 |
Isla de Melos |
(Embajado de los atenienses a los habitantes de la isla de Melos,
conminándolos a rendirse)
Los embajadores atenienses se expresaron del modo siguiente: "Dado que el
presente, se desarrolla ante el pueblo, sin duda la multitud, al escuchar de
nuestros un discurso seguido, argumentos sugestivos e irrefutables (pues tenemos
conciencia de que esta es la es la razón de que nos hayáis invitado a tomar la
palabra ante un pequeño comité de notables), vosotros, los que os sentáis a la
mesa conferencias, adoptad un procedimiento más seguro aún: exponed vuestra
postura punto por punto, no con un único discurso, sino interrumpiendo
inmediatamente cada vez que hagamos una propuesta que no os parezca atinada. Y
así, manifestad ante todo si os parece bien el procedimiento que proponemos."
Los delegados melios contestaron: "Nada hay que objetar a este equitativo
procedimiento de que nos expongamos mutuamente, en una atmósfera de paz, los
respectivos puntos de vista; pero la guerra, que es ya un hecho y no una simple
posibilidad, no se compadece muy bien con esa proposición. Porque vemos que
habéis acudido aquí en calidad de jueces de nuestras palabras y, por lo tanto,
que el resultado de estas conversaciones, como es natural, será para nosotros,
si triunfamos en el terreno del derecho y, por consiguiente, no cedemos, la
guerra, y si nos dejamos convencer la esclavitud."
Atenienses: "Si habéis acudido a la conferencia para hacer conjeturas
sobre el futuro o con cualquier otra finalidad que no sea negociar la salvación
de vuestra patria ateniéndoos a la situación presente y a lo que tenéis ante la
vista, podemos levantar ya la sesión. Si no, podemos proseguir. "
Melios: "Es natural, y merece disculpa, que, en la situación en que nos
hallamos, nos desviemos con frecuencia, en nuestras palabras e ideas, de la
cuestión. Pero, en fin, el propósito de esta conferencia es, realmente, nuestra
salvación; por. tanto, que el debate se realice, si os la forma que proponéis."
Atenienses: "Bien; no vamos ahora a aduciros una larga retahíla de
argumentos --poco persuasiva, por otra parte-- proclamando, con pomposos
términos, que nuestro imperio es justo porque derrotamos a los medos, o bien
que, víctimas de vuestras ofensas, queremos tomarnos el desquite; pero no
esperamos tampoco que vayáis a creer poder convencernos manifestando que no os
habéis puesto a nuestro lado porque sois una colonia de Esparta, o que no nos
habéis causado daño alguno; de lo que se trata es de alcanzar los objetivos
posibles sobre la base de las verdaderas intenciones de ambas partes. Lo sabemos
tan bien como vosotros: en el cálculo humano la cuestión de la justicia se
plantea sólo entre fuerzas iguales; si no, el fuerte impone y el débil cede".
Melios: "Pero según nuestra opinión al menos, es útil (y hay que emplear
este término una vez que vosotros mismos habéis propuesto hablar de conveniencia
dejando al margen la justicia), es útil, repetimos, que no destruyáis un bien
común a todos, y que aquel que se halle en reciba un trato equitativo y pueda
protegerse, incluso acudiendo a argumentos que no sean rigurosamente lógicos.
Actitud que no dejaría de favoreceros a vosotros mismos, tanto más cuanto que
vuestra eventual derrota, que iría acompañada de una represalia implacable, se
convertiría en una lección para los demás"
Atenienses: "«No nos angustia el fin que pueda tener nuestro imperio, si
llega algún día a ser destruido. No son los Estados que imperan sobre otros,
como los lacedemonios, los que pueden ser terribles para los vencidos (y, por
otra parte, ahora no estamos en guerra con Esparta), sino los pueblos sometidos
que se rebelan contra su opresor y consiguen vencerle. Así que dejadnos correr
este riesgo. Lo que sí queremos demostraros es que estamos aquí por el bien de
nuestro imperio, y que nuestras palabras irán encaminadas a conseguir la
salvación de vuestra patria, porque queremos añadiros a nuestros dominios sin
causaros trastornos, y conseguir que os salvéis en beneficio de ambos."
Melios: "Pero, ¿cómo puede sernos útil a nosotros convertirnos en
esclavos como lo es para vosotros conseguir nuestra sumisión?
Atenienses: "Lo es, porque en vez de sufrir un cruel destino, ibais a ser
súbditos nuestros, en tanto que nosotros saldríamos beneficiados ahorrándonos
vuestra aniquilación"
Melios "¿Y no aceptaríais que permaneciéramos neutrales y fuésemos amigos
vuestros en vez de enemigos, sin ser aliados de ninguno de los dos bandos?"
Atenienses: "No, porque no nos perjudica tanto vuestra enemistad como vuestra
amistad, que nuestros súbditos interpretarían como un signo de impotencia, en
tanto que vuestro odio puede ser para ellos un signo manifiesto de nuestra
fuerza."
Melios: "¿Es ésta la idea que tienen vuestros súbditos de la lógica? ¿Es
que conceden la misma importancia a los que no tienen lazo alguno de parentesco
con vosotros y a las ciudades que, en su mayoría, son colonias vuestras, y que,
en algunos casos, se han sublevado y han sido' sometidas?"
Atenienses: "Sí, porque consideran que ni unos ni otros carecen de razón,
pero que éstos, gracia a su potencial, conservan su independencia, y que
nosotros, por temor, no les atacamos. De suerte que, aparte el hecho de aumentar
nuestros dominios, vuestra sumisión nos dará seguridad, especialmente porque
vosotros, unos isleños, sin duda menos fuertes que otros, habréis sucumbido ante
los dueños del mar."
Melios: "¿Y no consideráis que en nuestra proposición anterior puede
tener cabida también la seguridad? Porque también en este punto, de la misma
manera que nos habéis constreñido a dejar de lado todo argumento jurídico e
intentáis persuadirnos a que nos sometamos a vuestro interés, también nosotros
debemos mostraros lo que nos es útil, y, si nuestra conveniencia y la vuestra
coinciden, intentar, a nuestra vez, persuadiros. Pues bien: ¿cómo no vais a
tener que enfrentaros con todos los pueblos actualmente neutrales cuando
observen vuestra conducta y piensen que también algún día les atacaréis a ellos?
Y obrando de este modo, ¿qué otra cosa vais a conseguir sino reforzar el poderío
de vuestros actuales enemigos e incitar, muy a pesar suyo, a enemistarse con
vosotros quienes ni siquiera pensaban hacerlo?"
Atenienses: "No, porque no consideramos auténticamente peligrosos para
nosotros a los pueblos continentales que gozan de libertad, y que se lo
pensarían mucho antes de tomar medidas defensivas contra nosotros, sino a los
pueblos insulares no sometidos, como vosotros, y aquellos que se sienten
exasperados por un yugo que no pueden sacudir: éstos sí que, entregándose a
vanas ilusiones, podrían arrastrarnos, y con nosotros a sí mismos, a un peligro
evidente."
Melios: "Pero si vosotros estáis dispuestos a exponeros a tan grandes
riesgos para no perder vuestro imperio, y lo mismo hacen los que ahora se hallan
bajo el yugo para liberarse de él, la conclusión clara es que para nosotros que
todavía conservamos la libertad, es una gran bajeza y cobardía no recurrir a
cualquier medio antes de caer en la esclavitud"
Atenienses: "No, si reflexionáis con cordura; porque en vuestro caso no se trata
de una competición de heroísmo entre iguales para evitar el deshonor; más bien
se trata de un examen para buscar el medio de salvaros frente a quienes son
mucho más fuertes"
Melios: "Bien, pero sabemos que las guerras presentan unos avatares que
se reparten con mayor imparcialidad de lo que cabría suponer a juzgar por la
desproporción de las fuerzas de ambos bandos. Y para nosotros ceder
inmediatamente significa abandonar toda esperanza, en tanto que si hacemos algo
cabe aún la esperanza de mantenernos en pie."
Atenienses: "¡La esperanza! Sí, es ciertamente un consuelo en el peligro;
y a los que recurren a ella desde una situación de superioridad puede dañarles,
mas nunca arruinarles. Pero los que todo lo arriesgan a una sola jugada (y la
esperanza es pródiga por naturaleza) constatan su vacuidad cuando están ya
perdidos, y descubren su verdadera faz cuando no les queda ya recurso para
protegerse contra ella. No queráis caer en este error ahora vosotros, que sois
débiles y disponéis de una sola alternativa; no actuéis como la mayoría de los
mortales, que pudiendo todavía salvarse por medios humanos cuando, cuitados, les
abandonan las esperanzas basadas en realidades tangibles, recurren a las que
están basadas en medios inciertos, la adivinación, los oráculos y otras
prácticas semejantes que, con su carga esperanzada, causan verdaderos estragos"
Melios: "Difícil nos parece también a nosotros, podéis creerlo, luchar
contra una potencia como la vuestra y contra la fortuna, si ésta no ha de
repartirse por igual. Y, sin embargo, por lo que a la fortuna se refiere,
confiamos en que la divinidad no permitirá que nosotros llevemos la peor parte,
pues defendemos una causa noble contra quienes obran impíamente; y en que a
nuestra inferioridad militar vendrá a sumarse la alianza de Esparta, que
comporta ciertas obligaciones. Ella nos mandará ayuda, si no por otra razón, al
menos por los lazos de sangre y por un sentimiento de pundonor. No es tan
irracional nuestra confianza."
Atenienses: "En cuanto a la benevolencia divina, tampoco nosotros creemos
que vayamos a quedar en inferioridad: ni exigimos ni hacemos nada que contradiga
lo que los hombres piensan de los dioses ni los principios en que basan sus
mutuas relaciones. Y, en efecto, partimos del supuesto que los dioses y los
hombres --respecto a los primeros en base a la opinión, a los segundos con toda
certeza-- por una ley natural inexorable dominan sobre los que superan en poder.
No hemos sido nosotros quienes hemos decretado esta ley, ni fuimos los primeros
en aplicarla; existía ya cuando la recibimos y la legaremos a la posteridad para
que continúe vigente. Simplemente, nos sometemos a ella, convencidos de que
también vosotros y cualquier otro pueblo haríais lo mismo en caso de llegar a
poseer un poder como el nuestro. De suerte que, por lo que respecta a la
protección divina, no tenemos por qué temer que vayamos a recibirla en
proporción menor.
Ahora bien, por lo que se refiere a vuestra opinión sobre Esparta, si confiáis
en que acudirá en vuestra ayuda por pundonor, os felicitamos por vuestra
ingenuidad, pero en modo alguno envidiamos vuestra inconsciencia. Mirad: los
lacedemonios, en sus relaciones mutuas y en sus instituciones nacionales
practican el código del honor, pero de su comportamiento con los demás pueblos
habría mucho que hablar. En resumen, cabría afirmar que, de todos los pueblos
que conocemos, son los que más inequívocamente identifican lo que les complace
con el deber y su propio interés con la justicia. Y en verdad que tales
principios no se compadecen demasiado con esa irracional esperanza de salvación
que abrigáis ahora."
Melios: "Precisamente esto es lo que justifica más nuestra actual
confianza: en su propio interés no querrán traicionar Melos, que es una colonia
suya, destruyendo con ello la confianza que en ellos han depositado los Estados
amigos, y prestando, en cambio, un servicio a sus enemigos."
Atenienses: "A lo que se ve, olvidáis que interés y seguridad marchan
juntas, y que servir a la causa de la justicia y cumplir con el deber comporta
siempre peligros, cosa que, por lo general, suelen evitar los espartanos."
Melios: ".Sí, pero creemos que por nuestra causa estarán mejor dispuestos
a arriesgarse, y que la empresa no les parecerá tan peligrosa en defensa nuestra
que de otros. Al fin y al cabo, para una intervención, nuestra patria está
situada cerca del Peloponeso, y, por otro lado, dada nuestra comunidad de
origen, les ofrecemos mayores garantías de lealtad."
Atenienses: "Bien, pero para un eventual aliado la garantía no reside
justamente en la lealtad de quienes han pedido su ayuda, sino en su enorme
potencial militar. Y ésta es precisamente una condición que los lacedemonios
consideran más que nadie: por poner un simple ejemplo, dada la desconfianza en
sus propias fuerzas, cada vez que entran en guerra contra un Estado vecino, se
hacen acompañar de un gran contingente de aliados suyos a la campaña. Así que no
es lógico suponer que envíen a una isla un ejército propio cuando nosotros
controlamos la mar."
Melios: "Pero podrían enviar a otros. Es muy extenso el mar de Creta, y,
en su vasta extensión, resulta más difícil para el que lo controla apresar naves
enemigas que el que éstas puedan burlar el bloqueo. Y si fallara este recurso,
podrían volverse contra vuestro propio territorio y contra el de vuestros
aliados que Brásidas no llegó a atacar. Y, en tal caso, ya no se tratará de
luchar por un país que en nada os concierne, sino para defender vuestra propia
tierra y la de vuestros aliados."
Atenienses: "No sería ésta para nosotros una experiencia nueva, y menos para
vosotros que no ignoráis que jamás Atenas ha levantado un solo asedio por temor
a un segundo frente.
Por lo demás, advertimos que, pese a haber declarado que ibais a examinar las
medidas adecuadas para salvaros, en esta dilatada conferencia no habéis aducido
ningún argumento que justifique en un pueblo la confianza y la certeza de la
salvación. Vuestra fuerza se basa en esperanzas diferidas, y los recursos de que
ahora disponéis son débiles comparados con las fuerzas alineadas ya contra
vosotros. Así que daréis una muestra de gran insensatez si nos invitáis a
retirarnos sin Tomar una decisión más inteligente que ésta. Porque sin duda no
iréis ahora a refugiaros en aquel sentimiento que tan grandes daños ocasiona en
momentos de claro y humillante peligro, es decir la dignidad. ¡Cuántas veces
hombres que veían lo que les esperaba permitieron que lo que llamamos honor, por
la fuerza de esa seductora palabra, los dominara! Y entonces, vencidos por ese
simple nombre, cayeron voluntariamente en desgracias irreparables, atrayéndose,
con ello, en oprobio aún más vergonzoso por deberlo a su insensatez, no a un
simple golpe de la fortuna. Si tomáis una actitud razonable, evitaréis ese
infortunio, y no juzgaréis indigno inclinaros ante una ciudad más poderosa
cuando os presenta una proposición tan moderada: convertiros en aliados
tributarios suyos pero continuando dueños de vuestra tierra, y no obstinaros en
el peor partido cuando se os ofrece la posibilidad de elegir entre la guerra y
la seguridad. No ceder ante un igual, mostrarse razonable con el fuerte, tratar
al débil con moderación: tal es el mejor medio de alcanzar el éxito.
Reflexionad, pues, una vez nos hayamos retirado, y pensad una y otra vez que
estáis deliberando la única que tenéis, y que su prosperidad y su ruina dependen
de vuestra única decisión"