Mito, saga, leyenda |
El término "mitología" se usa para indicar tanto el estudio de los mitos como,
esporádicamente, los propios mitos. Por otra parte, el análisis del cuerpo
mítico por parte de H. J. Rose ha conducido a su clasificación en
Mito Los mitos son leyendas tradicionales, y se
han convertido en lo que son gracias a su significado especial o a la posesión
de alguna cualidad. El mito propiamente dicho comprende la cosmogonia (narración
del nacimiento del mundo), la teogonia (narración del nacimiento de los dioses)
y los fenómenos naturales. Todos los mitos denominados etiològics (que
establecen las causas y orígenes de las cosas) pertenecen a esta categoría.
Sagas Cuando estos relatos de carácter general se basan en grandes
historias o hechos que son significativos (el sitio de Troya, el regreso de los Heráclidas) reciben el nombre de sagas.
Incluye las historias de héroes, ocupándose a menudo de aquellos hechos que
tienen la apariencia de acontecimientos históricos.
Leyenda
Por otro lado, cuando son relatos cortos
de carácter ficticio pero unidos a personajes o lugares reales, y con un fondo
bastante real, como por ejemplo las historias de los primeros reyes, se les da
el nombre de leyendas.
Todos los mitos griegos están incluidos en alguno de
estos dos tipos, y constituían todo el conocimiento sobre su historia antigua, e
impregnaban todos los aspectos de la vida griega.
Cuento Una tercera variedad de mitos
son las tradiciones, leyendas, simples relatos de aventuras, que frecuentemente contienen
elementos de ardides ingeniosos y de magia, y que a veces implican a criaturas
sobre humanas, por ejemplo, monstruos y gigantes; se caracterizan por recurrir a
personajes arquetípicos y a tramas, como hijos que buscan su herencia legítima o
príncipes que matan monstruos para conquistar a sus princesas (los relatos de
Perseo contienen muchos de estos elementos). El cuento popular se ocupa de
historias de personas notables que pueden ser de familia, época y comarca
desconocidas. A banda de esto el término es utilizado para los cuentos de hadas
–con o sin hadas– y el ejemplo típico es el de la colección realizada por los
hermanos Grimm
El mito también puede contener
alguna de las características de la saga, la leyenda o las tradiciones, pero su
rasgo particular es que se trata de un relato serio sobre los dioses (y en
Grecia también sobre héroes) y sobre las relaciones entre sí y con los hombres y
mujeres.
De los numerosos nombres relacionados con estirpes, familias, ciudades,
santuarios, fiestas en honor de dioses y héroes que aparecen en los mitos
podemos deducir que el carácter del mito es eminentemente fundacional, a manera
de Carta institucional; un mito sería, pues, un complejo de relatos
tradicionales que proporciona el medio primario para estructurar la experiencia
y el esbozo inicial de la realidad y expresarlo, comunicarlo y apresarlo
mediante palabras, para vincular el presente al pasado y canalizar las
esperanzas depositadas en el futuro.
Tipos |
Los mitos griegos pueden ser divididos en dos categorías: mitos divinos, y mitos heroicos. Los mitos divinos se componen de las narraciones que se refieren a los dioses, como por ejemplo la creación del mundo, el origen de los dioses y otros relatos relativos a ellos, como por ejemplo la castración de Urano o la Titanomaquia. Las escenas de estos relatos incluyen varias localidades de naturaleza imaginaria, como el Tàrtaro, pero presentan igualmente lugares reales y visibles como l‘Olimpo. Los mitos heroicos están formatos por relatos que se relacionan con reinos en la tierra, héroes y heroínas, estando los acontecimientos normalmente localizados en lugares geográficos reales, como Micenas. La palabra héroe debe ser entendida en sentido amplio, puesto que los héroes pueden ser
guerreros, reyes, fundadores, etc. La base de los mitos descansa en la presencia
divina, y los mitos heroicos se conectan a ella mediante tres dispositivos:
- intervención divina en los asuntos humanos
- cualquier referencia a los dioses o a alguien relacionado con ellos
- genealogía estableciendo descendencia de los dioses
Es de esta manera como se preserva la integridad del cuerpo mítico. Un relato
que carezca de presencia divina (y existen este tipo de relatos en la tradición
griega) puede ganar aceptación como mito por haber sido asociado con la misma
tradición cultural, pero si fuera escudriñado separadamente, esta clase de
narración es normalmente considerada como de menor valor mítico, y los
clasicistas acostumbran a degradarla a la categoría de leyenda o cuento popular
independiente o desatado.
Posible clasificación |
Podríamos clasificar, aún más, los mitos por su contenido en grandes tipos:
Mitos cosmogónicos (κόσμος = orden y γένος = origen): narran el origen del cosmos, del universo; explican cómo este mundo llegó a ser. Ejemplos: el Génesis bíblico, el mito hesiódico, el Enuma Elish, el mito maya, etc.
Mitos cosmológicos (κόσμος = orden y λόγος = explicación): al igual que los anteriores, narran el origen del cosmos, pero sólo son conocidos por una élite o sociedad de iniciados. Ejemplos: el mito órfico-pitagórico, el mito de los masones, el mito de los rosacruces, etc.
Mitos etiológicos (αιτία = causa y λόγος = estudio): narran los hechos que indican cómo llegó a existir una ciudad, una roca, un volcán, una nube, una fuente, etc. Ejemplos: el mito del volcán Irazú, el mito de la Piedra de Aserrí, el mito de los volcanes Iztacíhuatl y Popocatépetl, etc.
Mitos teogónicos (θεός = dios y γένος = origen): narran la forma en que fueron creados los dioses y los héroes. Ejemplos: la Teogonía de Hesíodo, el mito de Quetzalcóatl, etc.
Mitos androgónicos (ανδρός = hombre y γένος = origen): narran la forma en que fueron creados los hombres. Ejemplos: el mito de Adán y Eva, el mito de Prometeo, el Popol Vuh, el mito de Sibú y del vampiro Píquiro, etc.
Mitos soteriológicos (σωτήρ = salvador y λόγος = explicación): narran las hazañas de un salvador o redentor de la humanidad. Ejemplos: el mito de Jesús (cristiano), el mito de Mitra (Irán), el mito de Mahoma (islam), el mito de Buddha (India), el mito de Krishna (India), etc.
Mitos escatológicos (εσχατιά = fin, límite y λόγος = explicación): narran el final del cosmos o de la humanidad. Ejemplos: los apocalipsis judeocristianos (el Libro de Daniel, el Apocalipsis Joánico, el Libro de Enoc), el Corán, el mito azteca de los cuatro soles, el mito griego de las cuatro edades, etc.
Mitos heroicos (ήρως = héroe): narran las hazañas grandiosas realizadas por hombres poseedores de características sobrenaturales. Ejemplos: Heracles (Hércules), Sansón, Teseo, Perseo, el Rey Arturo, etc. Este mito se manifiesta constantemente en la narración de nuestras propias aventuras.
Estructuras y variaciones |
Intentaremos hacer ver aquí que las estructuras narrativas son poco numerosas y
que se repiten de manera estereotipada. La mayoría de las secuencias
argumentales son tan simples como fundamentales, operadores bióticos
preprogramados desde tiempos remotos en forma de patrones de comportamiento
dirigidos a la búsqueda de alimento, a la lucha, a la sexualidad. Sin embargo,
para que entren en la tradición narrativa, ha de estamparles un sello de
"singularidad" algún elemento inusitadamente amplificado o un asentimiento
empático por así decir cristalino o fundado en el absurdo.
A partir de un acervo de cuentos de hadas rusos, Vladimir Propp derivó en 1928
una "morfología de la narración" que se ha acreditado ampliamente. Se describe
un sector temático que puede bautizarse con el nombre de "aventura" o "búsqueda"
("quest"), como una secuencia de treinta y un elementos o "funciones":
debido a una pérdida, o por encargo, resulta una tarea o misión, y un héroe se
dispone a llevarla a cabo; parte, encuentra contrincantes y aliados, obtiene un
hechizo o encantamiento definitivo, se enfrenta a su adversario, lo vence, y a
menudo queda de alguna manera marcado en el empeño; consigue lo buscado,
emprende el regreso, se deshace de perseguidores y rivales; al final le aguardan
nupcias y una coronación. Así suelen desenvolverse cuentos, novelas y películas
en un sinnúmero de variaciones; y muchos de los mitos griegos también.
Relatos de viajes.- |
Pertenecen a este tipo, por ejemplo, los "trabajos" de Herácles. Para hacerse con el ganado de Gerión, el héroe debe caminar hasta los confines de la tierra, en el lejano Occidente, obligar a Helios, dios del sol, a que le ceda su copa de oro, sobre la que navega a lo largo de la corriente del Titán Océano hasta Eritrea, la "isla roja"; allí da muerte a golpes al boyero, al perro guardián bicéfalo y al dueño de la manada, Gerión, el de los tres cuerpos, y, tras incontables dificultades, acarrea al fin el ganado hasta el mismo Argos. De manera semejante, aunque con particularidades específicas en cada caso, Heracles consigue yeguas (de Diomedes), jabalí (de erimanto), cierva (de Cerinia), manzanas de oro (de las Hespérides). El viaje de los Argonautas tiene como objetivo el vellocino de oro, en el lejano país de Ea, hacia Oriente: Jasón reúne los compañeros adecuados y construye la primera nave, sigue su ruta a través de múltiples peripecias, lleva a cabo las tareas impuestas por el rey bárbaro, se lleva consigo, además del vellocino, a Medea, nieta de Helios, dios del sol, elude la persecución de que es objeto y llega de vuelta al hogar (aunque aquí falta el típico final feliz de cuentos). Siguiendo otros caminos y con la ayuda de otros aliados (Pluto le prestó un casco que le hacía invisible, Hermes unas alas para los pies, Atenea un espejo, de forma que no tuviera que mirar a la Medusa directamente), utilizando métodos distintos, Perseo obtiene la cabeza de Medusa, que le garantiza futuras victorias acreedoras de la mano de Andrómeda y del trono de Micenas. En la imagen del laberinto (construido por Dédalo para Minos, a fin de enterrar al Minotauro: este era fruto de los amores de Pasifae, su esposa, por obra de Poseidón) cristaliza por así decirlo el temor a la "búsqueda" y el regreso. Una aventura peculiar es el viaje al otro mundo (Orfeo busca a su amada Eurídice, muerta por la mordedura de una serpiente, en el Hades; por medio de su música logró que la diose Perséfone le permitiera llevársela, a condición de que no volviera la vista atrás; Orfeo desobedeció y Eurídice se desvaneció).
Relatos de combate.- |
El combate, centro de la secuencia aventurera, puede reivindicar para sí derechos específicos, basándose en su importancia en la vida real. Los relatos de combate encuentran gran aceptación y desarrollan cristalizaciones que les son propias. El adversario del héroe ha de ser suficientemente peligroso y temible, y de tal índole que su decretada derrota no pueda sino producir satisfacción, es decir, debe ser "malvado" en el sentido más auténtico de la palabra. El personaje ideal para ese papel resultó ser ya en las más antiguas culturas del oriente el monstruo de cualidades serpentinas, el Dragón -término griego con el significado de serpiente- El dios más poderoso se caracteriza por ser aquel que ha vencido al Dragón al cual nadie se atrevía a oponerse: Jahwe de Israel triunfa sobre Leviatán, Marduk de Babilonia doblega a Tiamat, el dios hitita de la tormenta se sobrepone a Illuyankas, Zeus a Tifón, el Apolo délfico a Pitón. La tensión se acentúa cuando el héroe, momentáneamente, sucumbe y es apresado, debilitado e incluso, a veces muerto. Esto relaciona entre sí los mitos de Illuyankas y Tifón: el dios es aprisionado por el Dragón, y sólo después que un amigo le auxilia devolviéndole mediante alguna argucia su antigua fuerza puede en un segundo intento alcanzar la victoria. Existe también la posibilidad de repartir los dos combates, la derrota y la victoria, entre dos protagonistas. Con ello, el monstruo, como anti-héroe, se convierte en interrex; la victoria final representa el desquite que restablece el orden original. Así, el mito hitita del Reino Celeste, con la sucesión Anu (Cielo) Kumarbi Dios de la Tormenta. corresponde hasta en sus menores detalles con la secuencia de divinidades propuesta por Hesiodo: Urano (Cielo) Cronos Zeus (TEXTO 11: Hesiodo Teogonía 118-ss). Aquí como allí, el maligno interrex castra al dios del cielo y devora lo que más tarde será causa de su caída. Pero una similitud comparable, en cuanto a posición y función, se aprecia en el trio compuesto por el enervado asesino Egisto, situado entre Agamenón y Orestes, vengador de su padre. El relato del combate adquiere una dinámica adicional cuando el adversario es del sexo femenino; confluyen aqui motivaciones agresivas y sexuales en nuevas cristalizaciones. Heracles, Teseo, Aquiles, luchan contra amazonas; Teseo engendra con una amazona a su hijo Hipólito mientras que en el caso de Aquilles y Pentesilea ( otra reina de las amazonas que acudió en ayuda de Hector y los troyanos; fue muerta accidentalmente por Aquiles), amor y ardor bélico se funden de manera inextricable. También la fase del «interregno» puede adjudicarse al sexo debil: tanto en Lemnos como en Tirinto circulan relatos sobre insurrecciones femeninas; en Tebas, tras la muerte del rey aparece la enigmática Esfinge, hasta que el nuevo rey Edipo la derroca; Clitemnestra, la esposa asesina, enemiga de sus propios hijos, desempeña junto con Egisto un papel análogo. En el mito griego se presupone que el gobierno del hombre constituye el orden recto. Cierto que Medea mata impunemente a los reyes de Yolco y Corinto ,y a sus mismos hijos, pero ha de huir de inmediato; también ella es «interregina». Fue un error inferir de mitos como estos la existencia de un "matriarcado" prehistórico.
Relatos de procreación.- |
Otro gran grupo de relatos míticos gira en torno de la procreación y el
nacimiento. Las leyes biologicas conducen a una estructura argumental muy
simple que, en cuanto a tal, como narración, incluso en la forma del cuento
fantástico, ofrece pocas posibilidades -su desarrollo en el género novelesco es
asunto diferente-.
El mito utiliza este tema de manera preferente para describir los orígenes o
principios de las cosas. Todo se reduce a describir la forma peculiar con que fue
engendrado y nació algo, el caballo primigenio, el primer rey, el patriarca
fundador de una estirpe o un nuevo dios. Ese acto originario está rodeado de
sucesos fantásticos y sorprendentes, ya que lo extraordinario requiere para su
aparición condiciones también fuera de lo común. Poseidón se transformó en un
semental y fecundó a la «negra» Deméter, convertida a su vez en yegua: así nació
el caballo Arion. Zeus persiguió a Némesis (hija de la Noche y personificación
de la cólera justificada, especialmente de los dioses hacia el atrevimiento
humano; es por tanto la personificación de una cualidad), a lo largo de todas
sus transformaciones, como pez, cuadrúpedo y ave: y del huevo depositado por
esta surgió Helena, la mujer más bella o, quizás, una diosa genuina. A menudo,
el mayor interés de la intriga procede de la resistencia ofrecida por la
protagonista. Peleo se mantuvo firme e impávido pese a las transformaciones
exhibidas por la divinidad marina Tetis, hasta que ella se rindió a él y dio a
luz a Aquiles -si bien es cierto que, de inmediato, abandonó su morada humana-.
Las argucias de Zeus para conseguir a Leda en figura de cisne, a Europa bajo el
disfraz de toro, a Dánae como lluvia de oro, y a Alcmena haciéndose pasar por
su esposo Afitrión, han sido resumidas y relacionadas en catálogos un tanto
burlescos. Sin embargo, también aquí es el resultado, los hijos, lo que
importa: los Dióscuros, Minos, Perseo y Heracles. Atenea esquiva los torpes
avances de Hefesto hasta que el semen de éste cae sobre la tierra, la fecunda,
y de ella nace el primer rey de Atenas, Erictonio; más allá del ágora, a lo
lejos, se yerguen frente a frente los templos del Erecteion y de Hefesto.
Sorprende que a veces quien toma la iniciativa es el protagonista femenino.
Esto es sobre todo propio de diosas: Afrodita concibe de Anquises a Eneas,
Demeter se entrega a Yasión sobre un campo tres veces surcado por el arado y da
a luz a Pluto, la fertilidad de los cereales; para Yasión la consecuencia es la
muerte, para Anquises una vida enfermiza y doliente. Por último, y casi a la
manera de un experimento, como caso límite, el mito puede dar cuenta de
fecundaciones y nacimientos sin el requisito del correspondiente consorte: la
virgen Atenea sale de la cabeza de Zeus, y Hefesto, el dios herrero renqueante,
era hijo partenogenético de Hera, habido sin intervención del esposo. La
resistencia crea suspense: el desarrollo de las historias sobre nacimientos
abunda en narraciones de peligros mortales, persecuciones y abandonos del
recien nacido. Naturalmente, el niño es salvado y crece entre animales,
bandidos o pastores, hasta realizar su elevado destino. Este tipo de leyenda
regia se atribuye a Sargón de Acad, a Moises, a Ciro y a Rómulo. También Zeus
hubo de ser escondido de sus padres en la caverna de Creta, también él se
amamantó de la leche de una cabra, y Dioniso creció en la lejana Nisa, rodeado
de ninfas, mientras Hera acosaba a su madre y a sus nodrizas.
Tragedia de la doncella.- |
Si el relato del nacimiento del héroe se cuenta desde el punto de vista del protagonista femenino, aparece la estructura de la "tragedia de la doncella", de la "heroína perseguida". Una vez más se introducen variaciones en un tema básico: Una muchacha salida del ambiente protector de la familia y la niñez, se nos presenta en principio en una situación de recogimiento y soledad idílicos -puede darse el caso de que sea una prisión-; allí es avasallada por un dios o un héroe. Sigue una fase de castigo y sufrimientos, hasta que el nacimiento del hijo del héroe o, si se deja transcurrir más tiempo, este mismo hijo, la salva. Danae es encerrada en una camara de bronce y allí la fecunda Zeus tomando la forma de una lluvia de oro; la ocultan, junto con su hijo Perseo, en un arca y la arrojan al mar, pero éste deposita a ambos en las costas de la lejana isla de Sérifos, donde Perseo crece. Parecidas son las peripecias sufridas por otras madres de héroes: Calisto, la osa madre del pueblo arcadio (transformada por Zeuz en osa para huir de la ira de Hera; de esta forma anduvo errante hasta que su hijo, Arcadio, estuvo a punto de atravesarla con su jabalina; Zeus los transformó a ambos en costelaciones: la Osa Mayor y la Menor); Antiope, madre de los Dióscuros tebanos Anfíon y Zeto; Auge, madre de Télefo, el fundador de Pérgamo. En la última fase de la antigüedad, Lucio Apuleyo desarrolló literariamente este esquema en la fábula de Amor y Psique, creadora o, al menos, principal factor influyente de uno de los géneros de fábulas más apreciados .
Relatos canibalescos.- |
Todas estas estructuras se comprenden inmediatamente desde el punto de vista "biótico". La "tragedia de la doncella" sigue básicamente el desarrollo natural desde el momento de la pubertad, pasando por la desfloración y el embarazo, hasta el parto. Otras formas se nos aparecen tétricas, perversas, especialmente un grupo que va orientado hacia el sacrificio humano y el canibalismo. También aquí se puede reconocer un fondo "biótico", el engarce inextricable entre el matar y el devorar, desarrollado de una manera peculiar en los rituales del sacrificio sangriento; éstos trazan por anticipado al mito la estructura argumental a seguir. El padre inmola a su propio hijo -Tántalo a Pélope-, o, mediante engaño o locura, se le lleva al extremo de hacerle comer la carne del hijo -así, Tiestes o Tereo-. Menos acerba, aunque no menos aterradora, es la situación en que el padre sacrifica a la hija: Ifigenia o las hijas del rey ateniense Cécrope. No es infrecuente el sacrificio voluntario del hijo: Meneceo en Tebas, el hijo de Idomeneo en Creta. Los paralelos presentes en el Antiguo Testamento, Isaac y la hija Jefté, han sido desde siempre motivo de extrañeza. Otras veces, las madres despedazan a sus hijos en el frenesí dionisíaco; recuérdese sobre todo a Agave frente a Penteo que, como rey de Tebas, se permitió presentar resistencia a Dioniso. Sin embargo, en la narración, la situación de horror representa siempre un «tiempo anómalo", un intervalo fuera de lo común desencadenado por algún antecedente; a él ha de seguir un momento de subversión, de castigo, de cambio, para que el relato llegue al fin propuesto. Como trasfondo se agitan las sombras de los rituales sacrificiales, con su ambivalencia de culpa y expiación, derramamiento de sangre y purificación , y así abunda en este tipo de mitos la referencia a los dioses, oráculos y santuarios.
Relatos de dioses filántropos.- |
Sin embargo, sacrificio e instauración pueden aparecer en el mito bajo otros ropajes, alejados de lo divino y con plena toma de conciencia de lo humano, dotados de un carácter ajeno a lo trágico, incluso despojados de toda seriedad y lindando con lo cínico. En los mitos indios aparece por vez primera la figura del "trickster", del portador de cultura, que se dedica a quebrantar las reglas e infringir los tabúes como quien practica un "deporte" y devuelve al hombre la conciencia de su propio ser contra la voluntad de los mismos dioses. En este sentido nos ha preservado el legado babilono el relato de Atrahasis, el que "descuella por su astucia" y de Grecia nos ha llegado la historia de Prometeo (TEXTO 12: Hesiodo), el amigo de los hombres; éste estableció el reparto de los sacrificios de manera que al hombre le correspondía prácticamente toda la carne comestible, y además robó al Zeus celestial el fuego indispensable para la preparación del alimento y el desarrollo de los oficios artesanos. Resulta parecido el dios Hermes del himno "homérico", que roba a su hermano Apolo las vacas para matarlas y asarlas, inventa la lira y canta cautivadoramente la creación del cosmos. Para Hesíodo, Prometeo es un impío que no escapa al atroz castigo de Zeus; encadenado a las montañas del Caúcaso, un águila va devorando día a día su hígado: sin embargo los hombres viven gracias al éxito de su astucia. Un drama de los comienzos de la época sofística, Prometeo Encadenado (atribuido tradicionalmente a Esquilo, pero compuesto muy probablemente por otro poeta, convierte la rebelión del portador cultural contra el dios en ese orgullo obstinado que desde entonces entra a formar parte, como actitud "prometéica", de la toma de conciencia humana.
Conclusiones |
Este rápido compendio de estructuras narrativas reconocibles en la mitología antigua no puede ser ni sistemático ni exhaustivo. Sólo pretende ofrecer algunas indicaciones acerca de cómo se repiten las formas a manera de denominador común con múltiples variantes, cómo está enraizada la dinámica de la acción en una serie de programas humanos tradicionales de gran generalidad; aquí y allá resulta aparente de qué manera nos llevan los nombres, según el caso, a determinadas realidades. La mayor parte de este rico material se puede caracterizar como típicamente humano. La particularidad de lo griego, en contraste con las mitologías de otros pueblos, se capta en primer término por la vía negativa: lo mágico pasa a un segundo plano -apenas si nos han llegado mitos relativos a hechizos y desencantamientos-; tampoco está representada en abundancia la narración admonitoria. La mayoría de las viejas "historias" son de alguna manera ambivalentes abiertas a interpretaciones divergentes. Su "sabiduría" puede clasificar y fundamentar la realidad, orientar y elucidar, pero con frecuencia la aclaración sólo se hace asequible tras denodados esfuerzos; no se ofrecen recetas ya preparadas. La tradición mítica hace suya la experiencia individual y por eso representa para cada persona aislada más bien una tarea que una solución en su trato con la realidad.