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NODRIZA.- ¡Ojalá la nave Argo no hubiera volado robre las sombrías Simplégades hacia la tierra de Cólide[1], ni en los valles del Pelión hubiera caído el cortado por el hacha[2], ni hubiera provisto de remos las manos de los valerosos hombres que fueron buscar para Pelias el vellocino de oro! Mi señora no hubiera zarpado hacia las torres de la tierra de Yolco, herida en su corazón por el amor a Jasón, ni, habiendo persuadido a las hijas de Pelias a matar su padre[3], habitaría esta tierra corintia

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con su esposo y sus hijos, tratando de agradar a los ciudadanos de la tierra a la que llegó. como fugitiva y viviendo en completa armonía con Jasón: la mejor salvaguarda  radica en que una mujer no discrepe de su marido. Ahora, por el contrario, todo le es hostil y se duele de lo más querido, pues Jasón, habiendo traicionado a sus hijos y a mi señora, yace en lecho real, después de haber tomado como esposa a la hija de Creonte, que reina sobre esta tierra. Y Medea, la desdichada, objeto de ultraje,

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llama a gritos a los juramentos[4], invoca a la diestra dada, la mayor prueba de fidelidad, y pone a los dioses por testigo del pago que recibe de Jasón. Ella yace sin comer, abandonando su cuerpo a los dolores, consumiéndose día tras día entre lágrimas, desde que se ha dado cuenta del ultraje que ha recibido de su esposo, sin levantar la vista ni volver el rostro del suelo y, cual piedra u ola marina, oye los consuelos de sus amigos[5] . Y si alguna vez vuelve su blanquísimo cuello,

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ella misma llora en sí misma a su padre querido, a su tierra y a su casa, a los que traicionó para seguir a un hombre que ahora la tiene en menosprecio. La infortunada aprende, bajo su desgracia, el valor de no estar lejos de la tierra patria. Ella odia a sus hijos y no se alegra al verlos, y temo que vaya a tramar algo inesperado, [pues su alma es violenta y no soportará el ultraje. Yo la conozco bien y me horroriza pensar que vaya a clavarse un afilado puñal a través del hígado,

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entrando en silencio en la habitación donde está extendido su lecho, o que vaya a matar al rey y a su esposa y después se le venga encima una desgracia mayor], pues ella es de temer. No será fácil a quien haya incurrido en su odio que se lleve la corona de la victoria. Pero he aquí a los hijos que vienen de ejercitarse en la carrera, sin preocuparse en absoluto de las desgracias de su madre, pues a una mente joven no le gusta sufrí.
PEDAGOGO.- Antigua esclava de mi señora
[6], ¿por qué estás junto a las puertas tan solitaria,

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lamentando contigo misma desgracias? ¿Cómo consiente Medea en estar sola sin ti?
NOD.- Anciano compañero de los hijos de Jagén. para los buenos esclavos es una calamidad que rueden mal las cosas de sus amos, y hace mella en sus corazones. Yo he llegado a un grado tal de sufrimiento, que el deseo me ha impulsado a venir aquí a confiar a la tierra y al cielo las desgracias de mi señora.
PED.- ¿No cesa aún la desgraciada en sus gemidos?
NOD.- Envidio tu ingenuidad. El dolor está en su principio y aún no ha llegado a su mitad.

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PED.- ¡Insensata!, si es lícito dirigirse así a los señores. ¡Cuán lejos está de conocer sus nuevas desgracias![7] .
NOD.- ¿Qué sucede, anciano? No rehuses hablar.
PED.- Nada. Bien arrepentido estoy de lo que acabo de decir.
NOD.- No, por tu mentón
[8], no ocultes nada a tu compañera de esclavitud, pues yo guardaré silencio si es necesario.
PED.- He oído a alguien, haciendo que no prestaba atención, y acercándome a los jugadores de dados allí donde los más ancianos están sentados aíre dados de la augusta fuente de Pirene
[9], que Creonte, soberano de esta tierra,

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iba a expulsar de este suelo a estos niños con su madre. Mas ignoro si este rumor es verdadero. Desearía que no lo fuese.
NOD.- ¿Y Jasón va a permitir que sus hijos sufran esto, aunque no se lleve bien con su madre?
PED.- Las antiguas alianzas ceden el paso a las nuevas y aquél ya no es amigo de esta casa.
NOD.- Estamos perdidos, si un nuevo mal añadimos al antiguo, antes de haber apurado este presente
[10]
PED.- Tú, al menos —pues no es momento de que lo sepa

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la señora—, tranquilízate y guarda silencio.
NOD.- Hijos, ¿oís cómo se porta vuestro padre con vosotros? Que no perezca, pues es mi señor, pero no hay duda de que es un malvado con los suyos.
PED.- ¿Y quién no de los mortales? Acabas de comprender que todo el mundo se ama más a sí mismo que a su prójimo
[11], [unos con razón y por interés], si te fijas en que su padre no los ama causa de su lecho[12]
NOD.- Entrad, todo irá bien, dentro de la casa, hijos. Y tú, tenlos lo más apartados que puedas

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y no los acerques a su irritada madre, pues ya la he visto mirarlos con ojos fieros de toro, como tramando algo. No cesará en su cólera, lo sé bien, antes de desencadenarla sobre alguien. ¡Que, al menos, cause mal a sus enemigos y no a sus amigos!
MEDEA.- (Desde dentro.) ¡Ay, desgraciada de mí e infeliz por mis sufrimientos! ¡Ay de mí, ay de mi! ¿cómo podría morir?
NOD.-
Como os decía, niños queridos, vuestra madre excita su corazón[13] y su cólera. Apresuraos a entrar en casa            

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y no os acerquéis a su vista ni os aproximéis a ella, guardaos del carácter salvaje y de la naturaleza terrible de su alma despiadada. ¡Vamos, entrad cuanto antes! (Los niños y el pedagogo entran la casa.) Es evidente que esta nube de lamentos empieza a levantarse pronto estallará con más furor[14]  ¿Qué podrá llegar a hacer un alma orgullosa, difícil de dominar y mordida por la desgracia?

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MED.- (Desde dentro.) ¡Ay, sufro, desdichada, sufro infortunios que merecen grandes lamentos! ¡Ay, hijos malditos de una odiosa madre, así perezcáis con vuestro padre y toda la casa se destruya!
NOD.-
¡Ay de mí, ay desgraciada de mí! ¿Qué parte tienen tus hijos en los errores de su padre?[15]
¿Por qué los odias? ¡Ay de mí, hijos, cómo me angustia la idea de que vayáis a sufrir algo! Terribles son las decisiones de los soberanos; acostumbrados a obedecer poco y a mandar mucho,

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difícilmente cambian los impulsos de su carácter. Mejor es acostumbrarse a vivir en la igualdad; en lo que a mí toca, ¡ojalá envejezca, no entre grandezas, sino en lugar seguro! Moderación es la palabra más hermosa de pronunciar, y servirse de ella proporciona a los mortales los mayores beneficios. El exceso, por el contrario, ningún provecho procura a los mortales y devuelve, a cambio, las mayores desgracias, cuando una divinidad se irrita contra una casa.

[1] En este prólogo informativo de la Nodriza se narran los principales acontecimientos de la famosa expedición de los Argonautas en la nave Argo, en busca del vellocino de oro a la Cólquide, región situada en el Ponto Euxino, al sur del Cáucaso,  cual se accedía por entre dos rompientes rocosQs muy peligrosos, las Simplégades. El comienzo contiene ya una bella metáfora, en la que las velas del navío son comparadas con

las alas de un pájaro.

[2] En este prólogo informativo de la Nodriza se narran los principales acontecimientos de la famosa expedición de los Argonautas en la nave Argo, en busca del vellocino de oro a la Cólquide, región situada en el Ponto Euxino, al sur del Cáucaso, cual se accedía por entre dos rompientes rocosQs muy peligrosos, las Simplégades. El comienzo contiene ya una bella metáfora, en la que las velas del navío son comparadas con las alas de un pájaro.

[3] Para vengar la muerte del padre de Jasón a manos de Pelias, Medea convenció a sus hijas de que descuartizaran a su Padre y lo pusieran a cocer, asegurándoles que de este modo recobrana la juventud, pero Pelias no volvió a recobrar la vida.

[4] Alusión a los juramentos dados por Jasón a Medea respecto a su fidelidad, en los momentos de peligro de su viaje a la Cólquide.

[5] Con esta comparación, se resalta lo inflexible del temperamento de Medea.

[6] En el texto original griego dice literalmente: antigua posesión de 1a casa de mi sdiora.

[7] Se ha seguido al editor italiano VALGIGLIO en la traducción de la frase introducida por hós con valor exclamativo, CD lugar de causal.

[8] Gesto habitual de súplica que se dirige a los ancianos.

[9] La fuente de Pirene, famosa por la dulzura de sus aguas, fue donada por Asopo (dios del no homónimo) a Sísifo, rey, de Corinto, por haberle revelado el rapto que había llevado a cabo Zeus de su hija Egina.

[10] En este verso hay una bella metáfora basada en el uso de un verbo que se emplea específicamente en la vida marinera. En nuestra traducción no ha podido ser reflejada con plenitud, si tenemos en cuenta que el verbo exantleó significa “vaciar de agua la sentina de la nave” y, de aquí, “apurar”.

[11] El verso 86 se convirtió en proverbial.

[12] Se refiere al lecho de su nueva esposa.

[13] Estamos ante una hendíadis típica de las lenguas clásicas, en lugar de la expresión más engarzada “la cólera de su corazón”.

[14] Algunos comentaristas consideran este pasaje un tanto oscuro y de difícil interpretación, si bien creemos que no hay graves dificultades para captar el juego de bellas metáforas que comparan la pasión de Medea con el progresivo desencadenarse de una tempestad.

[15] Interrogante de rancio abolengo en toda la literatura griega, documentado ya en Homero y posteriormente en autores como Solón, Teognis, etc.