Moscóforo, jocen que sostiene un ternero con leve sonrisa (c. 570 aC)
El renacimiento griego

 La Epoca Arcaica abarca el período que hay entre la primera olimpiada (776 a.C.) hasta finales del siglo VI. Esta época, conocida como renacimiento griego, corresponde tradicionalmente al siglo VIII, y es cuando aparecen los rasgos de la civilización griega propiamente dicha, la que evolucionará a través del arcaísmo, el clasicismo y el helenismo. El concepto de renacimiento, aplicado en tiempos recientes, se refiere al hecho de que los mismos griegos consideraron que se formaba una nueva civilización, pero, como la del Renacimiento moderno europeo, se basaba en el antiguo prestigio que en este caso representaba la época heroica, la cual consideraban que estaba reflejada en los poemas homéricos. El renacimiento tiene lugar tras los siglos oscuros, equiparados a la Edad Media por la historiografía moderna, los que siguieron a la época micénica. El comienzo de esta nueva época, designada también con un cómodo término tomado de la Arqueología, significa también un cambio profundo en la vida de Grecia en todos los órdenes y coincide (lo que ciertamente no es casual) con el comienzo de lo que podemos llamar segunda tradición histórica escrita (listas de magistrados, registros de los acontecimientos mas sobresalientes, anales). Cuando, a partir del s. VIII a.C., volvemos a hacernos una idea de lo que era la cultura griega, vemos que, como hemos adelantado, los grandes reinos micénicos han desaparecido. En su lugar quedan pequeñas ciudades, casi aldeas: sitios de refugio en caso de peligro para una población que vive casi toda en los campos. Son gobernadas por las familias nobles (basileus, jefes de tribus o agrupaciones gentilicias) que constituyen, aproximadamente, lo que pudiéramos llamar un Estado elemental. El pueblo prácticamente no existe, y no se habla de sus asambleas: lo que traducimos por asamblea, ekklesía es una reunión de ciudadanos "elegidos" o "llamados" es decir, una institución aristocrática creada precisamente para afirmar el poder de los nobles.

Evolución política

 Durante estos años se fueron abandonando, no sin crisis y luchas, ciertas instituciones que se consideraban intocables en el comienzo del I milenio y creando otras. La monarquía, incluso cuando en algún lugar fue restaurada, jamás volvió a ser lo que fue. La sociedad era puramente gentilicia: cada una de las unidades, fundadas en lazos de sangre reales o supuestos, tenía cultos propios, asentamientos propios, asambleas, jefes, etc., con un fuerte espíritu de autonomía. A través de la lucha del pueblo para conseguir constituciones escritas, podemos hacernos una idea de lo que era el derecho en la época de la aristocracia que pudiéramos llamar "pura (Dracón y su "ojo por ojo, ..."). Múltiples cambios históricos, económicos, etc. propiciarán el paso a regímenes oligárquicos o democráticos con los años; Esparta y Atenas serán las representantes de estas dos soluciones.

Desaparición de la monarquía

 Efectivamente, después de la desaparición de los palacios micénicos, se desarrollan paulatinamente formaciones aristocráticas que concentran tierras y hombres en torno a ciertos lugares controlados por los basileîs, entendidos como príncipes aristocráticos capaces de aglutinar poblaciones en relaciones del tipo de las clientelas. Los hombres realizan funciones productivas o militares bajo la dirección del jefe que, con sus medios, se encuentra en condiciones de ofrecerles protección y participación en el reparto de los beneficios de la producción o del botín. Las residencias de algunos de estos jefes se transformarían en lugares de culto al aglutinar a las poblaciones del entorno. Así, el mapa de la Grecia del final de la Edad Oscura está formado por grandes centros de reunión que articulan las poblaciones, organizadas en torno a los príncipes y con carácter religioso cada vez más acentuado. Muchas veces el lugar de culto se apoya en lugares micénicos de cierto prestigio, donde puede haber tumbas, altares o palacios.

Kuroi, estatua votiva (c. 580 aC)
De los palacios a las ciudades: el ethos aristocrático

 Las aristocracias constituyeron, pues, el centro de las actividades y el control de las tierras en el éthnos (comunidad tribal que se agrupa por razones militares y religiosas, pero que no forma una unidad política estable). Así se produce en proceso de formación de las entidades que van cobrando personalidad a lo largo de los siglos oscuros, para desembocar en las realidades de inicios del arcaísmo. Los santuarios étnicos cobraron del mismo modo gran importancia, a veces como herederos de los centros del poder aristocrático. Se hicieron en ocasiones paulatinamente centros de futuras confederaciones. Las estructuras clientelares se organizan, pues, en torno a las tumbas principescas, como lugares representativos del poder de las familias que han sido capaces de apropiarse de la tierra y asentar su poder sobre la comunidad. El período oscuro es el espacio cronológico clave para la formación de dichas estructuras políticas, entre los palacios y las ciudades. La redistribución se realizaba de maneras múltiples, pero una de ellas, de importancia determinante, fue que los lugares donde habitaban los príncipes se convirtieran en sede de los lugares de comensalidad, donde el jefe hacía la distribución de los recursos en una transposición al palacio de la labor que los jefes cazadores realizan en el campo. La basileía, entendida como sistema aristocrático a la caída de las monarquías micénicas, constituye, pues, un marco extendido por toda Grecia, donde los señores tienen capacidad para agrupar a su alrededor las poblaciones, tanto en el ámbito productivo como en el defensivo. En Atenas está representado por la época que míticamente se identifica como la anterior a Teseo, cuando cada comunidad vivía en sus propios campos, con sus propios santuarios y sólo se unían por razones militares. Arqueológicamente se nota cómo se agrupan las poblaciones del Ática en torno a diversos santuarios, el principal de los cuales sería precisamente el de la Acrópolis, dedicado a Erecteo, que había ejercido la basileía en tiempos míticos. Junto al basileús, se desarrolla una amplia aristocracia que centra su poder en las unidades familiares y productivas representadas por el oîkos. La dispersión humana y productiva sólo se corrige en una unidad ocasional por razones militares, como dice Tucídides al tratar de la Atenas anterior a Teseo, y en una unidad cultual que se refiere al héroe en torno a cual se organizan las dependencias jerarquizadas.