedantes
alternativos: ajos y cebollas en M. allii-populina, o alerces en
M. laricis-populina.
Otras especies atacan a plantas de interés industrial, como el lino (M. lini).
Otras royas.
Ciertos géneros atacan a plantas de interés forestal. Por ejemplo,
Cronartium ribicola
(fam. Cronartiaceae), cuyos ecios pueden matar completamente a los pinos, y los
uredos aparecen en groselleros (Ribes spp.).
Las royas de la fam. Coleosporiaceae, como
Coleosporium, también causan pérdidas en árboles forestales, especialmente
pinos. Sus ecios son de tipo Peridermium.
OTROS PUCCINIOMYCETES.
El orden Septobasidiales incluye hongos que forman complejas relaciones
simbióticas o parasíticas con cóccidos. Los basidios presentan tabiques transversales.
Los septos que aparecen en las hifas son similares a los de las royas. El micelio del
hongo forma una especie de colchón sobre los insectos, a los cuales no mata, pero los
deja estériles. Destacan los géneros
Septobasidium y Uredinella. El
primero parasita colonias enteras de insectos, mientras que el segundo parece sobre
individuos aislados.
En el orden Helicobasidiales destaca
Helicobasidium purpureum (= H. brevissonii), con anamorfo
Thanatophytum crocorum (= Rhizoctonia crocorum), que parasita las
raíces de numerosas plantas.
En el orden Platygloeales hay géneros taxonómica y ecológicamente muy interesantes.
Los hay que atacan a plantas no vasculares, lo que hace
suponer que se encuentran entre los basidiomicetos más primitivos. Por ejemplo,
Eocronartium se da en gametófitos de algunos musgos, mientras que Jola se
encuentra en los esporófitos de musgos tropicales. Herpobasidium y Platycarpa
atacan a helechos, pero otros géneros son saprofitos.
En el orden Pachnocybales destaca el género
Pachnocybe.
MÁS CLASES EN PUCCINIOMYCOTINA.
En la clase Microbotryomycetes se incluyen algunos hongos
clasificados habitualmente dentro de los carbones (Ustilaginales).
Su ciclo vital es más parecido a estos últimos. Se trata de los géneros
Microbotryum y Sphacelotheca. Por esta similitud, los veremos
en la página dedicada a los carbones.
En esta clase también encontramos diversas levaduras saprofitas, como Rhodosporidium,
cuyo anamorfo, Rhodotorula, es un contaminante frecuente en placas de Petri.
Sus colonias son rojizas, rosadas o amarillentas. Las especies suelen ser saprofitas,
y se dan sobre todo en la filosfera, o bien en aguas frías, dulces o saladas. No obstante
hay algunas que causan micosis en humanos, aunque
su agresividad es baja (BSL-1). Lo mismo puede decirse de Sporobolomyces salmonicolor
(anamorfo de Sporidiobolus).
En la clase Cryptomycocolacomycetes hay una sola especie, parásita de ascomicetos.
Otras clases dentro de este filo son: Agaricostilbomycetes,
Atractiellomycetes, Classiculomycetes, Cystobasidiomycetes,
Mixiomycetes y Tritirachiomycetes.
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