Evolución: La Polis monárquica

 Desde las referencias a formas monárquicas, mencionadas en los poemas homéricos, hasta los basilei ("reyes") de la época de Hesiodo (s. VII a.C.), las ciudades griegas se organizaron políticamente bajo un régimen de basileia, que no siempre es equivalente a monarquía. No obstante, se asume generalmente que el régimen monárquico, propiamente dicho, desapareció en el mundo griego a lo largo del s. VIII (coincidiendo significativamente con el periodo de configuración de la pólis), por lo que no se podría hablar propiamente de pólis monárquica. Pero la tradición es unánime al atribuir a un "rey" (héroe o no) la fundación de las ciudades. Además, en muchas de éstas permaneció la figura del basileus como simple magistratura con competencias de carácter religioso (caso de Atenas). En su origen, el rey sería uno de los jefes de las tribus constitutivas de la ciudad, que ostenta la jefatura religiosa, judicial y militar de la comunidad, y que transmite su condición por vía hereditaria; más tarde, el rey sería elegido entre los miembros de la nobleza (que se denominaban asimismo basilei); finalmente, la figura del monarca sería abolida y el poder político sería controlado por un Consejo de nobles. En la pólis monárquica este consejo, generalmente denominado Consejo de Ancianos, tenía una mera función consultiva asesorando al rey en determinados temas. Pero la decisión política recaía en la voluntad del monarca, incluso cuando éste decidía convocar a la Asamblea de ciudadanos para conocer su opinión.

Evolución: La Polis aristocrática

  Se ha pretendido que la caída de la monarquía fue la consecuencia de una revolución política llevada a cabo por las "aristocracias locales", del mismo modo que lo será la sustitución de éstas por regímenes tiránicos. Pero la prueba más clara de que no fue así es el hecho significativo de que, en algunos casos, la sustitución de la monarquía no conllevó la abolición de la realeza como tal, sino que ésta pervivió durante siglos como "honor de determinadas familias en cuanto descendientes de "reyes": los Agíadas y Euripóntidas en Esparta, Medóntidas y Alcmeónidas en Atenas, Basiquíadas en Corinto, etc. Por lo tanto, el paso de la monarquía a la aristocracia no fue violento ni revolucionario, probablemente por el creciente poder adquirido por la aristocracia durante el periodo monárquico. En efecto, los miembros de los distintos genos controlaban la mayor parte de la tierra de la comunidad y ante todo representaban el poder militar del Estado; los nobles formaban el grupo dirigente de la pólis. Había ya, por tanto, una clara diferencia entre "aristocracia" y "pueblo común". La peculiaridad de este cambio político está en el hecho de que las pólis griegas, antes o después pero de forma sistemática, pasaron de monarquías a "repúblicas", en cuanto organizadas mediante un sistema de poder compartido, no unipersonal. En el marco de la pólis aristocrática se produjeron cambios políticos, económicos y sociales que condicionaron el desarrollo posterior: expansión colonial, introducción de la moneda, tiranías. Las condiciones internas de cada pólis determinarán las soluciones. Pero el elemento que más contribuyó al declive progresivo de la aristocracia fue la formación de un ejército hoplítico, en resumen, de infantería, en rivalidad con el de caballería (los hippeis o "caballeros") controlado por los nobles. Hacia mediados del siglo VII los hoplitas habían arraigado en gran parte del mundo griego, por lo que estos ciudadanos, conscientes de su poder militar, reclamaron del Estado mayores cotas de participación política. Serán, en definitiva, los ciudadanos "activos" los que constituirán el Consejo aristocrático, a pesar de que los "no activos" formen parte de la Asamblea. Y, de entre los "activos", sólo los miembros de las familias más nobles cubrirán las Magistraturas, mientras que el pueblo (démos) se encuentra, de hecho, al margen de las responsabilidades políticas.

Evolución: La Polis democrática

  La democracia es la forma más tardía de organización política y persistente de la pólis griega, pero no las más generalizada. El caso ateniense, el más conocido, ha ensombrecido la situación de otras pólis como Mileto o Quíos que alcanzaron la democracia antes que Atenas. Ya a finales del siglo VII, la introducción de la moneda impulsó la actividad comercial y ante todo creó una nueva forma de riqueza en dinero (hasta entonces la riqueza sólo se podía evaluar en la posesión mayor o menor de tierra, lo que además era requisito para acceder a la ciudadanía. La codificación escrita de las leyes durante la primera mitad del s. VII privó a los nobles de uno de sus tradicionales privilegios: la administración de la justicia de acuerdo con su arbitraria interpretación del derecho consuetudinario. Paralelamente los beneficios generados por el comercio configuraron un nuevo grupo social no propietarios de tierras, cuya fortuna se evaluaba en riqueza mobiliaria. La rivalidad política entre las diversas facciones de la aristocracia dio a este nuevo grupo la oportunidad de acceder a la ciudadanía. Las clasificaciones censatarias o timocráticas que, como la de Solón en Atenas a comienzos del s. VI a.C., se basaban en el producto agrícola, debieron adaptarse ahora a rentas (en dinero, en especies), aunque siguieran siendo evaluadas en bienes agrícolas. Las diferencias tradicionales entre la población rural y la urbana tendieron a desaparecer especialmente cuando los criterios de origen y fortuna fueron sustituidos por el de domicilio o residencia (rural o urbana) a efectos de atribuciones políticas. Era el primer paso hacia la igualdad política (isonomía) de todos los ciudadanos. Pero de la vieja estructura aristocrática se mantenían algunos elementos formales, como la institución del Consejo. Era preciso potenciar las atribuciones de la Asamblea para minimizar sus atribuciones tradicionales y convertir al pueblo (démos) en el poder soberano de la nueva organización política: el démos debía no sólo votar las leyes y elegir a sus magistrados, como en otras Asambleas, sino también controlar controlar sus actuaciones en orden al bienestar común. El Estado debía proteger al mayor número posible de ciudadanos, del mismo modo que éstos se encargaban de la defensa de éste con "armas" y con "leyes". Por tanto, en la pólis democrática tendió a borrarse la tradicional diferencia entre ciudadanos "activos" y "no activos", si bien ésta se mantendrá de hecho, no de derecho. Había una teórica igualdad de derechos políticos que, en la práctica, se rompía a favor de las viejas y nuevas aristocracias.