El fracaso de los griegos ante el empuje de Macedonia se debió fundamentalmente a la crisis de la Polis. Política, social, económica y espiritualmente la fuerza de la Polis griega estaba rota. Los continuos conflictos entre estados, agravados por la ausencia de un poder hegemónico, ocasionaron el empobrecimiento de Grecia y la agudización de las luchas entre ricos y pobres, muchos de los cuales se vieron obligados a emigrar o enrolarse como mercenarios en cualquier ejército. La incapacidad para solucionar los problemas económicos alejó a los ciudadanos de la participación en la política, por lo que la sociedad se hizo más conservadora y buscó otro tipo de organización política, como la monarquía o la liga de estados.
 Macedonia hacia el 360 aC.
Macedonia: Geografía


Recibía el nombre de Macedonia una llanura situada al Norte de Grecia, rodeada de montañas boscosas, como los montes Pindo, Olimpo o Vermión. Limitaba al Sur con Tesalia y por el Este se extendía hasta el río Strymón. Señálanse en este país dos regiones principales: la llanura de la Macedonia Baja, entre la montaña y el golfo Termaico (o de Salónica) y las regiones montañosas de la Macedonia Alta, cuencas cerradas y rodeadas de boscosos montes. Su clima es de contraste, pasando de la temperatura dulce del Mediterráneo, rápidamente, a la crudeza del continental. Así constituida, Macedonia se convirtió en un país rico. Las llanuras eran vastas (especialmente se cultivaba trigo y vid) y las alturas abundantes en pastos, bosques y caza. Este pueblo de pastores y campesinos nutrió a una aristocracia de grandes propietarios, muy amantes de la caza y de la bebida, en un mundo que no conoció problemas de insuficiencia alimentaria. El país proveía, además, materias exportables muy codiciadas por los griegos: madera de construcción, resina, pez y cáñamo: toda la construcción naval de las ciudades griegas podía verse afectada de desearlo Macedonia. El subsuelo ofrecía, también, interesantes posibilidades: hierro, cobre, oro y especialmente plata en el Pangeo (con ello se sufragó la política diplomática y militar de Filipo). Por último, el país era rico en hombres, recuperándose rápidamente de batallas con grandes mortandades.

Sistema político

El sistema de gobierno es la monarquía, con un rey de tipo patriarcal que recuerda al homérico: jefe militar, intermediario entre el pueblo y los dioses y juez. Lo normal es que herede el trono un hijo del monarca, pero no es obligatorio y se practica una fidelidad total, pero no tanto dirigida al rey cuanto a la monarquía (en los textos oficiales se menciona a menudo a “los macedonios” junto al rey, como pactantes). De hecho, la asamblea macedónica interviene para confirmar sentencias de muerte propuestas por el soberano y para designar sucesor del rey difunto. El fortalecimiento de la monarquía con Filipo II conllevó el desarrollo del absolutismo regio. El pueblo eran los soldados, antes que nadie. Para vinculárselos, los reyes hicieron “hetairoi” (“compañeros”) a los jinetes (de 1.500 a 1.800), cuya vida compartían. De entre sus hijos se elegían a los “niños reales” (paides basilikés), educados junto a Alejandro, quien seleccionó entre éstos a los jefes militares que necesitó. En definitiva, en éxito en política exterior procede de la superioridad de su organización militar. La falange está constituida por infantes (pastores y campesinos) armados de largas lanzas (sarissa) y un pequeño escudo redondo; a sus flancos combate la caballería, integrada por los nobles. Se adopta la línea oblicua y la unión orgánica de las distintas armas.

Historia

Si bien en época histórica los macedonios fueron considerados bárbaros por los griegos, originariamente pertenecieron, sin duda, al tronco común helénico, y con toda probabilidad a la estirpe doria, hablando un dialecto derivado del griego. Con el tiempo fueron diferenciándose profundamente, especialmente por su vecindad con Tracios e Ilirios. Para Heródoto, el fundador del reino fue Pérdicas I (s.VIII), aunque el primer monarca macedónico que aparece como personaje histórico es Amintas I (540-498 a.C.), coetáneo de Pisístrato, quien se vio obligado a convertirse en vasallo del persa Dario I, ya que la expansión persa y sus enfrentamientos con los griegos alcanzaron a Macedonia. Su hijo Alejandro I (498-454 a.C.) fue llamado el “filoheleno” por su actitud favorable a los atenienses durante las Guerras Médicas. Su hijo Pérdicas II (454-413 a.C.) reunificó Macedonia y se mantuvo indeciso en las Guerras del Peloponeso, si bien tendió a favorecer a Esparta. Le sucedió Arquelao (413-399 a.C.), quien trasladó la capitalidad a Pella, y otros varios hasta llegar a Filipo II (359-336 a.C.), el verdadero artífice de la grandeza macedónica.