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Demóstenes |
Demóstenes nació en 384 en el demo ático de Peania en el seno de una familia
acomodada: su padre tenía dos fábricas, una de armas y la otra de muebles; por
eso, su educación corrió pareja con los medios económicos de que disponía.
Muerto el padre en 377, comienzan a surgir dificultades en la vida de
Demóstenes, dificultades que irán templando su espíritu con aquella firmeza
propia de su caracter indomable de que tanto hizo gala en las luchas que debió
sostener con sus enemigos personales, su propia familia y más tarde, cuando
entró de lleno en la palestra de la vida política de su ciudad. El padre, antes
de morir y siguiendo las costumbres de la sociedad de entonces, lo encargó a la
tutela de sus dos sobrinos, Afobo y Demofón. Contaba Demóstenes siete años. La
psicología de Demóstenes tuvo que resentirse con el cambio experimentado en la
familia. Dicen que su temperamento se volvió áspero e iracundo y su exterior
descuidado y negligente, y hasta su cuerpo comenzó a debilitarse. Así fue
creciendo hasta llegar a la edad de los diecisiete años, próximo ya a la mayoría
de edad. En esta época quiso recobrar su herencia, sustanciosa por cierto, y
dedicarse a su administración. Pero, cuál no fue su sorpresa cuando, al
entregarle lo que quedaba de la misma, comprobó que sus tutores habían
dilapidado casi todo lo que le pertenecía. Su decisión fue llevar ante los
tribunales a los dos tutores, pero la ley exigía que en este género de causas
fuera el acusador quien perorara personalmente en el juicio. Era aquélla una
situación verdaderamente conflictiva y penosa, pero que no acabó con los ánimos
de Demóstenes. En el año 364 intentó, por fin, encausar a sus tutores por el
delito de despilfarro de su herencia. Los dos discursos que pronunció se han
conservado. Su elocuencia le otorgó el triunfo, aunque los tutores se las
arreglaron para no devolverle la herencia, a pesar del veredicto favorable.
Atenas se iba recuperando del tremendo bache en que la había metido la guerra.
La juventud de Demóstenes coincidió precisamente con esta época de recuperación
y renovación interior y exterior. El espíritu ateniense iba sobreponiéndose poco
a poco a su abatimiento e intuía la perspectiva de recobrar su poder. Atenas,
apoyada por -Tebas y Corinto, antiguas ciudades confederadas con Esparta, iba
logrando reconquistar poco a poco su posición en el concierto helénico. Después,
Tebas se separó de Esparta, circunstancia que le brindó la ocasión a Atenas para
fundar la segunda Liga (377). El año 371 Esparta amenaza a Tebas, pero es
vencida en Leuctra por Epaminondas. Tebas toma la hegemonía de toda la Hélade.
Ante el crecimiento tebano, Atenas y Esparta conciertan la paz que otroga a
Atenas la primacía indiscutible en el mar y legaliza la nueva liga mediante
tratados internacionales. En 369 Tebas invade el Peloponeso. Atenas firma una
alianza con Esparta en contra de los tebanos. Demóstenes seguía en el retiro de
su casa, preparándose para la vida política. En 363 es designado trierarca. Su
actividad central es la logografía, escribiendo discursos para otros, lo cual
era una profesión lucrativa y formativa. Pero el salto a la oratoria política es
inminente: aunque joven, sus circunstancias vitales le han templado.
Filipo II ha aparecido en la escena de Grecia con todo el ímpetu de un rey joven y ambicioso. Durante toda la existencia de Filipo, Demótenes será la encarnación viva del último espíritu de resistencia contra las ambiciones hegemónicas del macedón
(TEXTO 63: Demóstenes,
Filípica I 1-12 ). La política interna de Atenas es un cúmulo de contradicciones capaz de desorientar al espíritu más sereno y aplomado. Reina una conmoción enorme en todos los círculos de la ciudad: en lo social, en lo económico y en lo polítoco. Todos los partidos políticos, o mejor, las tendencias existentes en la ciudad, capitaneadas por sus líderes más destacados, intentan ofrecer soluciones a los problemas que se van planteando. Filipo obtiene el poder efectivo en Macedonia en 359. A partir de 357 los aliados de Atenas van haciendo defección concluyendo el proceso en 355 con un tratado promovido por el pacifista Eubulo, que supone la derrota de Atenas. Eubulo forma un partido compuesto por gentes adineradas, burguesas, pacifistas, realistas y prudentes, una prudencia rayana en el miedo, que rechazaban toda intervención en el exterior y pretendían solamente seguir una prudente política interior y económica. Aun sin formar parte de este partido, ésta parece ser la línea inicial de Demóstenes: paz en el exterior y fortalecimiento de la influencia conservadora de las clases pudientes en el interior.. Sin embargo, Demóstenes, que comprende la necesidad de organizar la economía, no deja de percibir la tremenda amenaza que supone Filipo para la libertad de la ciudad y del mundo griego. Los movimientos de Filipo en Tracia hicieron ver al orador que la cuestión no era intervención o no intervención, sino la salvación del estado.
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Demóstenes |
Desde 351 vemos a Demóstenes intentando levantar al pueblo contra el macedón:
había que actuar y pronto. El orador prescinde de partidos y se dirige
directamente al pueblo. Sin embargo, se enfrentaba a una Atenas sin ideales, con
horror al sacrificio, desunida, con un sistema democrático caduco y podrido y
con una quinta columna de atenienses al servicio de Filipo que minaban la moral
del pueblo, proponiéndole un Filipo salvador de Grecia. Demóstenes lucha contra
los demás oradores que halagan al pueblo y le dicen lo que quiere escuchar. Las
Filípicas son expresión de la lucha de Demóstenes. Las Filípicas
intentan hacer comprender al hombre de la calle un peligro que no veía con sus
propios ojos y cuyo alcance no llegaba a comprender con la inteligencia.
En la primera Filípica (ca. 349) Demóstenes no trata de halagar a la
masa, sino de decirle la verdad, por más amarga que sea y por más sacrificios
que le exija. Llama la atención sobre la necesidad de una decidida y enérgica
preparación bélica contra Filipo: pide que se dupliquen los armamentos. Filipo
no debe sorprender a Atenas, y todos han de estar dispuestos a cumplir con su
deber. Era necesario dinero. El propio orador se ofrece para dirigir los asuntos
económicos; pero sacar dinero de los ricos era casi imposible. El dinero
provendría del theorikon. Sin embargo, el pueblo era reacio a ello. El
pueblo, preso de su frivolidad y falta de patriotismo, habría sido capaz de
transigir con cualquier apuro y desastre político antes que prescindir de los
espectáculos. El partido de Eubulo, por su parte, necesitaba tener al pueblo
entretenido (TEXTO 63: Demóstenes,
Filípica I 1-12 ).
La primera Filípica fue un fracaso. Nadie hizo caso al orador. Hizo falta
que Filipo invadiera determinadas ciudades costeras del Egeo, para que fueran
evidentes las intenciones del Macedón. Hasta los propios pacifistas se echaron a
temblar pidiendo una unión de los griegos contra Filipo, pero nadie respondió al
llamamiento. Demóstenes, por su parte, al ver la situación real de Atenas, sin
ejército, sin dinero, sin aliados, sin posiciones estratégicas ni moral de
lucha, convencido por todo ello de la necesidad de hacer la paz con Filipo,
recomendó esta única aunque dolorosa salida. Hecha la paz. Filipo siguió
conquistando territorios. En 346 Grecia quedó prácticamente dominada por el
macedón. Se produce un cambio de gobierno: en 343, Demóstenes se convierte en el
jefe político ateniense, frente al cual está el partido filipista de Esquines..
Su programa de gobierno era claro: prudencia, aun a costa de humillaciones,
paciencia, diplomacia y trabajo incesante hasta encontrar el momento oportuno
para levantarse con éxito contra Filipo.
Filipo ha emprendido una nueva campaña en el Peloponeso donde apoya a las
ciudades contra Esparta. Demóstenes va al Peloponeso. Filipo pide explicaciones:
en respuesta Demóstenes pronuncia la segunda Filípica. Filipo seguía estrechando
el cerco sobre Atenas, no directamente, sino conquistando tierras en el norte y
atacando las colonias atenienses. En 341 Demóstenes pronuncia la tercera
Filípica, destinada a la propaganda política en los estados neutrales (TEXTO 64: Demóstenes,
Filípica III 1-15 ).
Demóstenes trata de convencer al pueblo de que Filipo está en una guerra no
declarada con Atenas: toda Grecia está en peligro porque nadie ha parado los
pies a Filipo. Recuerda con palabras patéticas cómo toda la Grecia se había
opuesto al poder Persa. Todos, pues, a una deben unirse contra el peligro
macedón y para ello se deben enviar embajadores a todas las ciudades para aunar
voluntades en contra del peligro común. Las palabras del orador tuvieron un
efecto positivo y diversas ciudades volvieron entrar en la causa ateniense.
La cuarta Filípica fue también pronunciada en 341. En ella exhorta a enviar una
embajada a Persia, solicitando su ayuda como un mal menor. Persia así lo hizo
interviniendo en las ciudades atenienses del Quersoneso tracio. Filipo se dirige
a Bizancio a finde interceptar el aprovisionamiento de trigo para Atenas.
Demóstenes reforma el sistema de trierarquías, haciendo recaer todo el peso
impositivo sobre las clases acomodadas. Filipo cierra el círculo: Beocia y el
Ática están amenazadas directamente. Tebas y Atenas se unen en alianza, pero en
338, en la batalla de Queronea supone la derrota final de Atenas.
En 336 Alejandro sube al trono macedón. En 324 Demóstenes es acusado de
corrupción, es encarcelado y huye a Egina y Trecén. A la muerte de Alejandro
vuelve a Atenas y organiza una liga de resistencia que será derrotada en 332,
fecha de su suicidio