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(Aparece en escena Egeo, rey de Atenas, con indumentaria de caminante)
EGEO.- Medea, te saludo. Nadie conoce un preámbulo más hermoso que éste para dirigirse a sus amigos.
MED.- También yo te saludo, hijo del sabio Pandión
[45]. ¿De dónde vienes al suelo de esta tierra?
EGE.- Acabo de abandonar el antiguo santuario de Febo
[46].
MED.- ¿Por qué fuiste al profético ombligo del mundo?
EGE.- Buscando el medio de obtener simiente de hijos.
MED.- ¡Por los dioses! ¿Has vivido sin hijos hasta hoy?

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EGE.- Sin hijos, por voluntad de alguna divinidad[47].
MED.- ¿Tienes esposa o no conoces el lecho conyugal?
EGE.- Estoy sujeto al yugo del matrimonio.
MED.- ¿Qué te ha dicho Febo sobre los hijos?
EGE.- Palabras demasiado sabias para ser comprendidas por un hombre.
MED.- ¿Me está permitido conocer el vaticinio del dios?
EGE.- Seguro que sí, pues precisa de una mente sabia.
MED.- ¿Qué te ha vaticinado? Dilo, si es lícito oírlo.
EGE.- Que no desate el pie que sale del odre...
MED.- ¿ Antes de haber hecho qué cosa o haber llegado a qué país?

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EGE.- Antes de regresar al hogar paterno.
MED.- ¿ Qué necesidad te ha impulsado a navegar hasta este país?
EGE.- Hay un cierto Piteo, rey de la tierra de Trecén
[48] .
MED.- Hijo, se dice, del piadosísimo Pélope.
EGE.- A él quiero comunicarle el oráculo de la divinidad.
MED.- Es un hombre sabio y experto en tales cuestiones.
EGE.- Y para mi el más querido de todos los aliados.
MED.- ¡Que tengas suerte y consigas lo que deseas!
EGE.- (Observando el gesto de Medea.) ¿Por qué tienes esa mirada y ese aspecto tan decaído?
MED.- Egeo, mi esposo es el más malvado de todos los hombres.

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EGE.- ¿Qué dices? Explícame. con claridad tus dolores.
MED.- Jasón me ultraja, sin haberle causado yo mal alguno.
EGE.- ¿Qué ha hecho? Dímelo con más claridad.
MED.- Por encima de mí tiene otra mujer como señora de la casa.
 EGE.- ¡No puede haberse atrevido a cometer acción tan vergonzosa!
MED.- Sábelo bien. Deshonrados estamos los que antes éramos amados.
EGE.- ¿Por amor a otra mujer o por odio a tu lecho?
MED.- Sí, se trata de un gran amor: ha traicionado a sus seres queridos.
EGE.- No quiero saber nada de él, si es un malvado como dices.
MED.- Su amor consiste en obtener la alianza con los soberanos.

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EGE.- ¿Quién se la da? Háblame hasta el final.
MED.- Creonte, rey de esta tierra corintia.
EGE.- Comprensible era tu aflicción, mujer.
MED.- Estoy perdida y, además, he sido desterrada del país.
EGE.- ¿Por quién? Me anuncias una nueva desgracia.
MED.- Creonte me destierra de la tierra corintia.
EGE.- ¿Y lo permite Jasón? No lo apruebo.
MED.- De palabra no, pero está dispuesto a aceptarlo. (Arrojándose a los pies de Egeo.) ¡Por tu mentón y por tus rodillas, aquí me tienes ante ti, suplicante!

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¡Compadécete, compadécete de mí desdichada! ¡No consientas que sea desterrada y abandonada! ¡Acógeme en tu país y al calor del hogar de tu casa! ¡Que tu deseo de tener hijos se cumpla por voluntad de los dioses y tú mismo mueras feliz! No sabes el hallazgo que has hallado aquí. Acabaré con tu esterilidad y haré que puedas engendrar hijos; tales son los remedios que conozco.
EGE.- Por muchas razones deseo concederte este favor, mujer; primero por los dioses,

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luego por los hijos cuyo nacimiento prometes, ya que soy completamente incapaz de conseguirlos[49] . Mira lo que me propongo: cuando vengas tú a mi tierra, me esforzaré en ser hospitalario contigo, como es justo. Sólo voy a indicarte una cosa, mujer: yo no tengo la intención de llevarte fuera de esta tierra, mas si por ti misma te presentas en mi casa, permanecerás inviolable y a nadie te entregaré. Aparta ahora tú el pie de esta tierra, pues quiero estar entre mis huéspedes sin reproche alguno[50]

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MED.- Así será. Pero si tuviera alguna garantía
de tus promesas, estaría completamente satisfecha de tu comportamiento.
EGE.- ¿Es que no tienes confianza? ¿Qué dificultad ves?
MED.- Tengo confianza, pero la casa de Pelias y Creonte es enemiga mía. Si te unces a mí con juramentos, no podrás entregarme a ellos cuando quieran arrancarme de tu país. Pero si sólo te comprometes de palabra y sin jurar por los dioses, podrías convertirte en su amigo y ceder, sin duda, a las peticiones de sus heraldos. Mi fuerza es débil; ellos, en cambio, poseen prosperidad y una casa regia.

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EGE.- Has hablado con mucha previsión, mujer. Por tanto, si te parece bien a ti, yo no me niego a hacer eso. Para mi, esto es lo más seguro: mostrar a tus enemigos que tengo un pretexto y, al mismo tiempo, tu posición será más sólida. Dime el nombre de los dioses por los que debo jurar.
MED.- Jura por el suelo de la Tierra y por el Sol
[51], padre de mi padre, y por todo el linaje de los dioses.
EGE.- ¿ Hacer o no hacer qué cosa? Dilo.
MED.- Que nunca me expulsarás de tu tierra y que, si alguno de mis enemigos desea llevarme,

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no se lo permitirás voluntariamente, mientras tú estés vivo.
EGE.- Juro por la Tierra y por la brillante luz del Sol y por todos los dioses permanecer fiel a lo que me propones.
MED.- Basta. ¿Qué castigo sufrirás, si no permaneces fiel a este juramento?
EGE.- El que sobreviene a los mortales impíos.
MED.- Márchate contento, pues todo está bien. Yo llegaré cuanto antes a tu ciudad, después de haber realizado lo que pretendo y conseguido lo que deseo.
CORIFEO.- (A Egeo, mientras parte con su séquito.)
¡Que el hijo de May[52]a, el dios conductor, te encamine a tu casa

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y que puedas conseguir lo que deseas con tanto ardor, ya que como un hombre noble, Egeo, te has mostrado ante mí!
MED.- ¡Oh Zeus! ¡Oh Justicia, hija de Zeus y luz del Sol! ¡Bella es la victoria, amigas, que obtendremos sobre nuestros enemigos! Ya estamos en camino de conseguirla. Ahora tengo la esperanza de que mis enemigos pagarán su castigo, pues ese hombre, en el momento en que más fatigados estábamos, se ha presentado como puerto de mis proyectos; de él amarraremos los cables de popa,

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una vez llegados a la ciudad y a la acrópolis de Palas. Voy a exponerte todos mis planes. Escucha mis palabras, que no te Van a procurar placer. Enviando a uno de mis criados, suplicaré a Jasón que venga ante mi vista. Cuando haya venido, le diré dulces palabras: que estoy de acuerdo con él, que apruebo la boda regia que ha realizado, a pesar de traicionarnos, que su decisión es beneficiosa y bien pensada. Pero también le suplicas que se queden aquí mis hijos,

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no para abandonarlos en tierra hostil y que sirvan de ultraje a mis enemigos sino para poder matar con engaños a la hija del rey. Pues pienso enviarlos con regalos en sus manos [para que se los lleven a la esposa y no los expulse de esta tierra]: un fino peplo y una corona de oro laminado. Y si ella toma estos adornos y los pone sobre su cuerpo, morirá de mala manera, y todo el que toque a muchacha: con tales venenos voy a ungir los regalos. Ahora, sin embargo, cambio mis palabras

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y rompo en sollozos ante la acción que he de llevar a cabo a continuación, pues pienso matar a mis hijos; nadie me los podrá arrebatar y, después de haber hundido la casa de Jasón, me iré de esta tierra, huyendo del crimen de mis amadísimos hijos y soportando la carga de una acción tan impía. No puedo soportar, amigas, ser el hazmerreír de mis enemigos. ¡Adelante! ¿Qué ganancia tengo con vivir? No poseo ni patria, ni casa, ni refugio de mis males. Me equivoqué el día en que abandoné

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la morada paterna fiándome de las palabras de un griego que, con la ayuda de los dioses, nos pagará justa compensación pues nunca más verá vivos a los hijos nacidos de mí ni engendrará un hijo de su esposa recién uncida, pues es necesario que ella muera con muerte terrible por mis venenos. Que nadie me considere poca cosa, débil e inactiva, sino de carácter muy distinto, dura para mis enemigos y, para mis amigos, benévola; la vida de temperamentos semejantes es la más gloriosa.

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CORIFEO.- Puesto que has compartido tu plan con nosotras, con el deseo de serte útil y por defender las leyes de los hombres, te prohíbo que hagas esto.
MED.- No es posible. Pero que tú hables así es disculpable, ya que no has sido tratada con tanta crueldad como lo he sido yo.
CORIFEO.- ¿Te atreverías a matar a tu simiente, mujer?
MED.- Así quedará desgarrado con más fuerza mi esposo.
CORIFEO.- Pero tú serás la mujer más desgraciada.
MED.- Déjalo. Inútiles son todas las palabras que cruzamos. (Dirigiéndose a la nodriza.) Vamos, márchate y trae aquí a Jasón,

 

pues para todas las misiones de confianza me voy a servir de ti. No digas nada de mis proyectos, si quieres bien a tu señora y eres mujer.

[47] Nótese la finura del contraste psicológico que se deriva la diversa situación de ambos personajes, uno sin hijos y el otro, Medea, tramando contra ellos su venganza.

[48] Ciudad situada en la costa del golfo Saróníco fundada por Piteo, que era hijo de Pélope y hermano de Tiestes y de Atreo. A él se dirige Egeo, con la finalidad de conocer el sentido del extraño oráculo.

[49] La mayoría de los traductores, siguiendo al comentarista, traducen el verso 722 por “pues a esa finalidad tiende todo mi ser”, pero esta traducción tropieza con la dificultad de que este valor de phroûdos sólo estaría atestiguado aquí, por eso hemos preferido asignarle su significación normal de “ser incapaz de, ser inepto para”, como hacen otros autores.

[50] Advertencia diplomática que hace Egeo de que no quiere enemistarse con su huésped Jasón, lo cual no impide que, en su momento, pueda ofrecer su hospitalidad a Medea.

[51] Jurar por la Tierra y por el Sol era una fórmula tradicional ya desde los juramentos homéricos.

[52] El hijo de Maya es Hermes, aqui en su faceta de compañero de viaje de los vivos y no de los muertos.

[53] Los atenienses eran considerados los hijos de Erecteo, de Pandión.