Decía
Reimer que todos los niños aprenden algo de las escuelas, que
los que nunca han ido a ellas saben que las cosas buenas de este
mundo no son para ellos. Los que visitáis esta Web, no sólo
habéis vivido las escuelas, sino que, posiblemente, trabajáis o
anheláis trabajar en ellas, lo que quiere decir que estáis
decididos a asumir la responsabilidad profesional y personal de
incidir en la vida de niños, niñas y jóvenes, con el propósito
de hacerles crecer intelectual y moralmente, capacitándoles para
vivir y ejercer sus derechos y obligaciones ciudadanas, para lo
que se requiere talento para la toma de decisiones autónomas
basadas en juicios racionales y justos, o sea, Educación.
Esta forma de
entender las profesiones educativas, conlleva un triple
compromiso formativo interrelacionado: teórico, por
la necesidad de contar con un marco racional que nos oriente;
práctico, ya que nuestro trabajo es eminentemente aplicativo
y activo; y ético, porque nuestras decisiones docentes
han de estar sustentadas en saberes, valores y en lo que se debe
de hacer. Esta complejidad nos lleva a concluir en la necesidad
de implicación activa de todos los elementos en los procesos
educativos, o, si se quiere, a recordar esa máxima pedagógica
que asevera que nadie educa a nadie ni nadie se educa a sí
mismo, sino que son las interrelaciones con los demás lo que
produce nuestra educación.
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