520 |
por ello nunca mi corazón le imputará un crimen
[23]. |
530 |
sino,
mayormente, y como malvado aparezco a tus ojos, a los ojos de mis
amigos. |
540 |
Pero
mira: el en persona sale del palacio. |
550 |
este
tu ir a la caza de la realeza sin el pueblo, sin amigos, cuando es
con el pueblo y sus amigos que se consigue? |
560 |
EDI.-
Si piensas que un hombre que obre mal, por ser mi pariente, no va a
tener su castigo, no piensas bien. |
570 |
CRE.-
Muchos y largos años pueden contarse, desde entonces. |
580 |
CRE.-
¿Qué? Si lo sé no he de negar mi respuesta. |
590 |
CRE.-
Y yo, el tercero, ¿no soy considerado igual a vosotros dos? |
600 |
si fuera rey, en cambio, a menudo tendría que actuar contra mi voluntad. ¿Como, pues, puede gustarme más ser rey que tener un mando y una autoridad sin penalidades? Aun no ando tan errado que posponga a otras cosas unos bienes que redundan en mi provecho; ahora puedo saludar a todo el mundo y todos me saludan con amabilidad, ahora todos los que necesitan algo de ti acuden a mí: para ellos, acudiendo a mí todo puede conseguirse. Y bien, ¿cómo voy a dejar yo esto para hacerme con eso otro? No, no puede un mal cerebro razonar con prudencia, |
610 |
y yo, ni soy de la clase de los que pueden enamorarse de una idea así ni me hubiera atrevido, nunca, a aliarme con nadie que obrara de este modo. Y si quieres una prueba de esto, ve a Pito y entérate de si te he transmitido bien el oráculo; y además esto: si descubres que yo he tramado algo en común con el adivino, me condenas a muerte, pero no por un solo voto, sino por dos, el tuyo y el mío; pero, por una simple sospecha, e incierta, además, no me inculpes. Porque ni es justo creer, sin fundamento, que los malos son buenos ni que los buenos son malos, |
620 |
que,
en mi opinión, igual es perder un buen amigo que perder el más
preciado bien, la propia vida. Con el tiempo aprenderás esto con
certeza: que sólo los años enseñan si es justo un hombre, pero que,
al malvado, puedes conocerle en no más de un día. |
630 |
él
tal ya lo habrá hecho todo y yo me habré equivocado. |
640 |
CORI.- ¡Calma, príncipes, calma! Veo que a propósito sale ahora del
palacio Yocasta y conviene que ella ponga en su lugar la riña que
tenéis entablada. |
650 |
-sacarme de la tierra patria, cogerme para matarme- ya tiene una
decidida. |
660 |
EDI.-
¿En qué quieres que ceda? |
670 |
Estrofa 2 |
680 |
me
conmueven tus razones, que mueven a piedad, y no las suyas, pues a
él, donde quiera que esté, yo he de odiarle. |
690 |
COR.-
Cosas que parecían, por confusas palabras; pero también la
injusticia hiere
[24]. |
700 |
Antiestrofa 2 |
710 |
la
razón es Creonte, porque había tramado un complot contra mí. |
720 |
en otro tiempo le llegó a Layo un oráculo, no diré de labios del propio Apolo sino de sus ministros: que su destino sería morir en manos de un hijo suyo, de un hijo que nacería de mí y de él; en cambio, a él le dieron muerte, según se ha dicho, unos salteadores extranjeros en una encrucijada de tres caminos; en cuanto a su hijo, no había pasado tres días de su nacimiento que ya él le había unido los pies por los tobillos [26] y, por mano de otros, a un monte desierto le había arrojado; tampoco entonces cumplió Apolo |
730 |
que
el hijo sería el asesino de su padre y Layo no sufrió de su hijo el
terrible desmán que temía. Y, con todo, así lo habían prescrito las
voces del oráculo; de modo que no debes hacer caso de esto: las
cosas cuyo cumplimiento busca un dios, él mismo te las revelará. |
740 |
YOC.-
Esto es lo que se difundió y lo que siempre se ha dicho, desde
entonces. |
750 |
dime
qué aspecto tenía, cuántos años, entonces. |
760 |
o
bien cual corresponde a quien tiene el poder, con abundante séquito
de gente armada? |
770 |
que
lo enviáramos al campo, a pastorear ganado, porque cuanto más lejos
estuviera de la ciudad, para no verla, sería mejor. Y yo lo mandé al
campo: era un esclavo, pero hombre que se merecía este favor y más
que hubiera pedido. |
780 |
EDI.-
No te privaré de saberlo, llegado a este punto de desesperanza; si
he venido a parar aquí por el destino, ¿a quién mejor que a ti
podría explicárselo? |
790 |
Yo acusé el golpe y, aunque a duras penas, me contuve aquel día, pero, al siguiente, me fui corriendo a mi padre y a mi madre y les interrogué: ellos llevaron a mal lo que se había dicho y lo consideraron un insulto de borracho: a mí me alegraron sus palabras, pero aquel hecho continuó mortificándome, socavándome mucho. Por fin, a escondidas de mi madre y de mi padre, tomo el camino de Pito, y Apolo me deja ir sin responder a lo que yo deseaba, pero bastante aclara mi mísero destino respondiendo un terrible, horroroso vaticinio, |
800 |
que había de dormir con mi madre y poner ante los ojos de los hombres una raza execrable, y que había de matar al padre que me engendró. Yo, después de oír esta respuesta, me doy a la fuga, siempre midiendo la distancia que me separa de la tierra de Corinto, al azar de los astros, a lugares adonde no vea nunca realizarse las desgracias de aquel funesto oráculo... En mi camino, llego a un lugar como éste en que tú dices que fue asesinado el rey Layo... (Baja la voz, tembloroso). Y a ti, mujer, te diré la verdad. |
810 |
Cuando estaba yo cerca de la encrucijada que has dicho, un heraldo y tras él un hombre que iba en un carro tirado por potros, un hombre como el que tú describes, se me acercan de frente. Y el heraldo [29] que va abriendo paso y el anciano quieren por fuerza echarme del camino; yo, airado, le doy un golpe al hombre que me apartaba, al conductor, pero el anciano, al verme, cuando paso por el lado del carro en mitad de la cabeza me golpea con las dos puntas de su fusta. No recibe de mí la misma pena, |
820 |
sino que, al punto, golpeado por un bastón que sostenía ésta mi mano, cae de bruces en mitad del carro y luego rueda hasta el suelo... Di muerte a todos. Y, si este desconocido tiene algún parentesco con Layo, ¿qué hombre hay más mísero que éste (señalándose a sí mismo), en estos momentos? ¿Podría haber hombre más aborrecido por los dioses? Porque, si esto es así, no puede haber ni extranjero ni ciudadano que me reciba en su casa y me dirija la palabra: todos me han de sacar de su casa, y nadie más que yo, contra mí mismo, me habré maldecido de este modo; |
830 |
y con estas dos manos mías ensucio el lecho del muerto, si por ellas ha hallado muerte. ¿Soy un criminal?... ¿Qué hay en mí puro, decidme, si tengo que exiliarme y en el exilio no puedo ir a ver a los míos ni acercarme a mi patria, si no es con el riesgo de entrar en el lecho de mi madre y matar a Pólibo [30], mi padre, que me engendró y crió? Si alguien dijera que esto es obra de una cruel divinidad, ¿no acertaría, tratándose de mí?... ¡No, no, santidad venerable de los dioses, |
840 |
que
no vea nunca este día! Antes de irme del mundo de los hombres,
desaparecer, antes de ver que me ha sobrevenido la mancha de una tal
desgracia. |
850 |
lo
mismo que tú, ya me habré desentendido de mi angustia. |
860 |
E
incluso si no mantiene lo que antes dijo, no por ello será la muerte
de Layo congruente, al menos, con el oráculo por el que Loxias dijo
que había de morir asesinado por un hijo mío. Y, sin embargo, no
pudo él, pobre niño, matarle, porque murió antes. Es por eso que
nunca me verás a mí mirar ni a derecha ni a izquierda, por causa de
un augurio. |
870 |
YOC.-
En seguida enviaré por él, que no sabría hacer yo nada que no fuera
de tu agrado. Pero entremos en palacio. |
[24] Es decir, que la sospecha recayó en Edipo a partir de las palabras del adivino y también a partir de ellas Edipo ofende a Creonte acusándole sin razón.
[25] El tema de la nave del estado de la que el gobernante dirige el rumbo aparece por primera vez en Arquíloco (fr. 163).
[26] De aquí deriva el nombre de Edipo "pies hinchados".
[27] Esta es una contradicción de Sófocles. El servidor es el que llegó a Tebas para anunciar la muerte de Layo. Ahora Yocasta deja entrever que este servidor se asombra al descubrir a Edipo en el trono.
[28] Toda súplica iba acompañada de gestos rituales. Uno era coger la mano de aquel a quien se hacía la súplica, y también abrazarle las rodillas.
[29] Nombra de tres formas al que parece ser la misma persona: el heraldo, el conductor y el guía.
[30] Este es el nudo gordiano de la trama y el momento de mayor ironía trágica en esta obra, en la que constantemente aparecen situaciones irónicas. Edipo se convence de ser asesino de Layo, pero aún no imagina que éste era también su padre.
[31] No se refiere al monte, sino a la morada luminosa de los dioses, al cielo mismo.