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TEXTO 24: Himno a Afrodita (Frag. 1 D)
                    Me parece igual a los dioses
(Frag. 2 D)
                    Lo mejor es lo que uno ama
(Frag. 27 D)
                    Requiebros a la amada
(Frag. 96 D)
                    La manzana
(Frag. 116 D)
Safo
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Afrodita (s. I aC.)

Himno a Afrodita (Frag. 1 D)
Inmortal Afrodita, de polícromo trono, hija de Zeus, trenzadora de engaños, yo te suplico no domes, Señora, mi ánimo con penas ni angustias, sino que vengas aquí, si alguna vez en el pasado oíste mi voz desde lejos y asentiste y viniste. dejando la casa dorada de tu padre, con el carro uncido: hermosos gorriones ligeros de alas zumbantes y de batido rápido te trajeron sobre la oscura tierra desde el cielo a través del aire medio, y llegaron pronto; y tú, bendita, con una sonrisa en tu faz inmortal preguntaste qué me había pasado esta vez y por qué te llamaba esta vez y qué es lo que en mi enloquecido corazón deseaba más que me ocurriera: “¿A quién tengo que convencer esta vez para que te corresponda con su amor? ¿Quién te preocupa, Safo? Si ella se escapa, pronto te perseguirá; si no acepta regalos, qué: regalos dará a cambio; si no ama, pronto amará incluso en contra de su voluntad”. Ven a mí ahora de nuevo y libérame de las angustias opresoras; cumple con todo lo que mi corazón anhela, y tú misma sé mi compañera de lucha.
Me parece igual a los dioses (Frag. 2 D)
Me parece que es igual a los dioses el hombre aquel que frente a ti se sienta, y a tu lado absorto escucha mientras dulcemente hablas y encantadora sonríes. Lo que a mí el corazón en el pecho me arrebata; apenas te miro y entonces no puedo decir ya palabra. Al punto se me espesa la lengua y de pronto un sutil fuego me corre bajo la piel, por mis ojos nada veo los oídos me zumban me invade un frío sudor y toda entera me estremezco, más que la hierba pálida estoy, y apenas distante de la muerte me siento, infeliz.
Lo mejor es lo que uno ama (Frag. 27 D) 
Dicen unos que un ecuestre tropel, la infantería otros, y ésos, que una flota de barcos resulta lo más bello en la oscura tierra, pero Yo digo que es lo que uno ama. Y es muy fácil hacerlo comprensible a cualquiera. Pues aquella que mucho en belleza aventajaba a todos los humanos, Helena, a su esposo, un príncipe ilustre, lo abandonó y marchóse navegando hacia Troya, sin acordarse ni de su hija ni de sus padres en absoluto, sino que la sedujo Cipris. ... También a mí ahora a mi Anactoria ausente me has recordado. Cómo preferiría yo el amable paso de ella y el claro resplandor de su rostro ver ahora a los carros de guerra de los lidios en armas marchando al combate.
Requiebros a la amada (Frag. 96 D)
De veras, estar muerta querría. Ella me dejaba y entre muchos sollozos así me decía: “¡Ay, qué penas terribles pasamos, ay Safo, qué a mi pesar te abandono!” é a mi pesar te abandono!” yo le respondía: “Alegre vete, y acuérdate de mí. Ya sabes cómo te quería. Y si no, quiero recordarte….cuántas cosas hermosas juntas gozamos. Porque muchas coronas de violetas y rosas y flores de azafrán estando conmigo pusiste en tu cabeza, y muchas guirnaldas entretejidas, hechas de flores variadas alrededor de tu cuello suave. Y ungías toda tu piel…. con un aceite perfumado de mirra y digno de un rey y sobre un mullido cobertor junto a la suave … suscitaste el deseo… Y no había baile ninguno, ni ceremonia sagrada donde no estuviéramos nosotras, ni bosquecillo sacro …
55. La manzana (Frag. 116 D)
Cual la manzana que se cubre de rojo en la alta rama, en la rama más alta, y los recolectores la olvidan.... ¡Pero no, no la olvidan, es que a ella no pueden llegar!