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Safo |
Su vida transcurre en Mitilene, en la isla de Lesbos, entre los siglos VII y VI a.C., aunque ya desde la antigüedad su fama mezcló pronto realidad con leyenda, ignorándose incluso la fecha de su nacimiento y muerte. Pocos son los datos seguros: parece de la misma edad que Alceo; de familia noble, casada, al parecer, con hombre rico, y con una hija, fue desterrada a Sicilia hacia el 600 a Cr., pero regresó pronto; la mayor parte de su vida la pasó en Lesbos, a cuya vida social y ciudadana está muy ligada. Regentó un círculo femenino, la “casa de las servidoras de las Musas”, paralelo a los círculos aristocráticos masculinos. Safo se dirige a sus amigas-discípulas de la misma manera que Alceo a sus amigos, pero no habla de guerras ni de política. El círculo de Safo está relacionado con el culto, pero no se trata de un tíaso (culto a un sólo dios), ya que aquí se habla de varios dioses (dioses y diosas eróticos, en relación con la vegetación y la fertilidad). Dedicó su actividad a la iniciación de las doncellas en los secretos y deberes de la sexualidad femenina, una iniciación sensual, estética y didáctica en los secretos del eros. Ningún escándalo debe producir el hecho de que esa iniciación se hiciera a través de la experiencia homosexual. Sin prejuicios ante lo que era una institución socialmente admitida y con paralelos en otras partes de Grecia, esa instrucción tenía una doble dimensión comunitaria e individual, ya que no cabe negar la pasión, la nostalgia y el sentimiento que la poetisa experimenta respecto a algunas de sus educandas.
Casi toda su poesía está dedicada a muchachas, excepto alguna dirigida a sus hermanos y quizá a Alceo. Según la tradición, escribió nueve libros de odas, epitalamios, elegías e himnos, de los que solo una pequeña parte nos ha llegado. El tema principal de sus poemas era el amor, expresado siempre con una natural sencillez, a veces con ternura, a veces con pasión. En todos los casos es siempre algo íntimo y sentido, un verdadero eros, sin trivialidades. Sus poemas de amor, apenas con adornos, tienen la inmediatez y espontaneidad de algo sentido, en los que la persona se muestra en su totalidad, con cuerpo y espíritu, con placer y dolor. Eros es lo más bello, lo más deseable, pero también lo más duro e irresistible. Coincide en los temas de la fiesta, la autobiografía, la familia ; la invocación a los dioses (sólo que se trata de dioses relacionados con las mujeres y el amor : Afrodita, Eros, Persuasión, Hera, Artemis, Musas, Gracias). El tema erótico es el dominante: se refiere a las relaciones de Safo con sus amigas. Safo ama a las muchachas del círculo: ya pide a Afrodita que cedan a su amor, ya se dirige a ellas directa¬mente, ya simplemente expone su amor, valiéndose a veces de comparaciones o modelos míticos. Los motivos típicos son los celos y la separación.
Los poemas de Safo arrancan en lo esencial del himno y otras formas cultuales, pero son ya generalmente poemas personales. Safo transmite a sus amigas, y a su público, valores generales relacionados con la belleza, el eros, una concepción de la naturaleza y la vida. Descubre una problemática del amor que ya nunca se olvidará, sino que más tarde se traspasará al amor heterosexual. A la vez, Safo nos muestra su alma desnuda: motivos y temas generales se han adaptado para expresar su caso particular. La poesía de Safo es en parte religiosa, de grupo, y en parte personal e íntima. En ella se en¬tremezclan lo colectivo y lo privado, lo religioso y lo íntimo, lo espiritual y lo material, lo humano y lo natural, lo presente y el mito tradicional. La parte más accesible de esta poesía lo constituyen los epitalamios, poesía de encargo llena de motivos populares, tradicionales. Es una poesía dramática y mimética en que intervenía el cortejo que acompañaba a la novia a la casa del novio, con los coros de muchachos y muchachas, la novia y el novio. Los temas tradicionales son el enfrentamiento de muchachas y muchachos, los elogios de la novia y del novio, el portero que defiende el tálamo, los cantos nocturnos, los cantos del alba. Entre su obra no hay propiamente himnos a los dioses, pero sí encontramos frecuentes alu¬sio¬nes a lo cultual.
Lo más característico de la obra de Safo es la manifestación de lo personal: opinión, amor, añoranza, queja, recuerdos, exhortación, consuelo, etc. Casi siempre mantiene la estructura ternaria que es antigua en la poesía monódica y que he¬reda la antigua secuencia de intervenciones del solista-coro-solista. Suele incluir un anillo en que al principio y al final van la plegaria, la manifestación de la opinión o el sentimiento, y rodean un centro, tradicionalmente mítico, que se convierte en un “mito sáfico”, o no hay mito sino comparación, des¬cripción de los sentimientos, etc. Escribe en su dialecto lesbio autóctono, utilizado con tal sencillez y perfección, que muchos de sus fragmentos nos han llegado a través de gramáticos como ilustraciones de ese dialecto. Utilizó metros variados, de los que especialmente uno, la llamada estrofa sáfica, va ligado a su nombre. Su poesía fue muy admirada ya en la antigüedad; en la época helenística y romana se le elevó a la categoría de décima musa. Poetas latinos como Catulo y Ovidio conocen su poesía y la imitan. La calidad e intensidad de su poesía amorosa siempre se ha valorado mucho por traspasar las fronteras del tiempo.
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