Milman Parry
"Guzlari" yugoslavos
La cuestión homérica: M. Parry



Al final de la Edad Oscura, entre los siglos VIII y VII, se llevó a cabo la redacción de los poemas que la tradición atribuye al poeta Homero. Ya en el siglo XVIII se planteó la duda de que un solo poeta, en los albores de la creación literaria de la humanidad, fuera capaz de realizar una obra de tal envergadura. Al mismo tiempo, una cierta crítica literaria, que ya había funcionado entre los eruditos de la Biblioteca de Alejandría, en los momentos finales de la historia independiente de Grecia, tendía a considerar impropio de la personalidad de Homero el hecho de que en los poemas se advirtieran contradicciones o repeticiones. El resultado fue el nacimiento de la querella homérica, en torno a la unidad de los poemas, en la que algunos defienden que se trata de dos obras únicas, compuestas por un individuo genial, donde es inevitable la apreciación de determinados fallos, y otros que se trata de un conglomerado de obras sueltas irregularmente compuestas y enlazadas, La viejísima cuestión de la composición de los poemas y, sobre todo, la explicación de algunos de sus rasgos de estilo encontraron, por primera vez una respuesta satisfactoria gracias a los trabajos de Milman Parry, quien demostró que la poesía homérica era de composición oral, cuyo rasgo más característico era el estilo formular. Incluso encontraron un paralelo reciente: desde 1934 recogieron (y ¡grabaron!) poemas de igual longitud, cantados y compuestos por bardos yugoslavos, denominados "guzlari", que no sabían leer ni escribir. El recitado duraba varias semanas, pero no se trataba de una improvisación al azar, sino que era preciso poseer una técnica rigurosa .

La poesía oral como vehículo
de transmisión cultural




Efectivamente, en una sociedad iletrada la posibilidad de conservación y transmisión del saber depende de la capacidad del cantor para memorizar una serie de fórmulas tradicionales que se transmiten de generación en generación. Tras la desaparición del mundo micénico y la pérdida de la escritura silábica, Grecia fue durante siglos, una sociedad iletrada que sólo disponía de la tecnología oral, el discurso rítmico organizado en unidades y módulos verbales y métricos, como medio de conservación y comunicación. De ahí el papel fundamental de la poesía como instrumento de transmisión cultural, y ello explica también la aparición de temas y motivos que pueden parecer a primera vista ajenos al propósito poético de los poemas. Así, por ejemplo, la Iliada relata también a su manera el enfrentamiento entre dos poderosos como son Aquiles y Agamenón, cuyo egoísmo puede poner en peligro al grupo, pero cuyas conductas están también controladas por éste. Porque, efectivamente, la hilo de este enfrentamiento se van estableciendo las pautas de cómo hay que repartir un botín, qué era lícito tomar de una ciudad saqueada, las graves consecuencias de desafiar los mandatos divinos, la legitimidad y también la responsabilidad que asisten a los reyes que portan un cetro como símbolo de una autoridad, el modo de convocar una asamblea y cómo comportarse en ella, etc. Además de estos códigos éticos, los poemas exponían las normas de etiqueta aristocrática, la forma en que había de hacerse una súplica, el modo de comportarse en un festín, la manera en que debían cultivarse los vínculos de hospitalidad, etc. Y son muy frecuentes las escenas típicas en las que se transmiten conocimientos técnicos sobre el modo en que hay que descargar una nave, embarcar y desembarcar, organizar un sacrificio, dirigir una plegaria a los dioses, construir escudos y armas, etc.

La ausencia de escritura

Cada uno de los dos grandes poemas épicos tienen más de 12.000 versos, divididos en venticuatro cantos cada uno. Son grandes poemas que, sin duda, fueron escritos desde el principio por Homero o el escriba a quien se los dictó: es inconcebible, sin la escritura, la existencia de poemas tan extensos. Ya hemos dicho que en el siglo VIII a JC. Grecia vuelve a conocer la escritura: una escritura distinta a la micénica, hacía tanto tiempo perdida, a saber, la fundada en el alfabeto griego, de que deriva en definitiva el nuestro. Este alfabeto es, como se sabe, de origen fenicio. Estos versos son hexámetros: versos extensos formado cada uno por seis unidades de ritmo llamadas pies y cuyo tipo fundamental está constituido poe el dáctilo, es decir, por la serie de una sílaba larga y dos breves. Los hexámetros eran cantados por los aedos ("cantores") al son de la fórminge que ellos mismos tocaban: una especie de cítara o guitarra sin mástil, de cuatro o cinco cuerdas. Sólo posteriormente, en época griega más reciente, la epopeya no se cantaba, sino que se recitaba por obra de los rapsodas.