(Aparece Atenea.)
ATENEA.- Desde lejos oí un grito de llamada, desde el Escamandro, cuando yo estaba tomando posesión de la tierra que los caudillos y jefes de los aqueos me asignaron como espléndido lote del botín conquistado,

400

para poseerlo entero siempre, cual regalo escogido para los hijos de Teseo[21]. He venido corriendo desde allí con pie infatigable sin alas, haciendo sonar terroríficamente los pliegues de mi égida[22], [tras haber uncido a este carro unos potros en pleno vigor]. Y, al ver a este grupo, nuevo en el país, no siento temor, pero reflejan extrañeza mis ojos. ¿Quiénes sois? Os hablo a todos por igual: a este extranjero abrazado a mi imagen y a vosotras.

410

No os parecéis a ninguna raza de los seres que andan dispersos por el mundo. Ni os ven los dioses entre las diosas ni sois parecidos a humanas figuras. Pero que uno hable mal del vecino, por no merecer él reproche, está lejos de la justicia y no se ajusta a la ley divina.
CORIFEO.- En pocas palabras, hija de Zeus, vas a enterarte de todo. Nosotras somos las tristes hijas de Noche. En nuestra morada, bajo la tierra, somos llamadas “Maldiciones”.
ATE.- Ya sé vuestra raza y el nombre que os llaman.
CORIFEO.- Pronto sabrás la dignidad de nuestras funciones.
ATE.- Puedo saberla, si alguna la dice con claro discurso.

420

CORIFEO.- Echamos de su casa al que mata a un hombre.
ATE.- ¿Y dónde está puesto el final de la huida para el homicida?
CORIFEO.- Donde ni siquiera se usa la palabra alegría.
ATE.- ¿Y con esos gritos estridentes estáis imponiéndole a éste que huya?
CORIFEO.- Sí, porque se creyó digno de ser asesino de su madre.
ATE.- ¿Llevado de un impulso inevitable o por temor al rencor de alguien?
CORIFEO.- ¿Dónde hay un aguijón tan importante que pueda incitar a matar a la madre?
ATE.- De las dos partes que aquí comparecen sólo una ha hecho su alegato.
CORIFEO.- Es que la otra no aceptaría nuestro juramento ni quiere prestarlo
[23].
ATE.- Prefieres tener fama de justa a obrar con justicia.

430

CORIFEO.- ¿Cómo es eso? Explícamelo, ya que no eres pobre de sabiduría.
ATE.- Digo que lo que no es justo no prevalece por apoyarse con juramentos.
CORIFEO.- Entonces, comprueba los hechos y dicta una recta sentencia.
ATE.- ¿Estaríais dispuestas a otorgarme poder decisorio en este proceso?
CORIFEO.- ¿Cómo no? Te respetamos por tu dignidad y la de tu origen.
ATE.- Extranjero, ¿qué quieres decir contra esto en el turno que te corresponde? Di, primero, tu tierra, tu raza y los sucesos en que tomaste parte. Defiéndete, luego, de los cargos que éstas te imputan; puesto que, confiado en la justicia, estás sentado ahí, pegado a mi imagen, cerca de mi hogar
[24],

440

como venerable suplicante en circunstancias parecidas a las de Ixión[25], contesta a todo esto de modo que pueda entenderlo con facilidad.
ORE.- Soberana Atenea, en primer lugar, voy a quitarte una gran inquietud, que se advierte en las últimas palabras que has dicho. No soy un suplicante de purificación, ni con mancha en mi mano estoy hace rato sentado junto a tu imagen. Voy a darte una gran prueba de ello. Es ley que el homicida no le hable a nadie hasta el momento en que un hombre con capacidad para purificarlo lo haya rociado con la sangre que brote al degollar una res lechal.

450

Tiempo ha que estoy purificado de esas manchas en otras moradas y con las reses y las aguas corrientes. Así que te digo que esa preocupación está ya fuera de lugar. Pero, cómo es mi raza, vas a saberlo rápidamente. Soy un argivo. Conoces perfectamente a mi padre -Agamenón, el jefe de los héroes que fueron por el mar- con cuyo concurso tú hiciste que Troya, la ciudad de Ilio, dejara de ser una ciudad. Murió él de manera deshonrosa, luego de haber regresado a su casa: mi madre, impulsada por su sombrío corazón, lo mató,

460

tras haberlo enredado con redes arteras que todavía dan testimonio del asesinato consumado en una bañera. Y, cuando yo regresé -el tiempo anterior lo había pasado en el exilio-, maté a la que me parió -no voy a negarlo- dando muerte por muerte en venganza de mi queridísimo padre. Y conmigo fue Loxias responsable de ello, porque me estuvo anunciando dolores que como aguijones punzarían mi corazón, si yo no llegaba a ejecutar algo de esto contra los culpables. Dicta sentencia tú ahora sobre si obré o no justamente. Cualquier decisión que consiga de ti, la aceptaré en todos los términos.
ATE.- Si alguien piensa que este asunto es demasiado grave

470

para que lo juzgue un mortal, tampoco a mí me autoriza la ley divina a resolver en un juicio por homicidio cometido bajo el influjo de cólera intensa. Y, sobre todo, cuando tú has venido bien preparado-como suplicante que ya tuvo purificación y sin peligro de daño para mi templo-y éstas, igualmente, están revestidas de una dignidad no desdeñable y, si no ganan en el asunto, inmediatamente de haber caído a tierra desde el interior de su pecho, se irá extendiendo su veneno, insoportable, eterna peste. Esto es así: Ambas cosas -que se queden o

480

echarlas de aquí- constituyen calamidades contra las que no tengo soluciones yo.  Pero, ya que este asunto se ha presentado aquí, para entender en los homicidios, elegiré jueces, que a la vez que sean irreprochables en la estimación de la ciudad, estén vinculados por juramento, y los constituiré en tribunal para siempre[26]. Citad vosotros testigos que aporten las pruebas y, juramentados, vengan en auxilio de la justicia. Cuando yo haya seleccionado a los mejores de mis ciudadanos, vendré con ellos, para que juzguen en este proceso con toda verdad, [sin transgredir su juramento, sin dejarse llevar de pensamientos que no sean justos].

[21] Es decir, los atenienses (Teseo era rey de Atenas). Esquilo se hace aquí eco de las pretensiones de Atenas al promontorio de Sigeo, lugar estratégico para proteger la ruta del trigo procedente de los países ribereños del Mar Negro.

[22] La égida es la piel de la cabra Amaltea, la nodriza de Zeus. Atenea la lleva sobre sus hombros, cubriéndole el pecho. Cuando Atenea agita la égida, siembra el terror entre sus enemigos. Zeus usó también la égida en su lucha contra los Titanes.

[23] Los juramentos preceptivos para iniciar un proceso.

[24] Junto al fuego sagrado de la ciudad se recibía a los huéspedes y a los suplicantes oficiales.

[25] Ixión mató a Deyoneo, su suegro. El único dios que se apiadó de él y lo purificó fue Zeus.

[26] El Areópago.