Hay una acusada
tendencia a reducir la historia del mundo griego antiguo al análisis de
antítesis sucesivas: cretenses frente a micénicos, aqueos frente a dorios,
Esparta frente a Atenas, Griegos frente a Persas, etc. Sin embargo, las líneas
nunca están totalmente claras. Con esta primera dicotomía, existían entre
cretenses y micénicos ciertas analogías: son organizaciones palaciegas en las
que la realeza ocupa un lugar destacado. Sin embargo, el rey micénico parece
haber conseguido imponer su autoridad por la fuerza, es un jefe militar. No es,
pues, una sociedad pacífica. Los micénicos eran de estirpe diferente que los
minoicos. Más altos que aquéllos, llevaban barba y vestían de otra manera,
mientras que los cretenses iban afeitados. En la actualidad, poseemos
escasísimas nociones acerca de sus creencias respecto a la vida de ultratumba;
tal vez creyesen en alguna forma de supervivencia ultraterrena. En todo caso,
mientras que los ajuares depositados en las tumbas cretenses solían ser
"simbólicas", los de las micénicas eran "reales". Las
tumbas en "tholos" consistían en una amplia plazoleta circular
excavada en la vertiente de una colina, a la que se accedía por un corredor.
Los reyes micénicos eran sepultados con una gran cantidad de vasos de cerámica
y metal, los rostros con máscaras de oro, de muy tosca factura, que trataban de
reproducir, mal que bien, los rasgos del difunto.
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Máscara de Agamenón encontrada por
Schlieman y denominada "de Agamenón" (c. 1500 aC.) |
Vaso de Vafio, Esparta (c. 1500 aC.) |
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Espada micénica con escena de
caza (c. 1500 aC.) |
La lectura de las tablillas proporciona un panorama coherente
con lo anterior. Los textos no resultan excesivamente explícitos, pues se trata
de registros, de redacción escueta, dedicados al control fiscal, de lo que se
ofrece a los poderes políticos y religiosos. Ello permite, desde luego, conocer
los principales términos en el mundo de los aparatos estatales. El título que
puede identificarse con el del rey, como figura que acumula todos los poderes y
se asimila a la divinidad, es el de wa-na-ka-te, en transcripción silábica de
cada uno de los signos de lineal B, fácilmente identificable con el término
homérico wanax, que, en acusativo y con la consonante inicial que
correspondería a la -w-, que en griego clásico ha desaparecido, sería
wanakta, palabra usada en los poemas principalmente para referirse al rey de
hombres Agamenón o a Zeus, padre de los dioses y de los hombres, es decir, al
poder supremo en la tierra o en los cielos. Acunula atribuciones económicas,
como receptor de las ofrendas hechas al palacio, religiosas, como responsable
del mantenimiento del culto y los sacrificios públicos, y administrativas, en
cuanto de él depende el nombramiento de funcionarios. Pero, paradógicamente,
no parece tener funciones militares específicas. Existe también un pa-si-re-wa
que, con el mismo sistema de transcripción, habida cuenta de que el silabario
micénico no distingue p-b, ni r-l, correspondería al basilewa acusativo de
basileus, término que, si se especializó como rey en época clásica, en los
poemas parece corresponder más bien a un tipo de príncipe como el que
justifica la realidad arqueológica funeraria descrita. Constituyen una pléyade
de funcionarios o "nobles". Parece tener alguna función militar. El
ra-wa-ke-ta puede transcribirse como lawageta, término inexistente, pero que
puede analizarse como "conductor del laos" ("pueblo en
armas"), para señalar al jefe militar al que, en determinados momentos de
la historia real o mítica, se dice que el rey anciano, incapaz de desempeñar
las funciones militares inicialmente inherentes a su cargo y justificadoras del
mismo, cedió dicha jefatura. Sería el caso de Tauro en la leyenda de Minos, de
Héctor en la Troya homérica, junto al anciano Priamo, y del polemarco, cargo
creado en Atenas, según Aristóteles, por dicho motivo. También hablan las
tablillas de una ke-ru-si-ya o gerusía, como consejo de ancianos, y de te-re-ta
o telestés, como funcionario encargado de ejecutar las órdenes reales y
administrar el tributo. Lamentablemente, ni los documentos ni la arqueología
están, hoy por hoy, en condiciones de establecer si el rey de Micenas tenía
hegemonía sobre los demás monarcas aqueos. Sin embargo, la arqueología
demuestra que Micenas poseía la exclusiva de algunas piezas muy representativas
(estelas funerarias, máscaras de oro, etc.) lo que demuestra su primacía sobre
las demás. Es posible que los wanax de otras ciudades mantuviesen alguna
relación similar a las de "vasallaje" del Medievo, incluso que en
algunas circunstancias pudieran reunirse bajo el mando de uno de ellos para
llevar a cabo alguna empresa. El aspecto que ofrece la vida económica a través
de las tablillas, junto a la realidad política descrita y a los datos de la
arqueología, permite definir la economía micénica como de tipo tributario,
con la producción en manos de un da-mo, equivalente al demos clásico que, como
éste, alude tanto al territorio como a la población que lo habita,
posiblemente equiparable a la aldea. Las tablillas sólo se interesan
directamente por él por motivos religiosos. La tierra aparece controlada a
través de varios sistemas. La ke-ke-me-na ko-to-na se identifica con la tierra
común, mientras que la ki-ti-me-na ko-to-na se define como privada o adjudicada
según los casos. De cualquier manera estaría bajo el control directo de los
poderosos. Por otra parte, la tierra regia o sagrada se define como te-me-no,
identificable con el témenos que en Homero puede poseer igualmente el rey o
incluso concedérselo a alguien particularmente, pero que en general define
sobre todo los campos consagrados a las divinidades y explotados en beneficio de
los sacerdotes de su templo. El sistema ha permitido igualmente el desarrollo de
las actividades metalúrgicas y de la artesanía, capaz de producir objetos de
valor y de establecer relaciones de intercambio de productos de lujo. En las
tumbas se hallan objetos de procedencia exótica, de Egipto, de Creta y de Asia,
mientras que cada vez es más frecuente encontrar restos de cerámica micénica
en amplias zonas del Mediterráneo.
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Coraza micénica y posible recreación de
guerrero acudiendo a la batalla en el carro |
Sin muchos detalles,
puede decirse también que la sociedad corresponde aproximadamente a ese tipo
que suele definirse como asiático u oriental, en que la masa de la población
trabaja la tierra, en producción controlada por aparatos fuertes que
centralizan en torno al rey y al templo una clase poderosa, al mismo tiempo
vinculada al rey por lazos sutiles de clientela que dan solidez al entramado y
se expresan sobre todo en la guerra. Aquí el rey centraliza igualmente las
fuerzas de la masa del laós, o damo transformado en ejército, en el que se
permite la actuación individual de guerreros sobresalientes, capaces de llevar
la parte del pueblo que les corresponde, de dirigir las campañas y de realizar
acciones específicas, aunque no sólo proporcionan teóricamente la victoria
sino que además consolidan su poder sobre las masas. No está claro si en la
realidad alguno de los reinos micénicos llegó a concentrar tanto poder como
para configurar un estado territorial fuerte. Así, aparece en "La
Iliada" como mando unificado en Micenas, al menos con el objeto de llevar a
cabo la campaña militar contra Troya. Los datos arqueológicos y epigráficos
de las tablillas sólo permiten asegurar la existencia de poderes identificados
con los grandes centros arqueológicos: Tirinto, Micenas, Argos, Atenas, Cnosos,
Tebas, algunos conocidos por la literatura y la arqueología, otros, sólo por
la arqueología mientras no pueda identificarse con ninguno de los lugares
mencionados en las fuentes.