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Estrofa 1
COR.-
¡Ay, generaciones de los hombres, cómo calculo que vuestra vida y la nada son lo mismo! [39] ¿Quién, qué hombre llega a tanta cuanta felicidad pudo imaginar,

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si no es para ver declinar lo que imaginó? Teniendo como ejemplo tu destino, el tuyo, sí, Edipo miserable, no hay en el mortal nada porque pueda llamarle feliz.
Antiestrofa 1
Un hombre que lanzó su flecha [40] más lejos que nadie y se hizo con una total, bienaventurada dicha, oh, Zeus, y que tras matar a la doncella de corvas garras, a la Esfinge de oraculares cantos, se erigió como una torre protectora

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de los muertos de esta tierra; por ello, Edipo, se te llamó rey mío y, señor de la grandeza de Tebas, recibiste las mayores honras.
Estrofa 2
En cambio, ahora, ¿quién más triste que tú podría oír llamar? ¿Quién por más salvaje ceguera se halla en el dolor, por un cambio de vida: quién? ¡Ió, ilustre Edipo! Te ha bastado a ti, su hijo, para fondear en él como esposo, el puerto mismo que a tu padre: ¿cómo? ¿Cómo pudo el surco

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que había sembrado tu padre [41] soportar, desgraciado, hasta tal punto, en silencio?
Antiestrofa 2
Te ha descubierto, a tu pesar, el tiempo que todo lo ve, y castiga una boda que no puede ser boda, que engendre el que antaño fue engendrado. ¡Ió, hijo de Layo! ¡Ojalá, ojalá nunca te hubiera conocido, que por ti fluyen de mi boca alaridos de desolación!

 

Te digo la verdad: por ti recobré mi aliento, un día [42], pero hoy contigo mis ojos buscan el sueño.

[39] Este Coro desarrolla el tema de lo vano de la vida humana.

[40] Es decir, que acertó la respuesta de la Esfinge.

[41] Imagen que nos parece más desgarrada de lo que parecía a los griegos, y muy repetida (v. 1257, 1485, 1497).

[42] Cuando se produce la destrucción de la Esfinge.

[43] Son los ríos Danubio y Rión que desembocan en el Mar Negro.