300 |
de que no vas a ir
a tu ruina, abandonado, sin llegar a saber dónde está la alegría del
alma, exangüe, por haber sido pasto para estas diosas, en fin, un
espectro. (Orestes escupe con desprecio.) ¿No me contestas, sino
que escupes con desprecio cuando te hablo, a pesar de haber sido criado
y consagrado a mí como víctima? ¡En vivo me vas a ofrecer el festín, sin
ser degollado junto al altar! ¡Ahora vas a escuchar la canción, a cuyo
compás voy a atarte!
(Las
Erinis danzan en torno a Orestes, que sigue abrazado a la estatua, y van
estrechando el espacio entre ellas y el que las separa de Orestes.)
CORO.- Ea, estrechemos el coro, puesto que ya
hemos decidido manifestar nuestra musa terrible y contar cómo nuestro
grupo distribuye el destino que corresponde a cada ser humano.
|
310 |
Creemos que con
rectitud administramos la justicia. Contra el que nos presenta las manos
limpias, nunca nuestra cólera se precipita, y pasa sin daño toda su
vida. Pero, cuando alguno, como este varón, tras haber cometido un
delito, oculta sus manos manchadas de sangre, como firmes testigos de
los que a sus manos murieron, aparecemos ante su vista y nos ponemos a
su lado para hacerle pagar hasta el fin la sangre vertida. |
320 |
Estrofa. 1ª
¡Oh Noche, madre mía, madre que me engendraste
para que fuera castigo de los que ya no ven la luz y de los que la ven,
escúchame!: ¡el hijo de Leto me roba mis prerrogativas, al intentar
quitarme esta liebre, víctima válida para expiar el asesinato de su
propia madre!
Estribillo. 1°
Y, sobre el que ha sido sacrificado, se eleva
esta canción enloquecedora que arrastra a un extravío destructor del
juicio, |
330 |
el himno de las
Erinis que encadena al alma, himno al que no acompaña la lira, canto que
deja marchitos a los mortales.
Antistrofa. 1ª
Ésta es la misión que, como destino, me hiló la
inflexible Moira, para que dure siempre: acompañar a aquellos malvados
mortales que incurran en asesinato de parientes, hasta que vayan bajo la
tierra. Cualquiera de ellos, incluso después de haber muerto, no está
libre del todo. |
340 |
Estribillo. 1°
Y, como ya está sacrificado, se eleva por él nuestra canción
enloquecedora que arrastra a un extravío destructor del juicio, el himno
de las Erinis que encadena al alma, himno al que no acompaña la lira,
canto que deja marchitos a los mortales.
Estrofa. 2ª
Este destino fue decidido para nosotras en el
momento de nacer; y que de él se apartaran las manos de los inmortales.
Ninguno de ellos |
350 |
es compañero
que con nosotras comparta el festín, mientras que yo fui constituida de
modo que ni me corresponde ni participo en el uso de vestiduras
totalmente blancas.
Estribillo. 2°
Porque yo me encargué de la destrucción de las
casas: cuando un Ares
llega a existir en el seno de la familia y mata a un pariente, contra él
-¡ah!- vamos en persecución y, por vigoroso que sea, lo aniquilamos,
como responsable de la sangre reciente.
Antístrofa. 2ª
Nos empeñamos en apartar a cualquier otro de
ese cuidado |
360 |
y ejecutamos,
fieles a las plegarias que se nos hacen,
lo que no es misión de los dioses, para no llegar a un proceso, puesto
que Zeus consideró indigna de su audiencia a esta odiosa ralea que gotea
sangre.
Estrofa 3ª
Y las glorias humanas, incluso las muy augustas
bajo los cielos, sin honor languidecen bajo tierra, derretidas por los
ataques de nuestros vestidos negros, |
370 |
por la
vengativa danza de nuestro pie.
Estribillo. 3°
Porque, luego que he dado un gran salto, desde lo alto descargo con
todo su peso la planta de mi pie, y eso hace que le fallen las piernas
<incluso> al mejor corredor: un infortunio insoportable.
Antístrofa 3ª
Y, al caer, no lo sabe, bajo el influjo de su
demente ruina, que tal oscuridad hace volar sobre ese hombre su mancha,
y sombría tiniebla cae sobre su casa, dice el rumor que se extiende
entre muchos lamentos. |
380 |
Estrofa 4ª
Pues somos las únicas en tener abundantes medios de actuación y les
damos fin, y jamás olvidamos. Somos augustas e inflexibles con los
mortales, pero se nos rechaza por nuestro oficio deshonroso, que nos
aparta de los dioses en un fangal en que no existe el sol, lugar rocoso
infranqueable para quienes están viendo la luz e, igualmente, para los
muertos.
Antístrofa.4ª
¿Qué mortal hay que no venere y tema esto,
|
390 |
al oírme la ley
que el destino fijó y dieron los dioses como algo inexorable que se
cumple? Antigua es mi prerrogativa, y no estoy yo falta de honores,
aunque tenga mi puesto bajo la tierra y en las tinieblas que no alumbra
el sol. |