EL VICIO Y EL SILICIO

© Eduardo Gallego & Guillem Sánchez

Ilustraciones: © Juana Mª García



Ahora paso a relatar
una historia singular:
de la nave Prometeo,
que tuvo un final muy feo.


El salto hiperespacial
del viaje anuncia el final.
Después de tanto fracaso,
¿triunfarán por fin, acaso?


La tripulación completa
mira hacia el nuevo planeta.
En voz alta el capitán
dice que lo explorarán.


Y alla va una lanzadera,
que sin duda es la primera
en arribar a aquel mundo,
tan soleado y fecundo,


con sus plantas, animales,
y muy rico en minerales.
No hay obstáculos adversos,
ni alienígenas perversos.


El capitán, ¡dicha enorme!
así lo pone en su informe:
"¡Esto es el Edén soñado,
para ser colonizado!"


Mientras tanto, en la cabina,
la gente se le amotina.
Y dice el cabo Jofresa,
subido sobre una mesa:


"¡Estoy hasta los cojones
de no tener vacaciones!
¡Tres años ya, sin descanso,
dando tumbos como un ganso,


explorando y, si se piensa,
sin obtener recompensa!"

Y sin mucha discusión,
se trama vil rebelión.


El capitán, de repente,
muere en trágico accidente.
¡Pobre! Mas... ¿quién espera
un fallo en la lanzadera?


El cabo, ¡traición enorme!
destruye archivos e informe,
y al planeta virginal
marchan todos; es normal.


Un día, por casualidad,
se descubre la ciudad:
a lo lejos, ¡cómo brilla
tan extraña maravilla!


La exploran con cierta calma,
Pero no se ve ni un alma.
Hay casas, ¿tal vez mansiones?
con cómodos almohadones.


La comida no es escasa,
y se atiborran sin tasa.
Ya pueden bien disfrutar,
reír, beber y folgar.


Pero esta gente malvada
al final es castigada.
Y les cuento, si les place,
su espantoso desenlace:


Un día que el sol se ha eclipsado,
la ciudad ha despertado,
y las supuestas casitas
¡son unas bestias malditas!


Tras su letargo, es de ver
cómo buscan qué comer.
A los cabos y sargentos
los devoran en momentos.


De la teniente Marieta
se han zampado hasta una teta,
y del alférez Perote
no han dejado ni el... cogote.


Y no se libra ni un menda
de convertirse en merienda.
¡Así combaten el vicio
unos seres de silicio!


Pues esta historia nos deja
la siguiente moraleja:
QUE EL BUEN DIOS CASTIGA AL MALO,
Y NO CON PIEDRA NI PALO.


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