CORO.
Estrofa. 1ª
Aceptaré ser vecina de Palas y no ultrajaré a una ciudad a la que Zeus omnipotente y Ares miran como baluarte de las deidades, protectora gloriosa de los altares erigidos en honor de los dioses de Grecia.

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Por ella ruego y vaticino con amor. ¡Que vigorosos bienes útiles para la vida haga brotar de la tierra la resplandeciente luz del sol!
ATE.- Esto hago yo por amor a mis ciudadanos. Acabo de establecer aquí a unas deidades que son poderosas y difíciles de aplacar. Sí, les tocó en suerte dirigir todo lo concerniente a los seres humanos.

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Verdad es que aquel que se tropieza con estas severas deidades no sabe, a veces, de dónde proceden los golpes que sufre su vida, porque las faltas que cometieron sus antepasados son las que lo conducen ante ella, <y> la perdición, incluso al que habla a gritos con cólera odiosa, lo va aniquilando calladamente.
CORO.
Antístrofa 1ª
¡Que jamás sople viento dañino con perjuicio para los árboles! Explico mi voto: ¡que los bochornos que marchitan los brotes de las plantas jamás atraviesen las fronteras de esta región

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ni en ella se deslice la funesta plaga que arruina los frutos! ¡Que haga Pan que se críen las ovejas sanas, con partos dobles en el tiempo fijado! ¡<y> que la raza nacida de una tierra rica en tesoros estime <siempre> el regalo que le hacen los dioses por medio de Hermes[44]!.
ATE.- ¿Estáis oyendo, custodios de nuestra ciudad, qué clase de bienes llevan a cabo? Muy poderosa es la augusta Erinis

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entre los inmortales y entre los dioses subterráneos, y con perfección y claridad actúa en lo concerniente a los seres humanos: a unos les concede canciones; a otros, por el contrario, una existencia cegada de lágrimas.
CORO.
Estrofa. 2ª
De aquí alejaré la mala fortuna que destruye al hombre antes del momento que le corresponde. Y vosotras que tenéis poder para ello y sois diosas, conceded a las jóvenes que, al llegar a la edad del amor, compartan su vida con un marido,

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oh Moiras, hermanas mías por parte de madre[45], deidades que a todos asignáis el destino con rectitud, que estáis vinculadas a cada casa, y en todo momento ejercéis el peso de vuestra misión y en todas partes sois las más honradas entre los dioses porque vuestro trato se ajusta a justicia.
ATE.- Como van a llevar a cabo esto amorosamente para mi tierra, yo resplandezco de alegría y amo los ojos de Persuasión,

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que vigiló mi lengua y mi boca frente a estas deidades que rehusaban de modo salvaje. Pero ha triunfado Zeus, el protector del diálogo en las asambleas, y vence para siempre nuestra rivalidad en el bien.
CORO.
Antistrofa. 2ª
¡Que jamás ruja en esta ciudad la discordia civil, siempre insaciable de desgracias, lo suplico. ¡Que no vaya el polvo, llevado de su irritación por haber bebido negra sangre de ciudadanos,

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a exigir represalias que son la ruina de la ciudad! Antes, al contrario, que unos a otros se ofrezcan ocasiones para la alegría, mediante una forma de pensar impregnada de mutuo amor y que, si odian, lo hagan también con espíritu de unidad, pues, entre los mortales, tal proceder es el remedio de muchas desgracias.
ATE.- (Dirigiéndose al público.) ¿No es cierto que están dispuestas a hallar el camino para su lenguaje de bendiciones[46]?

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Estoy viendo que de estos rostros que infunden espanto procede un importante provecho para los ciudadanos, porque, si siempre tributáis con amor elevados honores a éstas que os aman, os distinguiréis por conducir siempre este país y esta ciudad con la rectitud de la justicia.
CORO.
Estrofa. 3ª
<¡Adiós!> ¡Alegraos con las riquezas que os dio el destino! ¡Adiós, población urbana que tienes tu sede junto a la Virgen hija de Zeus, a la que amas y que te ama! ¡Y sed moderados en todo tiempo!

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A quienes viven bajo las alas de Palas los respeta el padre de la diosa.
(Entra en escena un cortejo portador de antorchas. Un grupo de doncellas se dirige al Coro y lo reviste con mantos de púrpura.)
ATE.- Adiós también vosotras, pero yo debo marchar la primera para mostraros vuestra morada a la sagrada luz de este cortejo. Id y, mientras se ofrecen solemnes víctimas, descended bajo tierra, para alejar de este país lo que le sea perjudicial y traer lo que pueda ser provechoso para el triunfo de la ciudad.(Se dirige al cortejo.)
Vosotros, descendientes de Cránao[47], dueños de esta ciudad,

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servid como gafas a estas nuevas vecinas nuestras. ¡Y que los ciudadanos tengan honrada intención de obrar bien!
CORO.- Adiós, adiós, de nuevo repito, todos -dioses y mortales- que habitáis la ciudad de Palas. Si veneráis mi vecindad, no tendréis que quejaros de infortunio alguno en vuestra vida.

[44] Todo regalo fortuito se atribuía a Hermes.

[45] Según una versión, las Moiras eran hijas de Zeus y Temis, según otra (y esta sigue Esquilo) de la Noche.

[46] Esto es, a cumplir sus bendiciones.

[47] Uno de los primeros reyes de Ática. De su hija Atis deriva Ática.