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CORO.- Éste es el décimo año desde que de Priamo el poderoso querellante[3], el rey Menelao y Agamenón, fuerte yugo de Atridas que reciben de Zeus el honor de sendos tronos y sendos cetros, con escuadra de mil marineros argivos, zarpó militar ayuda, al grito fuerte de Ares[4] desde sus entrañas. Parecían buitres

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que con inmenso dolor por sus crías dan vueltas a lo alto sobre sus nidos y reman con los remos de sus alas, por el vano trabajo de vigilar a sus polluelos[5], pero al oír desde lo alto Apolo, Pan o Zeus el penetrante lamento de los graznidos de sus vecinos, envía una Erinis a los culpables, castigo inexorable.

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Así, a los hijos de Atreo el poderoso contra Alejandro los envía hospitalario Zeus[6] por una mujer de muchos maridos[7]. Muchos combates que devoran los miembros -la rodilla apoyada en el polvo y rota la lanza en el preludio del sacrificio- impondrá por igual a los dánaos y a los troyanos. Así están las cosas ahora y acabarán en lo que ya el destino ha decretado. Ni el fuego encendido para el sacrificio

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ni las libaciones derramadas podrán aplacar la ira inflexible de que es señal la ofrenda que la llama no consume. Como nosotros no pudimos aportar nuestra ayuda por la vejez de nuestras carnes, sino que fuimos eximidos de la expedición vengadora de entonces, aquí quedamos, apoyando en el báculo nuestra poca fuerza, tan débil ya como la de un niño, porque a la savia infantil que brinca dentro del pecho le pasa como a la vejez: no tiene en ella lugar Ares[8].
Del mismo modo, la extrema vejez de un follaje ya del todo seco

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avanza con sus tres pies por los caminos y anda de un lado a otro no con mayor facilidad que un niño pequeño, como la imagen de algo soñado que se presentase en pleno día. Pero tú, hija de Tindáreo, reina Clitemestra[9], ¿qué necesidad te está apremiando? ¿Qué novedad hay? ¿De qué has oido hablar? ¿Qué mensaje ha influido en tu ánimo para que des órdenes de ofrecer sacrificios por todas partes? Todos los dioses de nuestra ciadad, los de las alturas, los subterráneos,

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los de nuestras puertas y nuestras plazas Arden sus altares con  ofrendas. Acá y allá hacia el cielo la llama se eleva que avivan los suaves estímulos exentos de engaño del sagrado aceite y la ofrenda sacada del fondo del palacio real. Dime de eso lo que sea posible y a la vez lícito, y con tus palabras tórnate médico de este cuidado

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que ahora tan pronto termina en angustia como saca esperanza de esos sacrificios que haces brillar, con la que aleja la insaciable inquietud que corroe mi alma.
Estrofa. 1ª
Dueño soy yo de cantar el mando de hombres cumplidos  en virtud de felices augurios propicios a la expedición -que todavía la ancianidad que he alcanzado por voluntad de las deidades inspira persuasión a la fuerza de mis canciones- y cómo al poder de doble trono de los aqueos, de la helénica juventud

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concorde caudillaje envía con lanza y brazo vengador contra la tierra teucra el bélico augurio de un ave: dos reinas de las aves[10] -negra la una y la otra- de cola  blanca se aparecieron del lado de la mano que blande la lanza[11] muy cerca del palacio, en un lugar muy destacado.
Estaban devorando una liebre preñada con su gravidez,

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tras haberle cortado su última carrera. Entona un canto de duelo, de duelo; mas que el bien venza.
Antístrofa. 1ª
Cuando lo vio el sabio adivino de los ejércitos, reconoció en las belicosas devoradoras de la liebre a los dos Atridas, diferentes en el talante, caudillos con mando supremo, y dijo así explicando el prodigio: «Con el tiempo conquistará la ciudad de Príamo ésta expedición,  y todos los ricos ganados de sus habitantes tras de sus torres

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los va a saquear la Moira por la violencia. Sólo hay un peligro: que la irritación de los dioses llegue a sumir en la obscuridasd ese gran freno que se pondrá a Troya[12] forjado por nuestros ejércitos, pues la pura Ártemis, por compasión, está irritada con los alados perros de su padre[13] porque han dado muerte a la misera liebre con su preñez antes del parto y odia ese festín de las águilas[14]. Entona un canto de duelo, de duelo; pero que el bien venza.
Épodo.

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"Tan benévola es la Bella[15] con los cachorros que ni andar pueden de los fieros leones y disfruta tanto con las mamantonas crías de todas las fieras del campo, me pide que haga la interpretación de este portento, presagio que en parte nos es favorable, pero adverso en otro sentido. Invoco a Peán salvador[16],

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para que la diosa no envíe a los Dánaos unos vientos contrarios que retengan las naves y les impidan por tiempo infinito la navegación, y manifieste así su exigente deseo de un sacrificio diferente[17], impío, en cuyo festín tampoco es Iícito participar, autor de querellas en el seno de la familia, que entrañará incluso la pérdida del respeto al marido[18], pues queda en pie una espantosa, dispuesta siempre a alzarse de nuevo, pérfida regidora de la estirpe, la saña de buena memoria y vengadora de una hija”. Junto a grandes bienes, tal fue el funesto destino que gritó Calcante[19] para la casa real, interpretando al mismo tiempo augurios favorables a la expedición. Acorde con ello, entona un canto de duelo, un canto de duelo; pero que el bien consiga triunfar.
Estrofa.2ª

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Zeus, quienquiera que sea, si así le place que le invoquen, con este nombre yo lo invoco. Ninguna salvación me puedo imaginar, al sopesarlo todo con cuidado, excepto la de Zeus, si esta inútil angustia debo expulsar de verdad de mi pensamiento.
Antístrofa.2ª
Ni siquiera de aquél que antes fue grande[20] y que audacia sobrada tenía para luchar solo contra todos,

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ni siquiera de él se dirá que un día existió. El que después hubo nacido[21] desapareció al tropezar con un vencedor definitivo[22]. Así que, si alguno entona cantos trinunfales en honor de Zeus, conseguirá la perfecta sabiduría.
Estrofa. 3ª
Porque Zeus puso a los mortales en el camino del saber, cuando estableció con fuerza de ley que se adquiera la sabiduría con el sufrimiento. Del corazón gotea en el suelo

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una pena dolorosa de recordar e, incluso a quienes no lo quieren, les llega el momento de ser prudentes. En cierto modo es un favor que nos imponen con violencia los dioses desde su sede en el augusto puente de mando.
Antístrofa. 3ª
Y entonces el caudillo mayor de las naves aqueas, sin hacerle reproches al adivino, cedió a los golpes de la mala suerte, cuando las tropas aqueas sufrían el agobio de no poder hacerse a la mar,

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con el consiguiente consumo excesivo de víveres, enfrente de Cálcide, en las rompientes de Áulide.
Estrofa.4ª
Del Estrimón vinieron los vientos que originaron infaustas demoras, hambre y peligro para los anclajes, la dispersión de las dotaciones, sin perdonar tampoco naves  y amarras, que alargaban el tiempo de la tardanza, y con el desgaste producido por la dilación iban fatigando a la flor del ejército aqueo. Pero después un remedio más grave

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para los jefes  que la dureza del temporal[23] gritó al adivinó apoyándose en Ártemis, hasta el punto de que los Atridas con sus cetros golpearon la tierra sin poder contener el llanto.
Antístrofa.4ª
Entonces el mayor de los reyes[24] habló y dijo así: “Grave destino lleva consigo el no obedecer, pero grave también si doy muerte a mi hija-la alegría de mi casa- y mancho mis manos de padre con el chorro de sangre

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al degollar a la doncella junto al altar.¿Qué alternativa está libre de males? ¿Cómo voy yo a abandonar la escuadra y a traicionar con ello a mis aliados? Sí, Iícito es desear con intensa vehemencia el sacrificio de la sangre de una doncella para conseguir aquietar los vientos. ¡Que sea para bien!”.
Estrofa.5ª
Y cuando ya se hubo uncido al yugo de la ineluctable necesidad, exhaló de su mente un viento distinto,

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impío, impuro, sacrílego, con el que mudó de sentimientos y con osadía se decidió a todo, que a los mortales los enardece la funesta demencia, consejera de torpes acciones, causa primera del sufrimiento. ¡Tuvo, en fin, la osadía de ser el inmolador de su hija, para ayudar a una guerra vengadora de un rapto de mujer y en beneficio de la escuadra!
Antístrofa. 5ª
Ni súplicas ni gritos de “padre”, ni su edad virginal para nada

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tuvieron en cuenta los jefes, ávidos de combatir. Tras la plegaria, como ella estaba arrebujada en sus vestidos y agarrándose al suelo con toda su alma, ordenó el padre a los que eran sus ayudantes en el sacrificio que la levantaran y la pusieran sobre el altar, como si fuera una cabritilla, y que con una mordaza sobre su bella boca impidieran que profiriese una maldición contra su familia,
Estrofa.6ª
utilizando la violencia y la brutalidad de un freno que no le dejara hablar. Y mientras ella soltaba en el suelo los colores del azafrán[25],

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iba lanzando a cada uno de los sacrificadores el dardo de su mirada, que incitaba a la compasión. Daba la sensación de una pintura que los quisiera llamar por sus nombres, pues muchas veces había cantado en el salón de los varones en que su padre invitaba a la mesa a menudo, y, virginal, con su voz pura, honraba cariñosamente el fausto peán de su amado padre tras la tercera libación[26].
Antístrofa.6ª
Lo que ocurrió a partir de ese momento ni lo vi ni lo voy a contar, pero el arte profético de Calcante no careció de cumplimiento.

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Justicia facilita el aprender a quienes han sufrido[27], y lo que ocurra en el futuro, cuando haya sucedido, tú lo podrás oír. Váyase en buena hora hasta que llegue el caso. Pero es igual llorarlo antes que ocurra, pues ha de venir con toda claridad con los primeros rayos de la aurora. ¡Ojalá haya un feliz resultado en estos sucesos (Se abre la puerta del palacio y sale Clitemestra.) como lo desea ésa a quien más de cerca le toca, fortaleza que es defensora única del país de Apis!

[3] Se usa un término jurídico, concibiendo la guerra de Troya como un litigio.

[4] Metonimia: “guerra”.

[5] Comparación de corte homérico que alude al rapto de Helena por Paris, causa de la guerra de Troya.

[6] Al igual que Zeus envía un castigo a las aves que saquean el nido de buitres, así también Zeus Xenios (“protector de la hospitalidad”) envía contra Troya un castigo por el rapto de Helena. Además Menelao y Paris estaban relacionados por vínculos de hospitalidad, lo que aprovechó Paris para seducir a Helena. La expedición es, pues, enviada de hecho por los dioses, pero en la toma se cometerán sacrilegios, lo que clamará por una venganza a su vez. La acción humana presenta siempre en Esquilo una doble faz.

[7] Sucesivamente fue esposa de Menelao, Paris y Deífibo.

[8] Esto es, no sirve para la guerra.

[9] No están de acuerdo los críticos sobre si en este momento Clitemnestra se halla en escena.

[10] Dos águilas.

[11] Esto es, la mano derecha. En principio, el hecho de que el águila aparezca a la derecha indica un portento favorable. Pero de hecho no lo es (Troya caerá pero su destrucción acarreará venganza).

[12] Se compara a Troya con un caballo.

[13] El águila es el ave consagrada a Zeus. Simboliza aquí a los dos Atridas (“perros alados”).

[14] Como diosa de la caza, Ártemis no puede ver con buenos ojos el proceder de las águilas.

[15] Ártemis.

[16] Epíteto aplicado a Apolo, a quien el adivino suplica que interceda ante su hermana Ártemis.

[17] Esto es, el de Ifigenia

[18] La interpretación del adivino alcanza hasta la muerte de Agamenón a manos de Clitemnestra.

[19] Adivino que acompañó al ejército griego a Troya.

[20] Urano, derrocado por su hijo Crono.

[21] Crono, derrocado por Zeus.

[22] Zeus.

[23] El sacrificio de Ifigenia.

[24] Agamenón, que tiene más edad de Menelao.

[25] Los vestidos, de color azafrán.

[26] Después de la comida se hacían tres libaciones: a los dioses, a los héroes y a Zeus salvador.

[27] Justicia, personificada como deidad.