CORO.
Estrofa. 1ª
Ahora será el momento de la aniquilación

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que acarrearán unas leyes nuevas, si llega a triunfar el derecho y la culpa de este matricida. Este hecho va a acostumbrar a todo ciudadano a la licencia. ¡Muchos auténticos sufrimientos de heridas causadas por hijos aguardan a padres a partir de ahora a lo largo del tiempo!
Antistrofa. 1ª
Pues ni siquiera va ir contra estos delitos nuestro rencor de furiosas bacantes

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que vigilamos a los mortales. No me preocuparé de muerte alguna, y, mientras uno comenta las desgracias de sus vecinos, preguntará de que otro sitio llegará el fin y el alivio de los sufrimientos y cualquier desdichado lo consolará inútilmente con remedios que no son seguros.
Estrofa.2ª
Que nadie que haya sido herido por una desgracia pida ayuda gritando palabras como éstas:

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“Oh Justicia” y “Oh tronos de las Erinis”. Quizás un padre o una madre que acaba de sufrir se lamenten con ese grito lastimero, puesto que se derrumba la casa de Justicia.
Antistrofa.2ª
Veces hay en que está bien que exista miedo, y debe morar de continuo, vigilante, en el alma. Es conveniente tener prudencia,

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cuando se es víctima de la angustia. ¿Quién que en la luz de su corazón no alimente un continuo temor -sea ciudad o un simple mortal, para el caso es igual- podría ya venerar a Justicia?
Estrofa 3ª
No elogies ni la vida sin control ni la sometida a tiranía. La deidad otorga victoria siempre al término medio, pero lo demás

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lo conduce de un modo distinto. Cito una sentencia que viene al caso: “La soberbia es realmente una hija de la impiedad, pero de la salud del alma procede la dicha, amada por todos y muy deseada.”
Antistrofa.3ª
Como norma general te lo digo: respeta el altar de Justicia, no lo deshonres a patadas con un pie impío,

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por haber visto en ello una ventaja, pues, con el tiempo, tendrás el castigo, que el fin aguarda con poder supremo. Por tanto, que todos honren en primer lugar el respeto debido a los padres y sean reverentes en las atenciones con que se concede honor a los huéspedes de una morada.
Estrofa.4ª
El que sea justo por voluntad propia y sin que lo obligue la necesidad,

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no será un hombre carente de dicha <y> nunca podrá llegar a perderse del todo. Pero el que se rebela con audacia, conculcando la ley, y en tropel amontona innúmeras riquezas mediante violencia y sin justicia, digo que, con el tiempo, recogerá la vela, cuando de él se apodere la angustia, al rompérsele el mástil del barco.
Antistrofa.4ª
Entonces, hundido en el centro del remolino irresistible, llama en su ayuda a quienes no lo oyen, y la deidad se ríe de este hombre fogoso,

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al ver al desdichado, que nunca lo hubiera presumido, en plena desgracia irremediable, sin superar la cresta de la ola y que, tras estrellar contra la escollera de Justicia la dicha que a lo largo de su vida antes disfrutó, muere en la oscuridad, sin que nadie lo llore.