El Gudari

­ Cómo gritaba el muy cerdo. ¿Vistes cómo el muy mamón pedía socorro? No tienen dignidad ni cuando se están muriendo.

­ Pues lo de su compañero fue hasta de risa. El muy cobarde, estoy seguro que se meó encima.

­ Que vá, seguro que se fue de vareta. Esos tipos son todos iguales. Mientras que tienen la sartén por el mango se creen la reina de Saba. Pero todo cambia cuando la tortilla se da la vuelta.

­ Hablando de tortilla, hoy hemos frito dos huevos. ¿Pillas el juego de palabras?

­ ¡Iván! Cuelga el teléfono y vente a cenar que los platos se están enfriando y luego te quejas de que la carne está tiesa.

­ Bueno colega, tengo que colgar. Mañana nos vemos en el instituto. Aaaadios.

Ante la mesa, tres platos esperan la llegada de los comensales. Mientras, la madre se afana en el último viaje desde la cocina, trayendo una jarra de agua. El padre sigue sentado en el sofá, a ratos ojeando el periódico, a ratos mirando la televisión. El día ha sido duro para él, desde joven trabajando en la empresa que fue de su padre y ahora le pertenece, un negocio de pinturas, recientemente ampliado con distribución al por mayor. Es un hombre que aún a su edad se encarama a los andamios para vigilar que el trabajo se hace tal y como el cliente lo ha pedido.

Los titulares recogen los sucesos del día anterior, cuando comenzaron los enfrentamientos de la policía con los simpatizantes de ETA y Herri Batasuna. Lee la tipografía grande y su cabeza se mueve, despacio, de izquierda a derecha, en señal de desaprobación.

­ No lo digo más. La cena ya está fría ­dice la madre ya sentada.

Iván acaba de colgar el teléfono. Antes de aproximarse a la mesa se acerca a la televisión para coger el mando a distancia.

­ Son casi las nueve, deja el telediario, a ver que cuentan de lo de hoy.

­ Venga, aita, esos no dicen nada más que mentiras y desgracias. Además, en tele cinco echan hoy "Cocodrilo Dandee".

­ Te he dicho que dejes la primera. Cuando terminen las noticias, pones lo que te de la gana.

­ Vale, vale.

Los tres ya han comenzado a comer. La madre pregunta a Iván dónde ha estado toda la tarde. El le cuenta que en la biblioteca, estudiando para los exámenes de la semana siguiente. "¿No te habrás cruzado con ningún jaleo de los que esos han montado?" Pregunta la madre.

­ Mamá, "esos" luchan por la libertad de nuestro pueblo, "esos" son auténticos gudaris. Y no, no me he cruzado con ningún jaleo.

­ No digas chorradas, hijo ­interviene, alzando el tono el padre.­ Esos son simplemente unos gamberros con una excusa. Si hubiera independencia segurían incendiando contenedores, y apedreando a la gente, sólo que entonces ya no tendrían coartada.

­ Si tú lo dices.

Mientras, en la pantalla del televisor unos encapuchados lanzan un cocktel molotov a dos policías. Uno de ellos consigue esquivarlo, pero el otro corre envuelto en llamas hasta que cae al suelo y un viandante le tira una chaqueta para apagar el fuego.

­ Joder ­articula el padre­. No sé dónde vamos a llegar. Están locos ­coge el mando a distancia y eleva el volumen.

Desde el otro extremo de la habitación les llega ahora la voz del locutor y alcanzan a escuchar las últimas palabras de la crónica: "Los incidentes de hoy suponen una nueva vuelta de tuerca a la sociedad vasca. Hoy, una familia está llorando la muerte de un hijo, de un marido, de un padre. Una nueva muesca en el haber de los violentos."

­ ¿Se ha muerto? Seguro que es mentira, ¿os habeis fijado que se movía cuando lo han metido en la ambulancia? Estos de la televivión española no saben más que envenenar al pueblo para que no distingan quienes son sus verdaderos defensores.

La madre ya está recogiendo la mesa. Iván se ha sentado en el sofá y ha cambiado a tele cinco. Paul Hogan entra en un bar luchando con un cocodrilo disecado, se le oye reir.

El padre ha recogido su plato y sus cubiertos y entra en la cocina.

­ ¿Qué te pasa hoy? Casi no me has hablado desde que has llegado ­interroga la madre.

­ Preferirías no saberlo.

­ Pero me gustaría, ¿es que pasa algo malo?

­ Hoy me ha visitado uno que decía hablar en nombre de ETA ­responde, bajando la voz, el padre.

­ Y, ¿qué quería?

­ Dos millones, dos millones o que me despida de mi familia.

­ Dios mío. ­Se acerca a su marido y le abraza.

­ Ya habían venido antes, y los mandé a la mierda, pero ahora os amenzan a vosotros.Tendré que pagar, tendré que pagar. Si fuera por mí se iban a enterar, pero tengo miedo por Iván y por tí.

­ ¿Se lo vas a decir a él?

­ No, no quiero que su vida se vea afectada por el miedo. Pagaremos y punto. Ni él ni nadie se debe enterar, ¿me entiendes?

***

­ Iñaqui, no puedo hablar muy alto, mis padres están acostados, ¿sabes ya que tenemos mañana?

­ No todo, sólo me han dicho que vamos a quemar la empresa de uno que se está haciendo de rogar.

­ Hijoputa el tío. A ver si tenemos suerte y le pillamos dentro. Cabronazo.

­ Además, seguro que nos sale un buen fuego, el almacén lo tiene lleno de pinturas. Será como San Juan en Valencia.

 

© David Uclés, 1996