El conflicto entre Córcira y Corinto

Esparta no salía perjudicada del desarrollo de la Confederación bajo la hegemonía de Atenas, pero sí algunas de sus ciudades aliadas. Si el expansionismo comercial de las ciudades confederadas hubiera encontrado lugares nuevos que admitieran sus mercancías (cosa que sólo sucedió en escala inferior al incremento de la economía), las ciudades no alineadas en la Confederación hubieran podido mantenerse sin serias dificultades. La excesiva oferta de las ciudades aliadas y en especial de Atenas obligaba, por tanto, a poner trabas al comercio de Corinto y Megara, al no aumentar al mismo ritmo de la producción artesanal la demanda de los centros compradores. El único camino que tenía Atenas era el bloqueo directo o indirecto de estas ciudades competidoras y ajenas a sus protegidas. Esta es la causa de la Guerra del Peloponeso. Los incidentes anteriores al comienzo de los conflictos y los pretextos aducidos fueron otros: La explosión se produjo en la isla de Corcira, donde se libraba una enconada guerra civil entre oligarcas y demócratas. En 435 a.C., los oligarcas llamaron en su ayuda a Corinto, la ciudad madre, que era también una oligarquía. Corinto dio gustosamente su ayuda. Envió una flota que, sin embargo, fue rápidamente derrotada por los demócratas de Corcira. Corinto, furiosa, preparó una fuerza expedicionaria mucho mayor. Los demócratas de la isla, naturalmente, apelaron a Atenas,la gran defensora de los demócratas de todas partes. Atenas envió diez barcos. No lo hizo solamente por amor a la democracia. Atenas tenía nuevos intereses en Occidente, ahora que había fundado Turios en el sur de Italia, y una Corcira amiga (que estaba en la ruta marina hacia Italia) sería sumamente útil.

El conflicto entre Corinto y Megara

En 433 a. C., las flotas de Corcira y Corinto se enfrentaron nuevamente. Esta vez Corinto tenía 150 barcos (el doble de los que había enviado la primera vez) y estaba haciendo retroceder lentamente a los corcirenses cuando los barcos de los atenienses, que habían estado observando la batalla, irrumpieron del lado de los corcirenses. Esto alteró el equilibrio lo suficiente como para cambiar el curso de la batalla, y cuando otros veinte barcos atenienses aparecieron en el horizonte, los corintios se alejaron, nuevamente derrotados. Corinto tenía muchas razones de enemistad contra Atenas. Esta era una potencia marítima rival que, en la generación anterior, había reducido a Corinto a un segundo plano, y Corinto recordaba con amargura que había salvado a Atenas cuando Cleómenes I podía haberla arrasado. Atenas había derrotado a Corinto en tierra veinte años antes, al ponerse de parte de Megara, y ahora la había derrotado en el mar al asumir la defensa de Corcira. La situación no podía ser peor. En venganza, Corinto usó su influencia sobre la ciudad de Potidea (que había fundado dos siglos antes), en la Calcídica, y la instigó a rebelarse contra Atenas. Pero los atenienses entraron en acción inmediatamente y, aunque Potidea y otras zonas de la Calcídica mantuvieron la agitación durante un tiempo, Atenas no parecía encontrar allí demasiadas dificultades. Desesperada, Corinto suplicó insistentemente a Esparta que entrara en acción. Se oponía a esto el inteligente rey de Esparta Arquidamo II, que había subido al poder en los días anteriores al terremoto de cuarenta años antes. Tenía buenas relaciones con Pericles e hizo todo lo que pudo para mantener la paz. Pero la misma Atenas minó el suelo a Arquidamo. Pericles decidió adoptar una actitud enérgica y mostrar el poder ateniense. Impuso una prohibición comercial contra Megara, miembro particularmente vulnerable de la alianza espartana. Ningún mercader megarense podía comerciar en ningún puerto controlado por Atenas, lo cual significaba que no podía comerciar prácticamente en ninguna parte. Ahora que las ciudades-Estado se dedicaban a la industria y la agricultura especializada, el comercio era esencial. Sólo mediante el comercio podían adquirirse alimentos para la ciudad. Con su comercio estrangulado, Megara pronto iba a pasar hambre. Por desgracia, esto atemorizó a Esparta equivocadamente. Los obtusos espartanos pudieron comprobar los temibles efectos del poder marítimo y comprendieron que los ejércitos de tierra no brindaban ninguna seguridad mientras Atenas dominase los mares, a menos que fuese aplastada antes de hacerse aún más fuerte. Por ello, en 431 a.C., los éforos hicieron caso omiso de Arquidamo y declararon que Atenas había roto la Tregua de los Treinta Años (que por entonces sólo había durado catorce años).

 
Las fuerzas en conflicto

La guerra era inminente. Los estados griegos se alistaban en uno u otro bando, en torno a ambos protagonistas del conflicto.
A) Esparta dominaba el Peloponeso, excepto Argos y Acaya. Corinto y Megara le daban el dominio del istmo; en el norte contaba con Beocia, Fócida y Lócrida.
B) Atenas confiaba en su Confederación; y además contaba con Platea al norte, Corcira y Acarnania al oeste.
Atenas tenía fuerzas territoriales suficientes, y su superioridad naval era indiscutible. Por su parte, Esparta podía reclutar fuerzas terrestres no menores, pero era inferior en fuerzas marítimas y en recursos monetarios. En tales condiciones, la estrategia de Pericles fue evitar un combate terrestre decisivo, aun a expensas del sacrificio del Ática, conservar el dominio del mar y abstenerse, durante la lucha, de toda adquisición de nuevos territorios.