MALHERBOLOGÍA
Temas 11 y 12.-La flora arvense y su control en diversos cultivos: cereales, leguminosas y
olivar.
Este tema es una fusión resumida de los temas 11 y 12 que
figuran en el temario.
1) CONTROL DE LAS MALAS HIERBAS EN CEREALES.-
1.1) Malas hierbas más frecuentes asociadas a cereales.-
En España, las malas hierbas mesegueras
(asociadas a las mieses) pueden clasificare en 3 grandes grupos. Por un lado,
entre las dicotiledóneas anuales destacan tradicionalmente las amapolas
(Papaver spp.) y diversas crucíferas (Diplotaxis, Raphanus, Sinapis,
etc.). Esas especies se habían adaptado al laboreo tradicional, pero el empleo
creciente de herbicidas ha disminuido sus poblaciones al tiempo que se favorece
la presencia de otras especies: el amor del hortelano (Galium aparine),
la verónica (Veronica hederifolia), la manzanilla (Matricaria
chamomilla), Polygonum aviculare, etc. Otras especies de los géneros
Tussilago, Epilobium, Conyza, Artemisia, Lactuca, etc., que tienen
problemas en suelos sometidos a alteraciones periódicas, también se adaptan a
los campos de cereales sin laboreo. Por su parte, los cenizos (Chenopodium
album), bledos (Amaranthus albus), Salsola kali, etc., pueden
invadir los barbechos. Entre las gramíneas anuales destacan las avenas
locas (A. fatua, A. sterilis), el vallico (Lolium rigidum) y los
alpistes (Phalaris spp.). Finalmente, las malas hierbas perennes
basan su éxito en sus órganos subterráneos de reserva que les permiten un
desarrollo rápido al inicio de la primavera. Están representadas por las
correhuelas (Convolvulus spp.) y diversos cardos (ej.: Cirsium
arvense).
1.2) Métodos de control.-
1.2.1) Medidas preventivas.
Una estrategia para controlar
estas malezas sería la disminución de su presencia en el banco de semillas del
suelo, mediante estrategias de umbrales a largo plazo (con rotaciones,
tratamientos periódicos de herbicidas, etc.). A corto plazo es difícil ver los
beneficios de estas medidas, pero a la larga pueden prevenir su aparición.
Los márgenes de los cultivos son
un excelente reservorio de malas hierbas, especialmente en campos con laboreo
reducido. El control de dichos márgenes parece una buena estrategia para evitar
infestaciones.
Hay que evitar la introducción de
semillas de malas hierbas en el cultivo. Para ello, es esencial la siembra de
semillas certificadas, así como la limpieza de las cosechadoras (estos
vehículos son ideales para llevar semillas de un campo a otro).
1.2.2) Rotación de cultivos.
Como ya se comentó en otros
temas, el mantener un mismo cultivo año tras año favorece la adaptación a él de
las malas hierbas. Esto puede ser combatido mediante la rotación de cultivos,
aunque las opciones en los cultivos cerealistas españoles no son demasiadas.
Muchos se dan en áreas con precipitaciones que no superan los 400 mm anuales,
donde las rotaciones consisten en el tradicional año y vez, bien sea con
barbechos blancos o semillados. En estos últimos, la siembra de leguminosas
forrajeras da un buen control contra malas hierbas, ya que las plantas se siegan
en época temprana, antes de que las malezas hayan podido incrementar el banco
de semillas del suelo (aunque si la mala hierba logra soltar sus semillas antes
de la siega, sus poblaciones acabarán aumentando). En zonas más húmedas (>
550 mm anuales) y en regadíos aumentan las alternativas de rotación con
cultivos que lleven malas hierbas asociadas diferentes a los cereales, con lo
que sus poblaciones se pueden controlar con mayor efectividad.
1.2.3) Laboreo.
Desde tiempos inmemoriales, el
laboreo del terreno se ha usado para controlar las malas hierbas. Además de
esponjar el suelo , favoreciendo su aireación y la infiltración de agua, y de
voltear y mezclar los horizontes del suelo, para distribuir de forma homogénea
los nutrientes, también destruye y entierra las malas hierbas y sus semillas.
La germinación de éstas se dificulta o impide, y aumentan las posibilidades de
que sean liquidadas por microorganismos parásitos o descomponedores.
¿Qué es mejor para controlar
malezas en cereales, el laboreo tradicional o la lucha química? En la
bibliografía consultada, los distintos autores no parecen ponerse de acuerdo.
Además, la composición florística de las poblaciones de malas hierbas
mesegueras influye en el resultado final, así como el tipo de labor. Las gramíneas
anuales se ven favorecidas por la reducción del laboreo. En cambio, las
especies de dicotiledóneas que desde hace milenios se han adaptado al laboreo
tradicional, ven reducidas sus poblaciones cuando se pasa al control químico,
aunque los datos varían según el autor. Según Navarrete &
Fernández-Quintanilla (1997), Veronica, Descurainia o Lamium
redujeron sus poblaciones al disminuir el laboreo, mientras que las amapolas se
mostraron indiferentes al respecto. En cuanto a otras malezas, como los cenizos
o los bledos, los autores discrepan sobre si el laboreo incrementa sus
efectivos o por el contrario los merma.
En resumen: los investigadores
creen que la supresión del laboreo favorece a las monocotiledóneas anuales y
perjudica a las dicotiledóneas, aunque gran número de técnicos y agricultores
siguen pensando que la reducción del laboreo conlleva un aumento en los
problemas malherbológicos.
1.2.4) Estrategias de siembra.
Los cultivos de cereales densos y
vigorosos, gracias a una fertilización adecuada, tienden a controlar las
poblaciones de malas hierbas y otros organismos nocivos. En la siguiente tabla,
tomada de García Torres & Fernández-Quintanilla (1991) se muestra la
influencia de la dosis de ciembra de la cebada sobre el desarrollo y producción
de semillas de la avena loca:
1.2.5) Control químico.
Dada la importancia mundial de
los cultivos de cereales, también lo es la investigación y desarrollo de
herbicidas específicos. Por tanto, hay una variada oferta de productos donde
elegir, que se suelen clasificar en: herbicidas contra dicotiledóneas,
contra gramíneas y de amplio espectro.
Entre los herbicidas contra
dicotiledóneas, los de tipo hormonal (2,4-D, MCPA) son los más usados,
debido a su bajo coste, buena tolerancia por el cultivo y eficacia contra
malezas diversas (amapolas, crucíferas y cenizos). Otros herbicidas hormonales
son efectivos contra especies concretas de malas hierbas, por lo que se suelen
combinar varios de ellos. En general se aplican en primavera, con el cultivo
bien ahijado pero antes de iniciar el encañado. La aplicación de estos
herbicidas ha de ser cuidadosa, sobre todo si son muy volátiles y hay cultivos
sensibles cerca.
También se emplean contra
dicotiledóneas algunos herbicidas de contacto selectivos, como el ioxinil y el
bromoxinil (tema 9, apdo. 2.2), que dan buen control en malezas
resistentes a los hormonales. Son muy selectivos frente al cultivo, y pueden
ser aplicados desde el estado de tres hojas hasta bien avanzado el ahijamiento.
Se suelen dar en tratamientos tempranos, mezclados con antigramíneos.
Otros herbicidas usados contra
dicotiledóneas son las sulfonilureas (tema 9, apdo. 4.3.2). Su espectro
de acción es amplio, y se aplican desde el estado de tres hojas hasta la mitad
del ahijamiento. En trigo pueden aplicarse también en preemergencia. Algunas
sulfonilureas, como el clorsulfurón, tienen elevada acción residual. Aunque
trigo y cebada lo toleran bien, para otros cultivos (leguminosas, girasol,
remolacha) la acción residual puede superar el año.
Entre los herbicidas contra
gramíneas destacan los derivados de la urea (clortolurón, isoproturón,
metoxurón), que también pueden afectar a algunas dicotiledóneas. Tienen
actividad foliar y a través del suelo (véase el tema 9), y se pueden
aplicar en pre- y postemergencia, desde el estado de tres hojas hasta el final
del ahijado. Son más eficaces en suelos húmedos, y hay que tener en cuenta que
algunos cereales pueden ser sensibles a ellos.
Hay otros herbicidas
antigramíneas específicos contra la avena loca, tanto en presiembra o
preemergencia (trialato) como en los primeros estados del cereal
(imazametabenz, diclofop), en el ahijado (difenzocuat, tralkoxidín) o tras el
ahijamiento (flamprop-isopropil). Algunos dan buen control de otras malezas
gramíneas.
Los herbicidas de amplio
espectro suelen aplicarse combinados entre ellos (ojo: no todas las mezclas
sirven; consúltese la bibliografía) para actuar mejor sobre las poblaciones de
malas hierbas.
2) CONTROL DE LAS MALAS HIERBAS EN LEGUMINOSAS.-
2.1) Consideraciones generales.-
Las leguminosas son
particularmente sensibles a la competencia de las malas hierbas, ya que se
cultivan en líneas y presentan un desarrollo lento en sus fases iniciales. Por
tanto, la cobertura del suelo es baja, y las malezas agresivas lo tienen fácil.
Parece que el periodo más crítico ocurre entre 2 y 6 semanas de la emergencia,
y ahí debe centrarse el control.
La flora de malas hierbas
asociada a leguminosas es muy variable, según la localidad, suelo, clima,
prácticas agrícolas, etc. Resulta difícil generalizar, aunque su importancia
depende, en gran medida, de su fecha de germinación. Las que emergen a
principios de otoño se pueden controlar
mediante laboreo o herbicidas de preemergencia. Las de germinación más tardía
(otoño-invierno) tienen dificultades para invadir el cultivo, ya que para
entonces éste ya tiene buena cobertura, y compite bien con las malezas.
Además de las malas hierbas, las
leguminosas se ven amenazadas por una planta parásita, el jopo (Orobanche
crenata), cuyas características,
ciclo vital y control se explicaron en las asignaturas de Fitopatología
o Protección Vegetal. Los jopos son especialmente dañinos en cultivos de
guisantes, habas y lentejas. Por ejemplo, un nivel de infestación de 4 jopos
por mata de habas bajan el rendimiento del cultivo a la mitad. El jopo se
controla mediante el retraso en la fecha de siembra, rotaciones de cultivos,
riego adecuado y cultivares resistentes. El empleo del glifosato está
autorizado en habas, pero es fitotóxico para el guisante.
2.2) Métodos de control.-
2.2.1) Control no químico.
La rotación de cultivos es una
medida favorable, por las razones ya expuestas: las malas hierbas difícilmente
controlables en un cultivo pueden ser dominadas en otro. Asimismo, una elevada
densidad de siembra favorece la competencia del cultivo frente a las malezas.
Claro está, en este caso hay que valorar si compensa el mayor coste en
semillas, o si el marco de siembra dificulta el laboreo y otras medidas de
control.
El laboreo es útil para controlar
malas hierbas en diversos cultivos (véanse las razones expuestas en el apdo.
1.2.3). En las leguminosas, además de las labores previas a la siembra, se
pueden realizar también cuando las plantas están crecidas, entre líneas. Las
malas hierbas que aparezcan ahí podrán ser destruidas por el laboreo, aunque
para acabar con las que surjan entre plantas en los surcos habrá que recurrir a
la escarda manual o la química. Por supuesto, estas labores entre líneas han de
ejecutarse con cuidado, para no dañar las raíces ni provocar pérdidas de
humedad en el suelo.
2.2.2.) Control químico.
El empleo de herbicidas es una
alternativa al laboreo; la producción de los cultivos suele ser similar en
ambos casos, según indican García Torres & Fernández-Quintanilla (1991). El
control químico, además, tiende a proteger al suelo frente a la erosión. Para
más información, véase la obra citada de G. Torres & F. Quintanilla.