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CORO.
Estrofa 1ª
Concédeme ahora-te lo suplico-, Zeus, padre de los dioses
olímpicos, que mis sueños, con sensatez consigan esa buena suertes
que ansían ver. Mi plegaria he gritado con la fuerza de la Justicia.
¡Ojalá, Zeus, que la protejas!
(La nodriza sale de escena, hacia el campo.)
Interludio 1º
¡Eh! ¡Eh! ¡Pon, Zeus, delante de sus enemigos
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al que está dentro de la casa,
pues, cuando tú lo hayas exaltado a la grandeza, te dará a cambio,
de buen talante, dobles y triples recompensas!
Antistrofa 1ª
¡Que sepas que es el huérfano de un héroe que te era querido, un
potro uncido a un carro de sufrimientos! ¡Aumenta su medida en la
carrera! ¡Ponle también un ritmo sostenido, de modo que pueda verse
en la pista que mantiene hasta el fin el impulso de su galope!
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Estrofa 2ª
Y los dioses que dentro de la casa tenéis vuestra sede en la
pieza interior que custodia los tesoros causantes de dicha,
¡escuchadme propicios! ¡Vamos, <...> redimid la sangre, vertida
antaño en los crímenes, mediante una nueva justicia! ¡Que ya no
tenga nuevas crías en el palacio el viejo homicidio!
Interludio.2°
(Dirigiéndose a la estatua de Apolo que hay junto a la puerta del
palacio.)
¡Oh tú, que tienes tu sede en la puerta grande construida con
magnificencia, concede que felizmente la morada de un héroe
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alce ya su mirada y <libre del> velo
sombrío, vea con sus ojos amados la luz radiante de la libertad!
Antístrofa 2ª
¡Que el hijo de Maya
le ayude, el más propicio para dar fin a una empresa con viento
favorable. Y, cuando él quiere, saca a la luz muchas cosas
imperceptibles. Él ve de algún modo lo que no está a la vista, pero
lleva delante del rostro la oscuridad de la noche y no es más
visible durante el día.
Estrofa. 3ª
Y, entonces,
un canto glorioso |
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por la liberación de este palacio,
canto femenino productor de prosperidad al compás del agudo sonido
de los instrumentos, con nuestras voces entonaremos: “Esto es el
bien de nuestra ciudad. Esto hace mayor mi ganancia ¡la mía!,
mientras que la ruina se va alejando de mis amigos.”
Interludio.3º
Y tú,
armado de valor, cuando te llegue el turno de actuar, si te grita
“hijo”, grítale “sólo de mi padre” |
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y consuma un castigo que no es
reprochable.
Antistrofa. 3ª
Mantén en tu pecho un corazón como el de Perseo <...> y, en
homenaje a tus seres queridos que están bajo tierra y a tus amigos
que están sobre ella, toma la delantera, pon ante <quienes> sean del
palacio la sangrienta ruina de la funesta Gorgona,
mira al culpable de frente y aniquílalo. |