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Obreros egipcios |
Antigüedad de los egipcios y fuentes de información (II,2-ss)
Por cierto que los egipcios, antes de que Psamético reinara sobre ellos, se
consideraban los hombres más antiguos del mundo; pero desde que Psamético, al
ocupar el trono, quiso saber qué pueblo era el más antiguo, desde entonces
consideran que los frigios son más antiguos que ellos y ellos más que los demás.
Resulta que Psamético, como no podía hallar, pese a sus indagaciones, ninguna
solución al problema de quiénes eran los hombres más antiguos, puso en práctica
lo siguiente. Entregó a un pastor dos niños recién nacidos, hijos de las
primeras personas que tenía a mano, para que los llevara a sus apriscos y los
criara con arreglo al siguiente régimen de vida: le ordenó que nadie pronunciara
palabra alguna ante ellos, que permaneciesen aislados en una cabaña solitaria y
que, a una hora determinada, les llevara unas cabras; y luego, después de
saciarlos de leche, que cumpliese sus restantes ocupaciones. Psamético puso en
práctica este plan y dió esas órdenes porque quería escuchar cuál era la primera
palabra que, al romper a hablar, pronunciaban los niños, una vez superada la
etapa de los sonidos ininteligibles. Y, en efecto, así sucedieron las cosas. Dos
años llevaba ya el pastor en este menester, cuando, un día, al abrir la puerta y
entrar en la cabaña, los dos niños, lanzándose a sus pies, pronunciaron la
palabra bécos al tiempo que extendían sus brazos. Como es lógico, la primera vez
que la escuchó, el pastor no le dió importancia, pero como, en sus frecuentes
visitas para cuidar de ellos, esta palabra se repetía insistentemente, acabó por
informar a su señor y, por orden suya, condujo a los niños a su presencia.
Entonces, cuando Psamético los hubo escuchado personalmente se puso a indagar
qué pueblo daba a algún objeto el nombre de bécos y, en sus indagaciones,
descubrió que los frigios llaman así al pan. Por lo tanto, y sacando deducciones
de este hecho, los egipcios convinieron en que los frigios eran más antiguos que
ellos. Que así sucedió lo escuché de labios de los sacerdotes de Hefesto en
Menfis. Sin embargo, ciertos griegos, entre otras muchas tonterías, llegan a
decir que Psamético mandó cortar la lengua a unas mujeres y dispuso que los
niños se criaran con ellas en esas condiciones.
En fin, eso es lo que me dijeron sobre la crianza de esos niños; pero también
obtuve otras informaciones en Menfis, cuando entré en conversaciones con los
sacerdotes de Hefesto; y me dirigí, asimismo, a Tebas y Heliópolis para recabar
noticias de los mismos temas con el deseo de comprobar si coincidían con lo que
me habían dicho en Menfis; pues los sacerdotes de Heliópolis tienen fama de ser
los egipcios más versados en relatos del pasado. Ahora bien, las informaciones
que escuché relativas a los dioses, no estoy dispuesto a contarlas, con la única
salvedad de sus nombres, pues creo que todos los hombres tienen similares
nociones sobre ellos; y lo que mencione sobre el particular, lo haré obligado
por necesidades del relato.
Animales sagrados y exóticos (II,66-ss)
Y por cierto que, aunque los animales domésticos son abundantes, todavía lo
serían mucho más, si a los gatos no les sucediera lo siguiente. Las hembras,
después de parir, ya no frecuentan la compañía de los machos; y, aunque ellos
tratan de aparearse con ellas, no lo consiguen; por lo que, ante ello, recurren
a esta treta: se apoderan de las crías, separándolas subrepticiamente de las
hembras, y las matan (no obstante, al darles muerte no se las comen). Las gatas,
entonces, al perder sus cachorros, desean otros y acaban por recurrir a los
machos, pues a este animal le encanta tener crías. Por otra parte, cuando se
produce un incendio, a los gatos les ocurren cosas prodigiosas; en efecto, a
pesar de que los egipcios, dispuestos a intervalos, se mantienen atentos a los
gatos sin preocuparse de apagar el fuego, los animales se cuelan por entre la
gente o saltan por encima y se arrojan a las llamas. Estas reacciones de los
gatos sumen a los egipcios en una gran tristeza. Además, si en una casa muere un
gato de muerte natural, todos sus moradores se depilan las cejas, solo eso; en
cambio, si muere un perro, se afeitan todo el cuerpo, incluida la cabeza. .....
La naturaleza de los cocodrilos, por otra parte, es la siguiente. Durante los
cuatro meses de pleno invierno no come nada; pese a ser un animal cuadrúpedo,
vive en tierra firme y en aguas tranquilas, pues pone e incuba sus huevos en
tierra y pasa la mayor parte del día en terreno seco; en cambio, toda la noche
se la pasa en el río, ya que, entonces, el agua está más caliente que la
temperatura del ambiente y del rocío. De todos los seres vivos es, que sepamos,
el que, a partir de un minúsculo tamaño, alcanza el máximo crecimiento, pues los
huevos que pone no son mucho mayores que los de oca y la cría guarda proporción
con el huevo; pero en su desarrollo llega a alcanzar hasta diecisiete codos e,
incluso, más. Tiene ojos de cerdo, grandes dientes y colmillos proporcionados a
las dimensiones de su cuerpo. Es el único animal que nace sin lengua; tampoco
mueve la mandíbula inferior, sino que también en ese punto es el único animal
que acerca la mandíbula superior a la inferior. Tiene asimismo garras poderosas
y una piel cubierta de escamas e impenetrable en el lomo. En el agua es ciego,
pero de vista sumamente aguda al aire libre. Y resulta que, a causa de su
permanencia en el agua, lleva la cavidad bucal toda llena de sanguijuelas. Pues
bien, mientras que todos los pájaros y animales le rehuyen, el reyezuelo, en
cambio, vive en paz con el cocodrilo, porque este animal recibe su ayuda; en
efecto, cuando este animal sale del agua a tierra, nada más abrir sus fauces
(cosa que, por lo general, suele hacer cara al céfiro), el reyezuelo penetra en
su boca y devora las sanguijuelas; entonces el cocodrilo siente placer al ser
aliviado y no le causa daño alguno.