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(Entra en escena una carroza de cuatro ruedas, acompañada
de un escaso séquito cubierto de harapos. De la carroza desciende Jerjes,
con vestimenta real, pero andrajosa. Jerjes se dirige hacia el Coro con
paso cansado y vacilante.) JERJES. - ¡Ay! Desgraciado de mí porque obtuve este horrible destino que no pude prever! |
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De qué cruel modo atacó la deidad a la raza persa!
¡Mísero de mí!, ¿qué sufrimientos me esperan aún? Pues se me ha aflojado
el vigor de las piernas al poner mis ojos en la ancianidad de estos
ciudadanos. ¡Ojalá, Zeus, que también a mí, junto a los hombres que
perecieron, un destino de muerte me hubiera ocultado! COR.- ¡Ay, ay, Rey! ¡Ay de nuestro valeroso ejército, y del grandioso honor del imperio persa! ¡Y de la galanura de héroes |
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que una deidad ahora ha segado! La tierra llora a la juventud que en ella nació, matada por Jerjes, el que abastece de persas al Hades. Numerosos varones Persas, la flor del país, acostumbrados a vencer con el arco, una densa miríada de héroes, han perecido. Ay, ay! ¡Ay, ay! ¡Ay de quienes eran nuestra heroica defensa! ¡Ya la tierra de Asia, oh Rey de esta tierra, miserablemente dobló su rodilla! ¡Miserablemente! |
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Estrofa 1ª JER.- Este soy yo -¡ay, ay!- un miserable, un ser nocivo para mi raza y para mi patria. Sí. Fui para ellas una desgracia. COR.- Como saludo por tu regreso, te envio este grito de mal agüero, un grito pleno de duelo, propio del mariandino que profiere lamentos[72] , un grito de dolor con llanto abundante. |
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JER.- Antístrofa 1ª Lanzad un lúgubre grito muy plañidero, cargado de acentos de dolor, pues ya se volvió contra mí la deidad. COR.- Lanzaré, sí, t también una <canción> plañidera en extremo, en honor de los sufrimientos de nuestro ejército, por los golpes recibidos del mar, pesadumbre de nuestra raza sumida en llanto. Gritaré desde ahora un gemido acompañado de múltiples lágrimas. Estrofa 2ª JER.- El Ares[73] de los jonios los arrebató. |
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El Ares de los jonios protegido en las naves,
desequilibrando en su propio favor las fuerzas en lucha, segó la sombría
llanura del mar y la malhadada ribera[74].
COR.- ¡Ay, ay, ay! ¡Grítalo y pregúntalo todo. ¿Dónde está la restante multitud de tu gente? ¿Dónde tus ayudantes, como era Farandaces, Susas, Pelagonte y Agábatas, Dótamas, Samis y Susiscanes |
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que Ecbatana dejó? Antístrofa 2ª JER.- Muertos los dejé. Por desgracia cayeron de una nave de Tiro sobre los escollos de Salamina y se estrellaron contra la dura ribera. COR.- ¡Ay, ay, ay! ¿Y dónde tienes a tu Farnuco y al valiente Ariomardo? ¿Dónde el jefe Sevalces, de rango de principe, o Lileo, el de noble linaje, |
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Menís, Táribis y Masistras, Artembares e Histecmas?
Esto te pregunto en segundo lugar. JER.- ¡Ay, ay de mí! Tras haber contemplado la antigua, la odiosa Atenas, todos ellos, como resultado de un solo ataque -¡ay, ay-, los desgraciados, agonizaron en tierra firme. COR.- ¿Y a la flor de los persas, al que en todo tenías como ojo[75] leal, el que contaba por miles y miles, |
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sus tropas, Alpisto, hijo de Batanuco, el de Sesamas,
de Megábates hijo, y a Parto, y al magnífico Ebares, los dejaste
también? ¿Los dejaste? ¡Oh, oh, <¡oh>! ¡Desgraciados de ellos! Estás
contando desgracias que son más que desgracias para los nobles persas.
Antísfrofa . 3ª JER.- Traes a mi memoria la nostalgia de nobles camaradas, al hablar de supremas desgracias, |
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horribles, <inolvidables>, inolvidables. Dentro de mi
pecho <me> grita el corazón. COR.- También, es verdad, echamos de menos a otro, al jefe de miles de soldados mardos[76], a Jantes, y al ario Ancares, a Diexis y a Arsaces, que eran los jefes de los caballeros; a Hegdabates, Litimnas y Tolmo, insaciable en la lucha. Atónito quedo, atónito quedo de que no te acompañen rodeando tus tiendas dotadas de ruedas[77]. |
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Estrofa 4ª JER.- Han muerto -sí- los jefes del ejército. COR.- Han muerto -¡ay!- sin gloria. JER.- ¡Ay, ay! ¡Qué dolor! COR.- ¡Qué pena! Deidades causaron un inesperado desastre, manifiesfo a los ojos de todos. ¡Qué claro es que Ate ha mirado! Antístrofa 4ª JER.- Hemos sido heridos de una mala suerte que durará a través de los siglos. COR.- Hemos sido heridos. Eso está bien claro. JER.- Por una calamidad inaudita. Por un desastre que nunca se vio. |
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COR.- Por haber tropezado sin buena suerte con marinos
jónicos. ¡Infortunado en la guerra el pueblo persa! Estrofa 5ª JER.- ¿Como pensar que no lo es? ¡Desgraciado de mí, que he recibido un golpe fatal en un ejército tan numeroso! COR.- ¿Y qué es lo que no se perdió? ¡Grandes eran las fuerzas de Persia! JER.- ¿Ves lo que queda de mi vestido? COR.- Lo veo, lo veo. JER.- ¿Y esta caja en que guardo las flechas? |
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COR.- ¿Qué es eso que dices que ha sido salvado? JER.- ¡Una aljaba para mis dardos! COR.- Poco, en comparación con los muchos recursos que había. JER.- Nos hemos quedado sin defensores. COR.- ¡El pueblo jónico no huye del dardo! Antístrofa 5ª JER.- ¡ Valeroso en exceso! Vi una derrota que no me esperaba. COR.- ¿Me vas a hablar de la confusión de las naves de guerra puestas en fuga? JER.- Rasgué mi vestido, ante la desgracia de ese desastre. |
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COR.- ¡Ay pena y dolor! JER.- ¡Y aun, sí, más que pena! COR.- IDoble pena es! ¡Y aun triple dolor! JER.- Penoso para nosotros, pero alegría para el enemigo. COR.- ¡Y quedó nuestra fuerza mermada JER.- Me encuentro privado de escolta. COR.- ...por la derrota en el mar de nuestros amigos. Estrofa 6ª JER.- Llora, llora tu pena y vete a tu casa. COR.- ¡Ay, ay! ¡Ay, ay! ¡Mi ruina! ¡Mi ruina! JER.- ¡Grita, sí, como eco a mis gritos! |
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COR. ‑ Triste don a tristezas de tristes! JER.- ¡Gime y pon junto al mío tu canto! COR.- ¡Ay, ay, ay! Dolor! Rigurosa, sí, es esta desgracia! ¡Qué intensamente también me duele! Antistrofa 6ª JER.- Sigue remando, sigue remando y llora mi cortesía perdida[78]. COR.- ¡Anegado en llanto profiero gemidos! JER.- ¡Grita, sí, como eco a mis gritos! COR.- ¡Bien puedo cuidarme de eso, Señor! JER.- ¡Eleva, entonces, tu voz con lamentos! |
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COR.- ¡Ay, pena! ¡Ay, dolor! ¡ Y con estos gritos
también se habrán mezclado -¡ay!- mis negros golpes con los que gimo. Estrofa 7ª JER.- Araña tu pecho y grita el grito misio. COR.- ¡Pena! ¡Pena! JER.- ¡Y arranca de tu mentón la barba canosa! COR.- ¡Hundiendo con fuerza las uñas! ¡Hundien do con fuerza las uñas de forma que arranque intensos lamentos! JER.- ¡Lanza un grito agudo! COR.- ¡También haré eso! Antístrofa 7ª JER.- Haz trizas con tus dedos la ropa de tu pecho! |
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COR.- ¡Pena! ¡Pena! JER.- ¡Arráncate el cabello a puñados y siente con pasión del ejército! COR.- ¡Hundiendo con fuerza las uñas! ¡Hundiendo con fuerza las uñas de forma que arranque intensos lamentos! JER.- ¡Inunda tus ojos de lágrimas! COR.- ¡Los tengo empapados! Épodo JER.- ¡Grita, si, como eco a mis gritos! COR.- ¡Ay, ay, ay, ay! JER.- Entre lamentos marcha a tu casa (El Coro inica la salida con paso tardo por Ia edad.) COR.- ¡Ay, ay, tierra persa, difícil de andar para mí |
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JER.- ...¡ay, ay, si, a lo largo de la ciudad! COR.- ¡Ay, ay, si! ¡Si, si! JER.- ¡Gemid, caminantes que andáis sin aliento! COR.- ¡Ay, ay, tierra persa, dificil de andar para mi! JER.- ¡Ay, pena y dolor de los que murieron! ¡Ay, pena y dolor sobre nuestros navios de guerra!. COR.- Te despediré con tristes gemidos. (El Coro abandona la escena. Jerjes queda solitario y abatido. Segundos después entra en el palacio.) |
[72] Los bárbaros mariandinos (Pausanias V 26, 7) habitaban en Bitinia. El Coro los presenta como ejemplo, que imita, de manifestación exaltada de dolor.
[73] Antonomasia: "el valor guerreo".
[74] Salamina.
[75] Los funcionarios del imperio persa recibían el nombre de "Ojo del Rey".
[76] Los mardos, tribu nómada, se integraron en el imperio persa.
[77] Es un carro oriental, entoldado y con cortinas, en el que se desplazaban las mujeres.
[78] El Coro acentúa intencionadamente sus golpes de pecho en señal de dolor, imitando la acción de remar. Con ello, la inetcnión del Coro, poner de manifiesto que el desastre lo ha causado Jerjes por arriesgar a los persas en una empresa naval, no pasa inadvertida para Jerjes, y manifiesta su dolor potenciado por la falta de cortesía de que es objeto.