Atenas, centro del mundo

La Atenas del s. V es una sociedad democrática abierta al debate. Tras la victoria en las guerras médicas (490-480) se consolida la democracia, que cada vez se va haciendo menos exclusivista, más abierta, con intervención efectiva, al final, de todos los ciudadanos (aunque no, naturalmente, de los extranjeros ni los esclavos). Los pasos decisivos son: 508 (Constitución de Clístenes), 462 (reforma de Efialtes), 446 (gobierno de Pericles).
Al propio tiempo, Atenas se convierte en una nación poderosa que acaudilla la Liga Marítima, que trata de reconquistar de los persas las ciudades griegas de Asia. Es la más rica de las ciudades griegas, la de flota más poderosa. En un momento dado hace la paz con Persia (449) y luego (446) con Esparta, con la que había entrado en conflicto; es el gran momento de la Atenas de Pericles, que realiza las grandes construcciones de la Acrópolis, Luego, a partir del 431, comienza la guerra del Peloponeso contra Esparta y sus aliados, guerra que terminó desastrosamente en el año 404. Pese a ella, Atenas continuó siendo, en lo cultural, la potencia central del mundo griego.
En el s. V acudía a Atenas toda clase de extranjeros. Entre ellos, desde luego, físicos como Anaxágoras, Demócrito y Diógenes de Apolonia; de Atenas misma es, parece, Arquelao, otro físico. Pero fundamentalmente no son los problemas de la filosofía natural lo que en Atrenas interesa, sino los problemas humanos. Estos habían sido tratados por los filósofos presocráticos, en general, de una manera más bien marginal, a partir ya del concepto tradicional de hybris, ya del de ley y justicia. Otro extranjero establecido en Atenas, el historiador Heródoto, se ocupó también del tema insistentemente. Pero van a ser ahora verdaderos teóricos del comportamiento humano, que continúan la obra de todos estos autores y tratan de fundamentar en el detalle, científicamente, nuevas teorías. Son los pensadores comúnmente llamados sofistas, de un lado, y su Contrincante Sócrates del otro.

Individualismo y ciudad

Los acontecimientos derivados de la victoria naval de Salamina provocaron una rápida expansión del poder naval y un incremento del poder político de Atenas en el Egeo. Por la protección naval contra otros posibles ataques de los persas, las ciudades e islas aliadas estuvieron dispuestas a pagar un tributo. Todo este expansionismo del poder marítimo de Atenas, unido a la prosperidad material de que se gozaba en la misma, provocaron un intenso sentimiento de orgullo patrio.
Esta nueva ciudad, garantizada su defensa y su aprovisionamiento (por la prosperidad económica y el imperio marítimo), volcada en la construcción de grandes obras edílicas, teatros, festivales, etc., requiere ahora un alto grado de educación en sus ciudadanos. Pero ¿cuál es la mejor clase de educación para formar a un mejor ciudadano?. Las respuestas son numerosas: cada ciudad tiene su propia politeia y por tanto su propia vida, por lo que requiere un tipo diferente de ciudadano. En Atenas, más democratizada la constitución de Clístenes por obra de Efialtes, los varones adultos, excepto los muy pobres, eran los capacitados para ascender al poder. Pero ya no a la manera de los tiranos (como Pisístrato, mediante un golpe violento), sino consiguiendo una esmerada educación. Es precisamente la unión de ese poder político a la prosperidad económica lo que determinó una demanda educativa muy fuerte, y todos estos elementos son los que caracterizan al s. V, y especialmente la época que tratamos.
Ahora el pensamiento político ya no se dirige tanto a la colectividad, como al ciudadano individual. Con Solón el individuo contaba poco. Era la tribu, el clan (genos), etc. o la polis lo que determinaba el poder político. Ahora no es así: existe una gran libertad individual, el Estado no se inmiscuye en la vida privada o en los esfuerzos para proveerse de dinero para él o su familia. No hay razones para criticar la autoridad de una ciudad que satisface sus necesidades y de la que el ciudadano forma parte claramente.
Pero no se puede hablar de un individualismo en sí mismo, sin asociarlo a la ciudad. No hay contradicción entre derechos del individuo y derechos de la polis. La misma búsqueda de una mejor educación tiene como finalidad servir al Estado. La forma de la constitución ateniense requería de individuos capaces para expandir el imperio. Energía y habilidad ya no son vistas, en la Atenas democrática, como privilegio heredado de familias nobles. Ahora la areté se entiende como el sumun total de habilidades, tanto para hacer algo que realmente esté bien, como para hacer algo que realmente sea bueno (habilidad teórica y práctica). Las leyes y costumbres de una ciudad podían ser aprendidas y estaban encaminadas, junto con la educación, hacia la consecución de una buena conducta. En respuesta a todas estas necesidades aparecieron los sofistas.
Los sofistas, con su presencia y educación, demostraron la conexión entre la política y la cultura, es decir, la profunda influencia de la educación de los ciudadanos sobre la naturaleza del Estado. Ello condujo a un crecimiento de un amplio cuerpo de "especialistas". Todo esto que estamos diciendo podría resumirse como parte de un problema más genérico, que es el de Sociedad-Ciencia. Pero en este momento tal problema no se dio simplemente porque se prefirió el conocimiento de una habilidad al conocimiento de un sujeto, es decir, el conocimiento de cómo al conocimiento de por qué.
 

Apología de Pródico sobre Heracles ( de Matteis, Paolo, 1662-1728)
Los sofistas en Atenas

Atenas era una democracia en la que el poder político se ganaba interviniendo en los debates del Consejo, de la Asamblea, de los tribunales: el término "orador" (retor) viene a designar al político. Y los sofistas son extranjeros que llegan a Atenas a enseñar el arte de la palabra a los jóvenes atenienses de clase rica que tienen vocación política. Cobran por enseñar y esa es su base económica. Pero, aparte de las lecciones privadas, intervienen en actos públicos en que dan epideixis o conferencias y en que se ofrecen a contestar a cualquier cosa que se les pregunte, a intervenir en cualquier debate. Más todavía: los sofistas escriben numerosos tratados, llamados tekhnai o "artes", sobre temas muy variados, no sólo sobre técnica oratoria. En ellos, como en sus conferencias y en el resto de su enseñanza, los sofistas quieren dar fundamento científico a la moral y a la política.
Los sofistas eran miembros de una profesión, más que de una escuela política, filosófica o literaria, pero al profesar la enseñanza general del discurso en público o de la areté, o la efectividad en la vida pública, los sofistas parecían antiaristocráticos, mientras que su persecución del éxito en la argumentación a expensas de la propagación coherente de valores metafísicos o morales inculcó un escepticismo que amenazaba las tradiciones griegas de la religión y la filosofía. Aristófanes presenta a los sofistas como charlatanes, y el aborrecimiento del relativismo sofístico por Platón ha dado al término un color permanentemente peyorativo.
Protágoras de Abdera visita Atenas varias veces, desde antes del año 444 aC. Pertenece al círculo de Pericles, a quien ayuda a redactar leyes para la colonia de Turios, y le encontramos otra vez en la ciudad en el año 411. Al comienzo de la época de la guerra del Peloponeso enseñaban también en Atenas Pródico de Ceos, Hipias de Elide y Gorgias de Leontino, además de sofistas de menos renombre como Trasímaco de Calcedón. De Atenas misma procede el sofista Antifonte.
Para dar una idea de la producción de estos autores, citemos algunos libros. Protágoras escribe, entre otros libros, Sobre los dioses (en que pone en duda su existencia), La Verdad o Discursos demoledores (sobre el conocimiento), Sobre el Estado original (sobre el origen de la cultura), Las Antiloquías (debates con opiniones enfrentadas). Pródico escribió las Horas, que contenía los discursos dirigidos a Heracles por la Virtud y el Vicio. De Gorgias tenemos el Sobre el no ser (teoría del conocimiento), la Helena (discurso ficticio en que se toca el tema del poder de la razón y el de la pasión), etc. Antifonte escribió La verdad y Sobre la concordia, Hipias el Diálogo troyano (consejos de Nestor a Neptólemo).
Esta pequeña selección nos presenta a Atenas como un foco de actividad intelectual, sobre líneas, por lo demás, diversas. Hay que añadir la imagen de que la vida de estos intelectuales en Atenas nos da Platón. Nos lo presenta introducidos en la sociedad ateniense, discutiendo toda clase de temas de actualidad y siendo, desde luego, objeto de sospecha por parte del sector más tradicionalista y del pueblo enemigo de novedades. Protágoras, como Anaxágoras, sufrió un proceso por impiedad. Y en Sócrates los sofistas encontraron, finalmente, su gran adversario.
 

Protágoras
Ideología de la Sofística

Sólo la presentamos aquí, y muy brevemente, en la medida en que inicia la problemática que luego será continuada por la línea principal de la filosofía griega (Sócrates y Platón). Protágoras presenta un rasgo positivo y democrático al sentar la teoría de que los hombres, como iguales que son, participan de la virtud política, porque en su naturaleza está el poseer "respeto y justicia". Ahí está el fundamento de la democracia: alguien que tiene la razón es capaz de persuadir a ella a la mayoría por causa de esa comunidad en la razón y la justicia. Pero naturalmente hay grados individuales, aunque no clases. Y la superioridad natural puede ser aumentada mediante la educación. Por otra parte, la sociedad impone penas cuya finalidad es igualmente educativa.
Ahora bien, los discípulos de Protágoras aspiran al poder político y nada hay en él que corte estas aspiraciones. Eliminando las diferencias de clase, mantiene la libre competencia entre los hombres. Y, fuera de esta justicia humana general que hay que respetar, elimina obstáculo: fundados en normas de conducta puramente consuetudinarias, tradicionales. "El hombre es la medida de todas las cosas": esto es, es autónomo para formar nuevos juicios, que luego tendrá que hacer aceptar a los demás mediante la persuasión racional. El hombre busca el placer que, como la virtud, tiene grados y debe ser buscado de acuerdo con la conveniencia.
Esto es: si la tradición ofrecía normas de conducta vacilantes y contradictorias pero fijas, ahora se abre la posibilidad de crear otras nuevas, mutables y variables según los grupos humanos y los individuos, fundadas en las normas de la razón, la conveniencia y el placer.
Algo parecido encontramos en Gorgias, aunque para este sofista la razón no es tan poderosa como lo es la pasión y lo afectivo, que logran mucho más fácilmente la persuasión. Es la persuasión, precisamente, lo que busca el orador, que se apoya en razones de oportunidad y en la fuerza casi mágica de la palabra. De aquí resulta también relativismo: el problema de la relación entre lo que el orador afirma en cada ocasión y lo que es justo, es un problema grave. Pues el orador no renuncia a hacer triunfar los intereses de su cliente o de su partido o de su ciudad, incluso los de sí mismo.
La sofística, ya se apoye en la razón, ya en la pasión, tiende a introducir una teoría del conocimiento y una moral relativista. Hay el grave peligro de que la justicia se subordine, como Sócrates temía, a razones de pura conveniencia, de pura búsqueda del éxito. Sofistas como Trasímaco y Calicles, según nos lo presentan diálogos platónicos, aceptaban ya que la justicia es el interés del más fuerte.
 

Antifonte
Phisis contra Nomos

Para la mayoría de los sofistas un tema crucial era la posibilidad de enseñar la areté. Sin embargo, esto es un aspecto de un problema más amplio, el contraste entre phisis ("naturaleza") frente a nomos ("convención"), lo inherente frente a lo adquirido, la naturaleza frente a la costumbre, la ley natural frente a la escrita, o incluso el propio interés frente a la justicia civil. Protágoras subrayó la posibilidad de la moral humana y el progreso político y se inclinó hacia dar un mayor peso al nomos que a la phisis en el proceso. Sus opiniones pueden parangonarse con la de los tres trágicos. Por otra parte, Sobre la verdad de Antifonte parece reflejar la opinión de que nomos, en la forma de moralidad impuesta por ley o convención, es una trasgresión de la naturaleza, e Hipias aparentemente pensó que la phisis podía destruir las barreras entre los hombres creadas por el nomos (TEXTO 79: Antifonte).
En el sentido epistemológico la oposición phisis/nomos se muestra como contraste entre lo real y lo aparente, o ser y parecer, o saber y creer, o probar y persuadir. Estos conceptos son importantes no sólo para la propia lógica de los sofistas, sino para la oratoria griega, en donde las demostraciones de pruebas o probabilidades encontraron aplicación práctica. Las categorías de phisis/nomos podían incluso aplicarse a la etimología: ¿tienen las palabras su significado por naturaleza o lo adquieren por convención y uso? La cuestión de ser y parecer a su vez se puede decir que plantea el problema de la validez de las creencias tradicionales, tales como la existencia, naturaleza y cognoscibilidad de los dioses. Los sofistas como grupo dudaban de la posibilidad del conocimiento teológico y comunicaron a otros su agnosticismo. La reacción fue aguda, y entre las víctimas estuvo Sócrates.