1250

(Orestes y Pílades entran en el palacio.)
Electra.-
Estrofa.
¡Oh queridas mujeres de Micenas, las primeras en esta población pelásgica de los argivos!
Coro.-
¿Qué orden nos das, Señora? Ciertamente aún te queda esa dignidad en la ciudad de las Danaides.

1260

Electra.- Poneos algunas de vosotras a vigilar el camino de carros, y las otras aquí, en el otro camino que llega a palacio.
Coro.- ¿Por qué me das esta orden? Dímelo, querida.
Electra.- Me acosa el miedo de que alguien se aproxime a la casa en el momento del asesinato y añada desgracias a las desgracias.
Semicoro 1.- ¡ Vamos! ¡Démonos prisa! Yo, entonces, vigilaré este camino, el que da a la salida del sol.
Semicoro 2.-
Y yo éste, que lleva a poniente.

1270

Electra.- Moved las pupilas de vuestros ojos de un lado a otro, de aquí allá, y luego en sentido contrario.
Coro.- Hacemos la guardia, como mandas.
Electra.- (Antistrofa) Girad vuestra mirada, y bajo los bucles volved vuestra vista en todas direcciones.
Semicoro 1.-
¿Quién es ése que viene por el camino? ¿Quién es ése que ronda por los alrededores del palacio, un campesino?

1280

Electra.- ¡Estamos perdidos, amigas! Nos descubrirá a los enemigos como fieras escondidas empuñando las espadas.
Semicoro 1.-  Sigue sin temor. Está vacío, amiga, el sendero que tú crees que no.
Electra.- ¿Qué? ¿Aún ese lado tuyo sigue tranquilo? Dame una buena noticia, si esa parte de delante del pórtico está desierta.
Semicoro 1.- ¡Bien va por aquí! Pero atisba tú por tu parte. Que ninguno de los Dánaos se aproxime a nosotros.
Semicoro 2.-
Lo mismo digo. Tampoco por aquí hay gente.

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Electra.- Vamos me pondré a la escucha en las puertas del palacio. ¿ Qué aguardáis los de dentro, en esta  calma, para ensangrentar a la víctima? No me oyen. ¡Triste de mí en mis males! ¿Acaso ante la belleza se han embotado las espadas? Pronto algún argivo armado acudirá a la carrera e irrumpirá en el recinto.

1300

¡Mirad aún mejor! ¡No es un combate para reposos! Con que atisbad unas por acá, y las otras por allá.
Coro.- Cambio de camino escrutando por todas partes.

Helena.- (Desde el interior.) ¡Ay ay, Pelásgica Argos, me matan cruelmente!
Coro.- ¿Habéis oído? Los hombres ejecutan el asesinato. El chillido es de Helena, según conjeturo.
Electra.-
¡Oh, poder de Zeus, de Zeus sempiterno  poder, ven en socorro de nuestros amigos, por todas partes!

1310

Helena.- (Desde el interior.) ¡Menelao, muero! ¡Y tú no estás aquí para auxiliarme!
Electra.-
¡Matadla, asesinadla, degolladla, hincadle los dobles puñales de doble filo con todo el impulso de vuestro brazo, a la que abandonó a su patria y a su marido, la que aniquiló a muchísimos griegos, que bajo la lanza murieron en las márgenes del río, en torno a los remolinos del Escamandro, donde tantas lágrimas sobre lágrimas cayeron motivadas por los férreos dardos!