(Mientras el Coro empieza a cantar, la Reina, con sus sirvientas, se dirige a la tumba de Darío.)
COR.-
Mujer, tú que eres Reina, persona venerable para los persas, envía libaciones a las cámaras que tiene tu esposo bajo la tierra, que nosotros rogaremos con himnos que nos sean favorables los guías subterráneos que tienen los muertos. Ea, sagradas deidades subterráneas: Tierra, Hermes y tú, Rey de los muertos[52], enviad desde abajo un alma a la faz!

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Pues, si algún ventajoso remedio de nuestras desdichas conoce, sólo él entre los mortales podría decirnos el fin que tendrán.
(El Coro canta acompañando con la acción sus palabras.)
Estrofa 1ª
¿Me oyes, Rey como un dios que alcanzaste la dicha, cuando pronuncio las claras palabras en lengua bárbara con múltiples tonos, lúgubres, de triste sonido? A pleno pulmón yo voy a gritar mis dolores por tanto infortunio. ¿Me estará oyendo desde allá abajo?
Antístrofa 1ª
¡Ea, tú, Tierra, y vosotros también,

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los que sois los demás soberanos de las subterráneas regiones; permitid que salga de sus moradas la gloriosa deidad, el dios de los persas que en Susa nació[53]! . ¡Enviad aquí arriba a quien es cual ninguno la tierra de Persia había tenido jamás en su seno!
Estrofa 2ª
Amado es nuestro héroe, amada, sí, su tumba, porque encierra la forma de ser que nos es amada. Edoneo[54], tú que haces que suban a la luz las almas de los muertos, Edoneo,

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permite que suba hasta aquí el divino soberano Darío. ¡Eh! ¡Eh!
Antístrofa 2ª
Pues nunca llevó hombres a la muerte con locuras que matan mediante la guerra. Inspirado de un dios le llamaban los persas e inspirado de un dios él lo era, pues así conducía el timón del ejército. ¡Ah! ¡Ah!
Estrofa 3ª
¡Rey, antiguo Rey, ea, llégate! ¡Ven hasta el punto más alto de la tumba! ¡Alza la sandalia azafranada de tu regio pie

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y haz que brille el botón de tu tiara! ¡ Ven, Darío, tú, que, como un padre, nunca hiciste daño! ¡Oh!
Antístrofa 3ª
Para oír los recientes dolores, comunes a todo el país, ¡aparece, Señor de señores! Porque una bruma propia de Éstige[55] ha sobrevolado y la juventud de nuestro país toda ha perecido.

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¡Ven, Darío, tú, que como un padre, nunca hiciste daño! ¡Oh!
Épodo
¡Ay, ay! ¡Ay, ay! Oh tú, que, al morir, fuiste muy llorado por tus amigos! ¿Por qué, Señor, Señor, este doble[56]  error digno de doble lamento para todo este país tuyo?: «Se han perdido las naves de tres bancos de remos. Ya no hay naves, ya no, ya no hay naves!»

[52] Hades.

[53] Perífrasis: "Darío".

[54] Hades.

[55] Río del reino de Hades.

[56] Las pérdidas materiales y humanas.