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## Tour
### Description
tour.description = Universidad de Almería
### Título
tour.name = Visita virtual por la sala de exposiciones de la UAL
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CONTACT:
E-mail: Info@loremipsum.com
Web: www.loremipsum.com
Tlf.: +11 111 111 111
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CONTACT
LOREM IPSUM
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04120 La Cañada, Almería
Teléfono: 950 21 42 19
UNIVERSIDAD DE ALMERíA
04120 La Cañada, Almería
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LOREM IPSUM
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ARAÑAZOS EN LA NOCHE.
Mira las fotos y compruébalo tú misma. Te digo que nadie sonríe estando confinado. Todos los rostros son el mismo. Miradas perdidas proyectadas a ninguna parte. Gestos serios y circunspectos. La incertidumbre haciendo mella. Y no es para menos. Nos privaron de todo lo que teníamos. La calle. La libertad. La familia. Respirar aire puro. El sonido de las olas. La sonrisa del panadero. Porque, ¿acaso por la expresión de los ojos uno tiene que imaginarse que lo que hay al otro lado de la tela es una sonrisa? No creo. Yo no he visto en mi vida una tristeza tan agarrada al estómago. Era, eso sí, como una pena digna. Después nadie dudaba a la hora de salir al balcón a aplaudir como si le fuera la vida en ello. Y es que le iba.
Y también está lo que no se cuenta. El miedo silencioso. Si me prometes discreción, te diré que durante cuarenta días me desperté a mí misma cada noche mientras me arañaba la cara. Así, como lo oyes. Solo cuando me hacía el suficiente daño, lograba despertarme y parar. Ya no sabía cómo cortarme las uñas. Una mañana hasta se me notaban los arañazos en la mejilla. Pero luego, claro, que si lo llevo muy bien, mamá. Que si no me importa en absoluto pasar todo esto sola, ya que soy una chica empoderada e independiente. Y lo era, vaya si lo era. Hasta que apagaba la luz y volvían mis demonios. Quizá porque lo he pasado peor de lo que soy capaz de reconocer. Supongo que simplemente temía morir sola y que nadie me echase de menos hasta tiempo después. Hubo una anciana a la que le pasó. Sí, sé que a mí me quiere mucha gente que a diario me da los buenos días. Y está la hora de la última conexión al WhatSapp. Pero, ¿y necesitar ayuda y no tener a nadie al lado? ¿Se puede estar más sola estando tan conectada? Tuve hasta un momento de debilidad en que sentí que quizá debí conformarme con las migajas de atención que me daba él. Total, a eso tienden todas las historias, ¿no? ¿O eres tan ingenua que has pensado que esta vez sería distinto?
ARAÑAZOS EN LA NOCHE.
Mira las fotos y compruébalo tú misma. Te digo que nadie sonríe estando confinado. Todos los rostros son el mismo. Miradas perdidas proyectadas a ninguna parte. Gestos serios y circunspectos. La incertidumbre haciendo mella. Y no es para menos. Nos privaron de todo lo que teníamos. La calle. La libertad. La familia. Respirar aire puro. El sonido de las olas. La sonrisa del panadero. Porque, ¿acaso por la expresión de los ojos uno tiene que imaginarse que lo que hay al otro lado de la tela es una sonrisa? No creo. Yo no he visto en mi vida una tristeza tan agarrada al estómago. Era, eso sí, como una pena digna. Después nadie dudaba a la hora de salir al balcón a aplaudir como si le fuera la vida en ello. Y es que le iba.
Y también está lo que no se cuenta. El miedo silencioso. Si me prometes discreción, te diré que durante cuarenta días me desperté a mí misma cada noche mientras me arañaba la cara. Así, como lo oyes. Solo cuando me hacía el suficiente daño, lograba despertarme y parar. Ya no sabía cómo cortarme las uñas. Una mañana hasta se me notaban los arañazos en la mejilla. Pero luego, claro, que si lo llevo muy bien, mamá. Que si no me importa en absoluto pasar todo esto sola, ya que soy una chica empoderada e independiente. Y lo era, vaya si lo era. Hasta que apagaba la luz y volvían mis demonios. Quizá porque lo he pasado peor de lo que soy capaz de reconocer. Supongo que simplemente temía morir sola y que nadie me echase de menos hasta tiempo después. Hubo una anciana a la que le pasó. Sí, sé que a mí me quiere mucha gente que a diario me da los buenos días. Y está la hora de la última conexión al WhatSapp. Pero, ¿y necesitar ayuda y no tener a nadie al lado? ¿Se puede estar más sola estando tan conectada? Tuve hasta un momento de debilidad en que sentí que quizá debí conformarme con las migajas de atención que me daba él. Total, a eso tienden todas las historias, ¿no? ¿O eres tan ingenua que has pensado que esta vez sería distinto?
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GRAVITACIONES
Lo que iba a ser, a lo sumo, no más que un caso o dos de contagio muy localizado, según los descacharrados oficiantes de la ciencia política (el sintagma cobra ahora todo su pavoroso sentido), se convirtió al final en un confinamiento de varios meses para toda la población. Un país en la mochila de la incertidumbre y el temor. También de la resignación que, como es sabido, constituye una categoría anímica ambivalente: puede experimentarse por la vía de la aceptación nihilista o de la obediencia acrítica, o bien convertirse en un estado de incierta espera hasta que los nubarrones se acaben más o menos disipando. Una especie de no-tiempo encapotado y pegajoso. Algunas de estas fotografías del Curso avanzado de lenguaje fotográfico impartido por Carlos Paz así lo muestran.
Observamos también en las imágenes una serie de barreras que obstaculizaron durante esas semanas nuestros innatos deseos expansivos. Cristales, barrotes, verjas, cierres o barandas forman el enrejado en cuyos límites internos parecen realizarse los tres tiempos de la pandemia: aceptar, obedecer y esperar. Más allá se extienden solitarias la naturaleza o la ciudad, que es otra naturaleza, pero puesta en pie por la razón. Hay quien se entrega y se refugia en la familia, unión de lazos que se anudan, bálsamo de último recurso, y hay quien dispone el atrezzo de los libros, los utensilios y las solidaridades.
En estos trabajos llama igualmente la atención la presencia de la tecnología, amparo virtual durante aquellas extrañas jornadas: pantallas, conexiones, teclados, ordenadores. Heidegger advirtió de la tendencia totalizadora de la tecnología, que acabaría envolviendo toda la realidad y normalizando ante nuestros ojos esa imposición mientras nos creemos libres. La tecnología, decía el viejo filósofo reaccionario, llegaría incluso a determinar las expresiones culturales de nuestra época: lenguaje, pensamiento, hábitos y comportamientos, arte. Esa época ya ha llegado y en momentos críticos como este hemos comprobado cómo la técnica se convierte en la tabla de salvación de unos seres humanos asediados desde el exterior y comunicados únicamente mediante las intimidades de la fibra óptica y los impulsos electrónicos. En el interior del hombre habita la verdad, aseguraba San Agustín. En el interior de los hogares cercados disimulábamos la muerte reduciéndola a cifras, a simples dígitos de pantalla: divirtiéndola, en el sentido etimológico del verbo.
Pero sobre todo está la sensación de soledad y tristeza que emanan muchas de estas fotografías. No obstante, algunos niños semisonríen. En su libro Gravitaciones el poeta Jules Supervielle hablaba de conceptos como el "vértigo exterior" y la "inmensidad interior", y de cómo esos dos espacios se combinaban en nosotros y hacían nido en nuestras angustias. En nuestra precariedad. Y tal vez sea eso lo que gravita sobre estas imágenes: la condición precaria de quienes hemos visto el ángel pasar rozando con sus alas nuestras puertas cerradas.
José Luis López Bretones
Poeta
INTERIORES Y EXTERIORES.
La memoria es caprichosa. Nuestra condición de miembros de una especie animal tecnologizada, de ex-simios enganchados a una red infinita de información, nos convierte en seres desmemoriados y rencorosos a un tiempo. Es posible que –si rebrotes del virus no lo impiden– pronto estos meses de confinamiento pasen a ser pronto un recuerdo borroso, una anomalía, en la imperfecta arquitectura de los recuerdos. Pasó todo para que no pasara nada. Un finis mundi que nunca hubiéramos sospechado desde la imaginación apocalíptica al uso, modelada por los especialistas en efectos especiales y por aquel otro impasse al principio del siglo XXI: las torres derribadas por aviones. Como en los últimos versos del poema The Hollow Men: «This is the way the world ends / Not with a bang but a whimper» («Así es como acaba el mundo, / no con una explosión sino con un gemido». El fin del mundo era estar en casa, aburrirse, mirar por la ventana, mirar pantallas, mirar a los amigos en las pantallas. Pero también el fin del mundo fue leer libros, cocinar, hablar más que nunca con los amigos, estar con los niños, inventarse cosas.
Hablo, quede claro, desde el punto de vista de un confinamiento privilegiado y sin casos cercanos de muertes o agravamientos de la enfermedad. Puedo imaginar, solo imaginar, el dolor, la rabia, la impotencia de las familias que han visto su mundo derrumbarse. Puedo imaginar el sordo estruendo de los enterramientos en soledad. Puedo imaginar el miedo de quien tiene que convivir con una bestia humana, la ansiedad del adolescente que vive el confinamiento como un castigo sin fin. Lo que me cuesta trabajo imaginar es que, cómo dice la propaganda, de esta salgamos mejores. Mejores saldríamos, creo, si fuera posible una posibilidad utópica, un sueño. Una ilusión producto, seguramente, de mi despreciable condición pequeñoburguesa e ilustrada, fruto, a buen seguro, de un pesimismo que me hace soñar con mundos que merecen la pena ser vividos. Solo confío en la fuerza del pesimismo, porque como decía Alain «La unión hace la fuerza ¿pero la fuerza de quién?»
La fotografía modela nuestra memoria, eso ya lo sabemos. Y también sabemos que, en esta era digital, también facilita el olvido. Al ver esta colección de fotos del curso dirigido por Carlos de Paz me he dado cuenta que en este periodo hemos vuelto a lo más cercano, a nuestra estantería, al cajón de los juguetes, a lo que se ve desde una ventana, al rayo de sol que cada día aparece a la misma hora, al amigo que habíamos descuidado. Entramos en un nuevo mundo, eso que sospechosamente llaman «nueva normalidad», como después de un gran experimento, después de una gran domesticación (de domus, casa). Entramos en una época, seguramente, en una época posthumana en la que está por ver qué papel va a jugar la imagen y cuál será el papel de la fotografía para construir la memoria cultural, política y personal.
Veo fotos por todas partes, como cada uno de nosotros hoy en día: provienen de mi mundo, sin que yo las solicite; no son más que «imágenes», aparecen de improviso.
Gracias a la marca de algo la fotografía deja de ser cualquiera. Ese algo me ha hecho vibrar, ha provocado en mí un pequeño estre¬mecimiento, un satori, el paso de un vacío (importa poco que el referente sea irrisorio).
Barthes, la Cámara Lúcida
En 2015, con el inicio de la primera legislatura del actual Rector de la Universidad de Almería, Carmelo Rodríguez Torreblanca, desde el Vicerrectorado con competencias en Extensión Universitaria consideramos que nuestro objetivo prioritario debía ser el de dar un importante impulso a la cultura universitaria. Para ello, creamos cinco aulas de extensión (fotografía, artes escénicas, música, letras y cine) en torno a las que se diseñaban por cuatrimestres un programa de actividades dirigidas a la comunidad universitaria. Pretendíamos que la Universidad de Almería se convirtiera en un activo agente cultural de su entorno. Habíamos adquirido el compromiso de hacer visible a la Universidad mediante el diseño y desarrollo de acciones culturales con la complicidad y enriquecimiento de la sociedad civil en la que se inserta nuestra Universidad. Por ello, desde entonces, y a lo largo de estos años, nos hemos empeñado en planificar propuestas que estuvieran dirigidas no solo a la comunidad universitaria sino también a cualquier ciudadano. Propuestas que no solo han sido diseñadas por profesorado de la Universidad sino también por profesionales y especialistas que están enriqueciendo con sus cursos, talleres, exposiciones o conciertos la vida cultural universitaria.
El Aula de fotografía fue una de las cinco aulas de extensión que pusimos en funcionamiento en 2015, desde entonces se han ido sumando nuevas aulas hasta las diez que actualmente tenemos en funcionamiento (a las cinco existentes se incorporaron las aulas de artes plásticas, radio, astronomía, patrimonio y divulgación científica). Desde sus inicios, el aula de fotografía encontró una acogida muy importante por parte de la comunidad universitaria. Sus cursos muy pronto completaban plazas y la demanda de los interesados facilitó la diversificación de la oferta formativa.
El aula de fotografía oferta en cada cuatrimestre cursos y talleres de iniciación y cursos avanzados y de especialización. A lo largo de estos años hemos organizado más de 20 cursos de fotografía, 9 exposiciones, además de charlas y encuentros. Se planifican, además, exposiciones temporales de fotografía con autores tanto consagrados como jóvenes emergentes de gran calidad artística. Asimismo, también diseñamos certámenes fotográficos que repercuten directamente en la comunidad universitaria.
Pero la apuesta que realizamos desde este Vicerrectorado por la fotografía también se aprecia por la firma de convenios con otras instituciones como los firmados con el Centro Andaluz de la fotografía para la realización de actividades, entre las que destacan la publicación de catálogos de sus exposiciones o la realización de talleres en sus instalaciones.
Esta revista «Pixelados» es fruto del trabajo que se ha realizado en el Curso de lenguaje fotográfico, programado por el Aula de fotografía. «Pixelados» es el trabajo final de los alumnos que se encontraron con un curso que navegó entre lo presencial y lo virtual, fruto del confinamiento provocado por la crisis sanitaria de la covid-19. Haciendo uso de los códigos del lenguaje fotográfico, esto es, de la composición, el estilo, del tratamiento de la luz y del color, del enfoque, etc. los alumnos han plasmado su visión personal de cómo es la vida en un encierro impuesto y ante la “incertidumbre” que vivimos, que es el mayor de los temores al que se enfrenta el hombre del siglo XXI.
María del Mar Ruiz Domínguez
Vicerrectora de Comunicación y Extensión Universitaria
Veo fotos por todas partes, como cada uno de nosotros hoy en día: provienen de mi mundo, sin que yo las solicite; no son más que «imágenes», aparecen de improviso.
Gracias a la marca de algo la fotografía deja de ser cualquiera. Ese algo me ha hecho vibrar, ha provocado en mí un pequeño estre¬mecimiento, un satori, el paso de un vacío (importa poco que el referente sea irrisorio).
Barthes, la Cámara Lúcida
En 2015, con el inicio de la primera legislatura del actual Rector de la Universidad de Almería, Carmelo Rodríguez Torreblanca, desde el Vicerrectorado con competencias en Extensión Universitaria consideramos que nuestro objetivo prioritario debía ser el de dar un importante impulso a la cultura universitaria. Para ello, creamos cinco aulas de extensión (fotografía, artes escénicas, música, letras y cine) en torno a las que se diseñaban por cuatrimestres un programa de actividades dirigidas a la comunidad universitaria. Pretendíamos que la Universidad de Almería se convirtiera en un activo agente cultural de su entorno. Habíamos adquirido el compromiso de hacer visible a la Universidad mediante el diseño y desarrollo de acciones culturales con la complicidad y enriquecimiento de la sociedad civil en la que se inserta nuestra Universidad. Por ello, desde entonces, y a lo largo de estos años, nos hemos empeñado en planificar propuestas que estuvieran dirigidas no solo a la comunidad universitaria sino también a cualquier ciudadano. Propuestas que no solo han sido diseñadas por profesorado de la Universidad sino también por profesionales y especialistas que están enriqueciendo con sus cursos, talleres, exposiciones o conciertos la vida cultural universitaria.
El Aula de fotografía fue una de las cinco aulas de extensión que pusimos en funcionamiento en 2015, desde entonces se han ido sumando nuevas aulas hasta las diez que actualmente tenemos en funcionamiento (a las cinco existentes se incorporaron las aulas de artes plásticas, radio, astronomía, patrimonio y divulgación científica). Desde sus inicios, el aula de fotografía encontró una acogida muy importante por parte de la comunidad universitaria. Sus cursos muy pronto completaban plazas y la demanda de los interesados facilitó la diversificación de la oferta formativa.
El aula de fotografía oferta en cada cuatrimestre cursos y talleres de iniciación y cursos avanzados y de especialización. A lo largo de estos años hemos organizado más de 20 cursos de fotografía, 9 exposiciones, además de charlas y encuentros. Se planifican, además, exposiciones temporales de fotografía con autores tanto consagrados como jóvenes emergentes de gran calidad artística. Asimismo, también diseñamos certámenes fotográficos que repercuten directamente en la comunidad universitaria.
Pero la apuesta que realizamos desde este Vicerrectorado por la fotografía también se aprecia por la firma de convenios con otras instituciones como los firmados con el Centro Andaluz de la fotografía para la realización de actividades, entre las que destacan la publicación de catálogos de sus exposiciones o la realización de talleres en sus instalaciones.
Esta revista «Pixelados» es fruto del trabajo que se ha realizado en el Curso de lenguaje fotográfico, programado por el Aula de fotografía. «Pixelados» es el trabajo final de los alumnos que se encontraron con un curso que navegó entre lo presencial y lo virtual, fruto del confinamiento provocado por la crisis sanitaria de la covid-19. Haciendo uso de los códigos del lenguaje fotográfico, esto es, de la composición, el estilo, del tratamiento de la luz y del color, del enfoque, etc. los alumnos han plasmado su visión personal de cómo es la vida en un encierro impuesto y ante la “incertidumbre” que vivimos, que es el mayor de los temores al que se enfrenta el hombre del siglo XXI.
María del Mar Ruiz Domínguez
Vicerrectora de Comunicación y Extensión Universitaria
LOREM IPSUM DOLOR SIT AMET, CONSECTETUR ADIPISCING ELIT. MAECENAS CONGHE EROS MAGNA.
Proin sit amet pharetra magna. Donec varius eu nisi at facilisis. Vivamus nibh magna, fermentum ac nibh sit amet, euismod efficitur sem. Fusce blandit, purus sed gravida vulputate, justo quam laoreet quam, et dictum mauris arcu vitae justo.
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PIXELADOS.
TRABAJO FIN DE CURSO ALUMNAS Y ALUMNOS CURSO
AVANZADO DE LENGUAJE FOTOGRÁFICO REALIZADO
DURANTE SU CONFINAMIENTO
Idea, coordinación y diseño, Carlos de Paz
FOTÓGRAFOS PARTICIPANTES
Amable Marín
Antonio López
Antonio Segura
Antonio Yepes
Charo Padilla
Conchi Rodríguez
Fátima Martínez
Francisco Carmona
Francisco Del Águila
Inmaculada Contreras
Iván López
Joaquín Melgarejo
Jose A. Villarino
Juan Contreras
Juanjo López
Marina Rodper
Marisol González
Pedro Carrillo
Pepe Jiménez
Rosa M. López
Víctor M. Muñoz
TEXTOS
María del Mar Ruiz
Miguel Gallego
Marta Rodríguez
J. L. L. Bretones
fotos cubiertas Carlos de Paz, realizadas durante el confinamiento
© fotografías y texto, de sus autores
CURSO AVANZADO LENGUAJE FOTOGRÁFICO
ORGANIZADO POR VICERRECTORADO COMUNICACIÓN Y EXTENSIÓN UNIVERSITARIA
UNIVERSIDAD DE ALMERÍA
PIXELADOS.
TRABAJO FIN DE CURSO ALUMNAS Y ALUMNOS CURSO
AVANZADO DE LENGUAJE FOTOGRÁFICO REALIZADO
DURANTE SU CONFINAMIENTO
Idea, coordinación y diseño, Carlos de Paz
FOTÓGRAFOS PARTICIPANTES
Amable Marín
Antonio López
Antonio Segura
Antonio Yepes
Charo Padilla
Conchi Rodríguez
Fátima Martínez
Francisco Carmona
Francisco Del Águila
Inmaculada Contreras
Iván López
Joaquín Melgarejo
Jose A. Villarino
Juan Contreras
Juanjo López
Marina Rodper
Marisol González
Pedro Carrillo
Pepe Jiménez
Rosa M. López
Víctor M. Muñoz
TEXTOS
María del Mar Ruiz
Miguel Gallego
Marta Rodríguez
J. L. L. Bretones
fotos cubiertas Carlos de Paz, realizadas durante el confinamiento
© fotografías y texto, de sus autores
CURSO AVANZADO LENGUAJE FOTOGRÁFICO
ORGANIZADO POR VICERRECTORADO COMUNICACIÓN Y EXTENSIÓN UNIVERSITARIA
UNIVERSIDAD DE ALMERÍA
Veo fotos por todas partes, como cada uno de nosotros hoy en día: provienen de mi mundo, sin que yo las solicite; no son más que «imágenes», aparecen de improviso.
Gracias a la marca de algo la fotografía deja de ser cualquiera. Ese algo me ha hecho vibrar, ha provocado en mí un pequeño estre¬mecimiento, un satori, el paso de un vacío (importa poco que el referente sea irrisorio).
Barthes, la Cámara Lúcida
En 2015, con el inicio de la primera legislatura del actual Rector de la Universidad de Almería, Carmelo Rodríguez Torreblanca, desde el Vicerrectorado con competencias en Extensión Universitaria consideramos que nuestro objetivo prioritario debía ser el de dar un importante impulso a la cultura universitaria. Para ello, creamos cinco aulas de extensión (fotografía, artes escénicas, música, letras y cine) en torno a las que se diseñaban por cuatrimestres un programa de actividades dirigidas a la comunidad universitaria. Pretendíamos que la Universidad de Almería se convirtiera en un activo agente cultural de su entorno. Habíamos adquirido el compromiso de hacer visible a la Universidad mediante el diseño y desarrollo de acciones culturales con la complicidad y enriquecimiento de la sociedad civil en la que se inserta nuestra Universidad. Por ello, desde entonces, y a lo largo de estos años, nos hemos empeñado en planificar propuestas que estuvieran dirigidas no solo a la comunidad universitaria sino también a cualquier ciudadano. Propuestas que no solo han sido diseñadas por profesorado de la Universidad sino también por profesionales y especialistas que están enriqueciendo con sus cursos, talleres, exposiciones o conciertos la vida cultural universitaria.
El Aula de fotografía fue una de las cinco aulas de extensión que pusimos en funcionamiento en 2015, desde entonces se han ido sumando nuevas aulas hasta las diez que actualmente tenemos en funcionamiento (a las cinco existentes se incorporaron las aulas de artes plásticas, radio, astronomía, patrimonio y divulgación científica). Desde sus inicios, el aula de fotografía encontró una acogida muy importante por parte de la comunidad universitaria. Sus cursos muy pronto completaban plazas y la demanda de los interesados facilitó la diversificación de la oferta formativa.
El aula de fotografía oferta en cada cuatrimestre cursos y talleres de iniciación y cursos avanzados y de especialización. A lo largo de estos años hemos organizado más de 20 cursos de fotografía, 9 exposiciones, además de charlas y encuentros. Se planifican, además, exposiciones temporales de fotografía con autores tanto consagrados como jóvenes emergentes de gran calidad artística. Asimismo, también diseñamos certámenes fotográficos que repercuten directamente en la comunidad universitaria.
Pero la apuesta que realizamos desde este Vicerrectorado por la fotografía también se aprecia por la firma de convenios con otras instituciones como los firmados con el Centro Andaluz de la fotografía para la realización de actividades, entre las que destacan la publicación de catálogos de sus exposiciones o la realización de talleres en sus instalaciones.
Esta revista «Pixelados» es fruto del trabajo que se ha realizado en el Curso de lenguaje fotográfico, programado por el Aula de fotografía. «Pixelados» es el trabajo final de los alumnos que se encontraron con un curso que navegó entre lo presencial y lo virtual, fruto del confinamiento provocado por la crisis sanitaria de la covid-19. Haciendo uso de los códigos del lenguaje fotográfico, esto es, de la composición, el estilo, del tratamiento de la luz y del color, del enfoque, etc. los alumnos han plasmado su visión personal de cómo es la vida en un encierro impuesto y ante la “incertidumbre” que vivimos, que es el mayor de los temores al que se enfrenta el hombre del siglo XXI.
María del Mar Ruiz Domínguez
Vicerrectora de Comunicación y Extensión Universitaria
ARAÑAZOS EN LA NOCHE.
Mira las fotos y compruébalo tú misma. Te digo que nadie sonríe estando confinado. Todos los rostros son el mismo. Miradas perdidas proyectadas a ninguna parte. Gestos serios y circunspectos. La incertidumbre haciendo mella. Y no es para menos. Nos privaron de todo lo que teníamos. La calle. La libertad. La familia. Respirar aire puro. El sonido de las olas. La sonrisa del panadero. Porque, ¿acaso por la expresión de los ojos uno tiene que imaginarse que lo que hay al otro lado de la tela es una sonrisa? No creo. Yo no he visto en mi vida una tristeza tan agarrada al estómago. Era, eso sí, como una pena digna. Después nadie dudaba a la hora de salir al balcón a aplaudir como si le fuera la vida en ello. Y es que le iba.
Y también está lo que no se cuenta. El miedo silencioso. Si me prometes discreción, te diré que durante cuarenta días me desperté a mí misma cada noche mientras me arañaba la cara. Así, como lo oyes. Solo cuando me hacía el suficiente daño, lograba despertarme y parar. Ya no sabía cómo cortarme las uñas. Una mañana hasta se me notaban los arañazos en la mejilla. Pero luego, claro, que si lo llevo muy bien, mamá. Que si no me importa en absoluto pasar todo esto sola, ya que soy una chica empoderada e independiente. Y lo era, vaya si lo era. Hasta que apagaba la luz y volvían mis demonios. Quizá porque lo he pasado peor de lo que soy capaz de reconocer. Supongo que simplemente temía morir sola y que nadie me echase de menos hasta tiempo después. Hubo una anciana a la que le pasó. Sí, sé que a mí me quiere mucha gente que a diario me da los buenos días. Y está la hora de la última conexión al WhatSapp. Pero, ¿y necesitar ayuda y no tener a nadie al lado? ¿Se puede estar más sola estando tan conectada? Tuve hasta un momento de debilidad en que sentí que quizá debí conformarme con las migajas de atención que me daba él. Total, a eso tienden todas las historias, ¿no? ¿O eres tan ingenua que has pensado que esta vez sería distinto?
GRAVITACIONES
Lo que iba a ser, a lo sumo, no más que un caso o dos de contagio muy localizado, según los descacharrados oficiantes de la ciencia política (el sintagma cobra ahora todo su pavoroso sentido), se convirtió al final en un confinamiento de varios meses para toda la población. Un país en la mochila de la incertidumbre y el temor. También de la resignación que, como es sabido, constituye una categoría anímica ambivalente: puede experimentarse por la vía de la aceptación nihilista o de la obediencia acrítica, o bien convertirse en un estado de incierta espera hasta que los nubarrones se acaben más o menos disipando. Una especie de no-tiempo encapotado y pegajoso. Algunas de estas fotografías del Curso avanzado de lenguaje fotográfico impartido por Carlos Paz así lo muestran.
Observamos también en las imágenes una serie de barreras que obstaculizaron durante esas semanas nuestros innatos deseos expansivos. Cristales, barrotes, verjas, cierres o barandas forman el enrejado en cuyos límites internos parecen realizarse los tres tiempos de la pandemia: aceptar, obedecer y esperar. Más allá se extienden solitarias la naturaleza o la ciudad, que es otra naturaleza, pero puesta en pie por la razón. Hay quien se entrega y se refugia en la familia, unión de lazos que se anudan, bálsamo de último recurso, y hay quien dispone el atrezzo de los libros, los utensilios y las solidaridades.
En estos trabajos llama igualmente la atención la presencia de la tecnología, amparo virtual durante aquellas extrañas jornadas: pantallas, conexiones, teclados, ordenadores. Heidegger advirtió de la tendencia totalizadora de la tecnología, que acabaría envolviendo toda la realidad y normalizando ante nuestros ojos esa imposición mientras nos creemos libres. La tecnología, decía el viejo filósofo reaccionario, llegaría incluso a determinar las expresiones culturales de nuestra época: lenguaje, pensamiento, hábitos y comportamientos, arte. Esa época ya ha llegado y en momentos críticos como este hemos comprobado cómo la técnica se convierte en la tabla de salvación de unos seres humanos asediados desde el exterior y comunicados únicamente mediante las intimidades de la fibra óptica y los impulsos electrónicos. En el interior del hombre habita la verdad, aseguraba San Agustín. En el interior de los hogares cercados disimulábamos la muerte reduciéndola a cifras, a simples dígitos de pantalla: divirtiéndola, en el sentido etimológico del verbo.
Pero sobre todo está la sensación de soledad y tristeza que emanan muchas de estas fotografías. No obstante, algunos niños semisonríen. En su libro Gravitaciones el poeta Jules Supervielle hablaba de conceptos como el "vértigo exterior" y la "inmensidad interior", y de cómo esos dos espacios se combinaban en nosotros y hacían nido en nuestras angustias. En nuestra precariedad. Y tal vez sea eso lo que gravita sobre estas imágenes: la condición precaria de quienes hemos visto el ángel pasar rozando con sus alas nuestras puertas cerradas.
José Luis López Bretones
Poeta
INTERIORES Y EXTERIORES.
La memoria es caprichosa. Nuestra condición de miembros de una especie animal tecnologizada, de ex-simios enganchados a una red infinita de información, nos convierte en seres desmemoriados y rencorosos a un tiempo. Es posible que –si rebrotes del virus no lo impiden– pronto estos meses de confinamiento pasen a ser pronto un recuerdo borroso, una anomalía, en la imperfecta arquitectura de los recuerdos. Pasó todo para que no pasara nada. Un finis mundi que nunca hubiéramos sospechado desde la imaginación apocalíptica al uso, modelada por los especialistas en efectos especiales y por aquel otro impasse al principio del siglo XXI: las torres derribadas por aviones. Como en los últimos versos del poema The Hollow Men: «This is the way the world ends / Not with a bang but a whimper» («Así es como acaba el mundo, / no con una explosión sino con un gemido». El fin del mundo era estar en casa, aburrirse, mirar por la ventana, mirar pantallas, mirar a los amigos en las pantallas. Pero también el fin del mundo fue leer libros, cocinar, hablar más que nunca con los amigos, estar con los niños, inventarse cosas.
Hablo, quede claro, desde el punto de vista de un confinamiento privilegiado y sin casos cercanos de muertes o agravamientos de la enfermedad. Puedo imaginar, solo imaginar, el dolor, la rabia, la impotencia de las familias que han visto su mundo derrumbarse. Puedo imaginar el sordo estruendo de los enterramientos en soledad. Puedo imaginar el miedo de quien tiene que convivir con una bestia humana, la ansiedad del adolescente que vive el confinamiento como un castigo sin fin. Lo que me cuesta trabajo imaginar es que, cómo dice la propaganda, de esta salgamos mejores. Mejores saldríamos, creo, si fuera posible una posibilidad utópica, un sueño. Una ilusión producto, seguramente, de mi despreciable condición pequeñoburguesa e ilustrada, fruto, a buen seguro, de un pesimismo que me hace soñar con mundos que merecen la pena ser vividos. Solo confío en la fuerza del pesimismo, porque como decía Alain «La unión hace la fuerza ¿pero la fuerza de quién?»
La fotografía modela nuestra memoria, eso ya lo sabemos. Y también sabemos que, en esta era digital, también facilita el olvido. Al ver esta colección de fotos del curso dirigido por Carlos de Paz me he dado cuenta que en este periodo hemos vuelto a lo más cercano, a nuestra estantería, al cajón de los juguetes, a lo que se ve desde una ventana, al rayo de sol que cada día aparece a la misma hora, al amigo que habíamos descuidado. Entramos en un nuevo mundo, eso que sospechosamente llaman «nueva normalidad», como después de un gran experimento, después de una gran domesticación (de domus, casa). Entramos en una época, seguramente, en una época posthumana en la que está por ver qué papel va a jugar la imagen y cuál será el papel de la fotografía para construir la memoria cultural, política y personal.