320

(Sale Electra.)
Coro.-
Estrofa 1ª
Coro.-
¡Ay, ay! ¡Raudas, aladas, furiosas deidades que montáis un cortejo sin tonos báquicos, entre gemidos y sollozos,

330

Euménides de negra tez, vosotras que os agitáis por el vasto éter vengadoras del crimen de sangre, vengadoras del asesinato, os suplico, os suplico, permitid que el hijo de Agamenón olvide su rabiosa y frenética locura! ¡Ay, desgraciado, qué angustias te empujan a errar sin sentido, por haber aceptado la profecía que desde el trípode Febo emitió, emitió sobre el suelo

340

donde están, según dicen, las hendiduras del ombligo de la tierra!
Antistrofa 1ª
¡Oh, Zeus! ¡Qué congoja! ¿Qué enfrentamiento sanguinario es éste que avanza y te acosa a ti, desdichado, en el que lágrimas sobre lágrimas amontona algún demonio vengador que arrastra hacia la casa la sangre de tu madre, que te infunde delirio? Sollozo, sollozo por ti. La gran prosperidad no es estable entre los mortales.

350

La divinidad, al zarandearla, la rasga de arriba abajo como la vela de una nave rápida y la sumerge bajo penas terribles como bajo las rugientes olas mortíferas de alta mar. ¿Pues a qué otra familia he de venerar antes que a la surgida de un matrimonio que desciende de dioses, la de Tántalo?
Coro.-
Pero he ahí que avanza un rey, el soberano  Menelao, y muy claro puede verse en su arrogancia que es de la sangre de los Tantálidas.

 

¡Oh tú que condujiste una  armada de mil naves contra la tierra de Asia, salve! Vienes acompañado por la fortuna, ya que has logrado de los dioses lo que pedías.
(Entra Menelao.)