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Estrofa 1
COR.-
¿Quién es a quién la profética roca de Delfos ha designado como habiendo cometido, con sus criminales manos, crímenes nefandos entre los nefandos que haya? Hora es ya de que el tal se dé a la fuga moviendo un pie tan poderoso, en su rapidez, como el de las yeguas que corren como el huracán. Porque, armado con fuego y relámpagos, contra él corre el hijo de Zeus.

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Y, terribles, le siguen las diosas de la muerte que no erran su golpe.
Antiestrofa 1
De la cumbre del Parnaso [18] nevado ha relucido la orden manifiesta: que al criminal, que no sabemos quién es, todavía, se le siga la pista, de todas las maneras; ahora vaga por el salvaje bosque, por cavernas y rocas, como un toro [19]. Mísero, solitario, con mísero pie intenta eludir los oráculos que han brotado del ombligo en mitad de la tierra [20],

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pero los oráculos vuelan a su alrededor en su interminable vigencia.
Estrofa 2
Terrible, terrible es la agitación que me infunde el sabio intérprete de las aves; no digo que sí ni que no: no sé qué decir: en alas de mi ansia espero, pero sin ver nada, ni en el presente ni en el pasado: entre los Labdácidas y el hijo de Pólibo [21], ¿qué rivalidad podía haber?

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Ni antes ni ahora he recibido información alguna por la que ir a probar la bien establecida fama de Edipo ni constituirme en vengador de unas oscuras muertes de Labdácidas.
Antiestrofa 2
Zeus y también Apolo son, en su lucidez, buenos conocedores de la naturaleza humana. Verdaderamente, no es cosa resuelta que, entre los hombres, vaya más lejos que yo un adivino:

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puede un hombre, con inteligencia, ir mas allá de la inspiración; en todo caso, nunca querría yo, antes de estar cierto en la rectitud de algo que se haya dicho, oponerme con un aserto a los que censuran. Lo que está claro es que a él se enfrentó una vez la doncella alada [22], y que, en la prueba, todos le vimos sabio y bien dispuesto para con la ciudad;

 

por ello nunca mi corazón le imputará un crimen [23].

[18] El santuario de Delfos está situado en la ladera de un monte que pertenece a la misma cadena montañosa donde se eleva el Parnaso.

[19] El Coro describe al asesino tal como él lo imagina, exiliado y fugitivo.

[20] Delfos era considerado el ombligo o centro del mundo.

[21] Pólibo, rey de Corinto, recibió al pequeño Edipo y lo crió como a un hijo. Para el Coro es el verdadero padre de Edipo.

[22] Nueva aalusión a la Esfinge, esta vez como monstruo femenino con rostro de mujer, pecho, patas y cola de león, y alas como un ave de rapiña. Evitan llamarla por su nombre y recurren a todos los atributos.

[23] El predominio de la razón en la Atenas de Sófocles se manifiesta en las dudas que expresa el coro entre la confianza en su propio juicio acerca de la persona de Edipo y la creencia religiosa en el augurio del adivino.