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TEXTO 79: La relatividad de las leyes (Frag. 1)
Antifonte
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Antifonte

«Justicia es no transgredir las leyes de la ciudad en la que uno es ciudadano. Así pues, un hombre obrará del modo más provechoso para él si en presencia de testigos considera grandemente las leyes y cuando está solo, sin testigos, considera grandemente lo que pertenece a la physis; en efecto, lo que pertenece a las leyes es puesto, y aquello que pertenece a la physis es espontáneamente necesario; y lo que se conforma a las leyes no ha nacido ello mismo... El que transgrede las leyes, si permanece oculto a los que están de acuerdo con ellas, escapa a la vergüenza y al castigo; en cambio, si se fuerza algo de lo que por la physis. es connatural, transgrediendo lo que es posible, aunque eso permanezca oculto a todos los hombres, en modo algún es menor el mal, ni en nada es mayor si todos lo ven; porque en este caso no hay falta según apariencia (dóxa), sin, según verdad (alethéia)... La mayor parte de lo justo según nomos es contrario a la physis; en efecto, está legislado, para los ojos qué deben ver y lo que no; para los oídos, qué deben oír y lo que no; para la lengua qué debe decir y lo que no; para las manos, qué deben hacer y lo que no para los pies, dónde deben encaminarse y dónde no; para el ánimo (nous), qué debe desear y qué no. En nada, ciertamente, es más querido o más próximo según la physis aquello apartado o aconsejado por las leyes. En cambio, el vivir es cosa de la physis y también el morir... Y lo provechoso establecido como tal por las leyes es prisión de la physis, mientras lo establecido por la physis es libre. En ningún modo --al menos según el concepto correcto-- lo que produce dolor es más ventajoso para la physis que lo que produce gozo; en ningún modo lo que aflige es más provechoso que lo que place; pues lo en verdad provechoso no debe dañar, sino servir... Son justos según la ley aquellos que, habiendo padecido algo se defienden sin ponerse ellos mismos a atacar; y los que hacen bien a sus padres, aunque éstos sean malos para con ellos; y los que conceden que la otra parte jure, sin jurar ellos mismos. Y de esto que hemos dicho, mucho se encontraría contrario a la physis; y hay en tales casos más dolor, pudiendo haber menos, y menos placer, pudiendo ser más, y se padece un mal, siendo posible no padecerlo. Si para los que aceptan esas cosas tuviese lugar alguna protección al margen de las leyes, y para los que no las aceptan, sino que van contra ellas, algún daño, no sería sin provecho la obediencia a las leyes; pero se muestra que a quienes aceptan tales cosas la justicia que emana de la ley no les protege suficientemente; en primer lugar deja padecer al que padece y ofender al que ofende; y hasta el momento nunca ha impedido que el que padece padezca ni que quien ofende ofenda»