Fue la capital en tiempos históricos de Laconia, estado al sudeste del Peloponeso fundado por los dorios. Lacedemón fue el nombre corriente en tiempos históricos tanto para la ciudad como para el estado; el nombre de Esparta se aplicaba sólo a la ciudad, y sólo en contextos poéticos y patrióticos. La ciudad se hallaba situada en un altiplano en la orilla oeste del río Eurotas, y consistía en poco más que un grupo de aldeas.
Vista del Peloponeso desde satélite


En Esparta se consolidó el más impresionante de los Estados dorios con unas formas políticas que en principio eran más o menos semejantes a las de otras naciones de Grecia, pero que acabaron por tomar unas características especiales. Tanto que, dentro de los Estados griegos, Esparta resultó algo completamente aparte: una ciudad donde la división de clases se hizo absolutamente rígida, donde dentro de la clase superior se instituyó una absoluta igualdad. En vez de llegarse a una progresiva igualación entre aristocracia y pueblo, En Esparta se llegó a una igualación dentro de la aristocracia, separada del pueblo radicalmente.

De los orígenes hasta el s. VI

  Quizá durante el siglo X aC. una agrupación de aldeas dóricas en torno a la acrópolis se unificó en una entidad política. La tradición legendaria transmitida en la épica homérica situaba en Esparta el reino de Menelao, el rapto de Helena, la casa de Tíndaro y las relaciones amorosas entre Zeus y Leda. Por otro lado, la tradición se refiere al retorno de los Heráclidas como acontecimiento posterior a la guerra de Troya, fundamento de una imagen de Esparta como ciudad típicamente dórica. Junto al dialecto dorio se considera huella sintomática de los efectos del proceso migratorio la existencia de las tres tribus que se repiten en otros centros considerados del mismo origen, Hileos, Dimanes y Pánfilos.

División entre amos y siervos

La clase dominante se considerará heredera de los Heráclidas, dorios por su procedencia, pero predorios por representar el retorno por el que reivindicaban el territorio del que habían sido expulsados. La existencia en tiempos históricos de dos familias reales que se proclamaban descendientes de Heracles, los Agíadas y los Europóntidas, de cada una de las cuales provenía uno de los dos reyes hereditarios que gobernaban conjuntamente el estado, sugiere un compromiso en materia de regulación del poder. Hacia el 700 aC. todo el territorio de la franja costera oriental de Laconia había sido incorporado al estado espartano, y su población, tanto predórica como dórica, fue reducida a una condición de limitada independencia, en la que se les conocía como periecos ("habitantes del entorno") o se habían convertido en siervos, conocidos como hilotas, vinculados a la tierra que cultivaban para sus amos espartanos. La creación de esta clase fue el primer escalón en una forma de vida que iba a distinguir a Esparta de todos los demás estados griegos.
Expansión de Esparta

Las Guerras Mesenias

En el siglo VIII Esparta combatió en la Primera Guerra Mesenia (quizá entre 735 y 715 aC.). Conducidos por el rey Teopompo los espartanos conquistaron la fortaleza de Itome y como resultado se anexionó gran parte del estado vecino de Mesenia, reduciendo a su población al mismo status que los hilotas de Laconia. A partir de entonces Esparta se convirtió en la primera potencia del Peloponeso e incrementó los lotes de tierra explotados por siervos dependientes que constituían el medio de vida de las familias espartiatas. Hacia el año 700 aC. se adoptó la reforma de la constitución, atribuida a la figura mítica del legislador Licurgo, que la historia conoce tan poco como Homero, y que se hallaba redactada en la llamada Gran Retra o código político-social de los espartiatas. La Retra consolidó definitivamente la estructura política de Esparta. El levantamiento de Mesenia en el s. VII, tal vez más bien después que antes de la severa derrota de Esparta ante Argos en Hisias (669 aC.) vino a parar en la Segunda Guerra Mesenia, durante la cual, según la tradición, los mesenios resistieron durante varios años contra los espartanos. Los poemas de Tirteo para exhortar a los soldados ponen de relieve que ahora ya, frente al antiguo ejército tribal cargado de indicativos épicos, los soldados se mueven condicionados por las estructuras de la falange hoplítica. Los poemas de Tirteo resultan así una fuente excepcional para conocer la mentalidad subyacente a la nueva estructura militar impulsora de reformas de orden político y social. El levantamiento permitió poner a punto la nueva táctica de la falange hoplítica y transformar Esparta en un auténtico Estado militar en el que sólo una minoría de la población (menos de 10.000) tenía plenos derechos políticos y sociales. De todas formas sus intentos de expansión hacia Argos fracasaron y el ejército espartano fue derrotado en Isias (669).

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La Liga del Peloponeso

Pero hacia el 550 aC. obtuvo un éxito de gran magnitud al fundar la Liga del Peloponeso (que incluía Corinto y Megara, pero no Argos y Acaya) bajo liderazgo de Esparta. Estos estados permanecían autónomos y no pagaban tributos pero aportaban un contingente militar. A cambio, los espartanos ponían a disposición de los aliados la fuerza conjunta de la Liga cuando fuera necesario defenderse de enemigos externos. De este modo,  Esparta llegó a poseer todo el tercio inferior del Peloponeso y controlaba perfectamente, por medio de la Liga, la situación política de los gobiernos conservadores establecidos en el resto de las grandes ciudades. Esparta estaba entonces en la cima de su poder. Su política de miras estrechas y que atendía sólo al interior se hizo evidente cuando en el 499 se negó a ayudar a los griegos de Jonia en su revuelta contra Persia