UNIVERSIDAD DE ALMERÍA
ÁREA DE FILOLOGÍA GRIEGA
Biblioteca Básica
 

ARISTÓFANES, LOS ACARNIENSES

              Índice
 
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Resumen:

Los atenienses había sufrido durante seis años los horrores de la Guerra del Peloponeso, la devastación de sus territorios, la peste que invadió la ciudad superpoblada y la escasez de comida, por lo que sus espíritus estaban abatidos. Los acarnienses (habitantes del demos ático de Acarnia) eran los que más habían padecido, puesto que su territorio había sido saqueado repetidas veces. La obra empieza con la intervención de Diceópolis ("Ciudad justa")", granjero ateniense que está sentado esperando la reunión de la asamblea, suspirando por los felices tiempos de la paz. Anfiteo ("semidios") aparece, enviado por los dioses para concertar la paz con Esparta, pero desgraciadamente carece del dinero necesario para el viaje. Diceópolis se lo proporciona, a condición de que el tratado con Esparta sea privado y le afecte únicamente a él. Anfiteo concierta el tratado y luego se ve obligado a huir del coro de belicosos y enfurecidos carboneros de Acarnia. Diceópolis prepara una procesión en la que participan su hija y sus esclavas, lo que provoca una disputa entre Diceópolis y el coro sobre el tema de la paz o la guerra, en la que toma parte Lámaco, que representa al típico general. A Diceópolis se le permite pronunciar un discurso antes de ser ejecutado como traidor y, para darle un tono más patético, toma prestados de la tragedia de Eurípides algunos de los recursos escénicos que hacían más conmovedoras sus obras. Logra con ello que el coro acepte la postura a favor de la paz de Diceópolis. Después de la PARÁBASIS, en la que el poeta defiende su punto de vista, se encadenan una serie de divertidas escenas que ilustran los beneficios de la paz. Un megarense se dirige a Diceópolis para comprar comida (Atenas había intentado conseguir la rendición de Mégara por inanición mediante un bloqueo) y le ofrece a cambio a sus hijas pequeñas disfrazadas de cerdos en unos sacos. Un beocio ofrece anguilas y otros manjares, y quiere a cambio productos típicos del Ática; se le entrega un delator envuelto en un saco. Un granjero quiere ungüento de la paz para sus ojos pues había llorado amargamente a causa de la pérdida de sus bueyes; y así sucesivamente. Al final Lámaco tiene que marcharse a través de la nieve contra los beocios, y vuelve herido por un sarmiento de vid con el que se ha golpeado, mientras Diceópolis celebra las Antesterias con el sacerdote de Dioniso.

 

 


Mineros trabajando en la mina, como el Coro de la obra