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Antifonte |
«Justicia es no transgredir las leyes de la ciudad en la que uno es ciudadano.
Así pues, un hombre obrará del modo más provechoso para él si en presencia de
testigos considera grandemente las leyes y cuando está solo, sin testigos,
considera grandemente lo que pertenece a la physis; en efecto, lo que pertenece
a las leyes es puesto, y aquello que pertenece a la physis es
espontáneamente necesario; y lo que se conforma a las leyes no ha nacido ello
mismo... El que transgrede las leyes, si permanece oculto a los que están de
acuerdo con ellas, escapa a la vergüenza y al castigo; en cambio, si se fuerza
algo de lo que por la physis. es connatural, transgrediendo lo que es
posible, aunque eso permanezca oculto a todos los hombres, en modo algún es
menor el mal, ni en nada es mayor si todos lo ven; porque en este caso no hay
falta según apariencia (dóxa), sin, según verdad (alethéia)... La
mayor parte de lo justo según nomos es contrario a la physis; en efecto,
está legislado, para los ojos qué deben ver y lo que no; para los oídos, qué
deben oír y lo que no; para la lengua qué debe decir y lo que no; para las
manos, qué deben hacer y lo que no para los pies, dónde deben encaminarse y
dónde no; para el ánimo (nous), qué debe desear y qué no. En nada,
ciertamente, es más querido o más próximo según la physis aquello
apartado o aconsejado por las leyes. En cambio, el vivir es cosa de la physis
y también el morir... Y lo provechoso establecido como tal por las leyes es
prisión de la physis, mientras lo establecido por la physis es
libre. En ningún modo --al menos según el concepto correcto-- lo que produce
dolor es más ventajoso para la physis que lo que produce gozo; en ningún
modo lo que aflige es más provechoso que lo que place; pues lo en verdad
provechoso no debe dañar, sino servir... Son justos según la ley aquellos que,
habiendo padecido algo se defienden sin ponerse ellos mismos a atacar; y los que
hacen bien a sus padres, aunque éstos sean malos para con ellos; y los que
conceden que la otra parte jure, sin jurar ellos mismos. Y de esto que hemos
dicho, mucho se encontraría contrario a la physis; y hay en tales casos
más dolor, pudiendo haber menos, y menos placer, pudiendo ser más, y se padece
un mal, siendo posible no padecerlo. Si para los que aceptan esas cosas tuviese
lugar alguna protección al margen de las leyes, y para los que no las aceptan,
sino que van contra ellas, algún daño, no sería sin provecho la obediencia a las
leyes; pero se muestra que a quienes aceptan tales cosas la justicia que emana
de la ley no les protege suficientemente; en primer lugar deja padecer al que
padece y ofender al que ofende; y hasta el momento nunca ha impedido que el que
padece padezca ni que quien ofende ofenda»