Es curioso comparar las guías de setas de hace unas décadas con las actuales.
Además de los cambios de nombre de diversos géneros y especies, que exasperan a
los aficionados, llama la atención cómo en los últimos años han aparecido otros
tipos de envenenamientos, además de los «clásicos» (comentados en las
páginas anteriores).
No consideraremos aquí los problemas que surgen a veces cuando consumimos setas
comestibles (alergias, intolerancias.). Cada ser humano es diferente, y alimentos
perfectamente inocuos para la mayoría pueden provocar reacciones adversas en algunos.
Tampoco nos referiremos a los envenenamientos que pueden producirse por recolectar
setas comestibles en zonas contaminadas. Muchos hongos acumulan sustancias tóxicas
en sus paredes celulares, y su consumo puede darnos algún que otro disgusto. Aquí
nos referiremos a nuevos casos de envenenamiento por setas, incluso algunas muy
apreciadas por los gastrónomos.
Empecemos por la rabdomiolisis. En la década de 1990 ocurrieron
casos de envenenamiento en Francia, algunos de ellos mortales, atribuidos al consumo
de un Tricholoma amarillento. En concreto, se trataba de una seta considerada
excelente comestible, la seta de los caballeros
(Tricholoma equestre) , típica de pinares.
La rabdomiolisis
consiste en la destrucción de la musculatura estriada. Al cabo de 2 o 3 días se siente
dolor en las piernas y fatiga. La necrosis de las fibras musculares libera gran cantidad
de la enzima creatina cinasa, lo que ayuda a diagnosticar la enfermedad. Los riñones
también pueden verse afectados. La muerte puede ocurrir por fallo cardiaco. No hay un
tratamiento específico.
La rabdomiolisis puede deberse a muchos factores que nada tienen que ver con los
hongos. En el caso que nos ocupa, hay quien discute que la seta de los caballeros sea
realmente responsable de estas intoxicaciones. ¿Podría tratarse de una especie próxima,
o de una variedad concreta? A saber. En cualquier caso, los fallecimientos se dan en
personas que han consumido muchas setas en días sucesivos. O sea, los típicos
«atracones» de setas: cuando se recolectan muchas, hay quienes se empeñan en
consumirlas sea como sea, lo antes posible. No se lo aconsejamos.
Puesto que la génesis de esta rabdomiolisis no está del todo clara, si alguien se
decide a comer la seta de los caballeros, lo mejor es pecar de prudente: poca cantidad,
y espaciar la ingesta a lo largo del tiempo. O puestos ya, mejor no comerla. Por si
acaso, diversos países han prohibido su comercialización. Revisando la bibliografía
médica reciente, se citan casos de rabdomiolisis por el consumo de otras setas, como
Russula subnigricans.
Pasemos a otra intoxicación peculiar, conocida como acromelalgia o
eritromelalgia. Los síntomas aparecen en manos y pies, y consisten
básicamente en enrojecimiento y dolor fuerte. Fue descrita hace casi un siglo en Japón,
asociada al consumo de la seta Paralepistopsis (= Clitocybe) acromelalga.
En décadas recientes también se han dado casos en Europa; en este caso, por la ingesta de
Paralepistopsis (= Clitocybe) amoenolens.
Además del dolor y el enrojecimiento, puede experimentarse hormigueo en las
extremidades e incluso edemas (hinchazones). Los síntomas pueden persistir varios
días, incluso semanas. Por suerte, la enfermedad no afecta al aparato digestivo, el
hígado o los riñones. La toxina responsable es el ácido acromélico, que afecta al
metabolismo del triptófano. Para su tratamiento se han utilizado diversos analgésicos
e incluso el ácido nicotínico.
En general, deben guardarse ciertas precauciones cuando se recolecten setas del
género Clitocybe y similares, de aspecto embudado. Si bien hay especies
comestibles, la confusión con otras tóxicas es posible.
Pasemos a otros envenenamientos más anecdóticos; en este caso, los que afectan a
la coagulación sanguínea. Hay hongos que pueden comportarse como algunos fármacos
anticoagulantes (ej.: el Adiro, que es aspirina a baja concentración). Así, el
consumo de estas setas podría resultar beneficioso a la hora de prevenir la formación
de trombos. No obstante, su uso excesivo quizá propicie las hemorragias. Al respecto,
destaca la oreja de Judas (Auricularia auricula-judae) , frecuente en nuestros bosques y muy popular en la cocina china.
Contiene anticoagulantes con acción antiplaquetaria. Su consumo moderado puede resultar
beneficioso, pero en exceso... Cabe citar el llamado síndrome o púrpura de Szechwan,
en referencia a la comida típica de esta provincia china, que hace un gran uso de la oreja
de Judas. Su consumo excesivo causó hemorragias diversas a los clientes de algunos
restaurantes, a finales de los años 1970.
También se citan casos de setas que pueden provocar el efecto contrario, es decir, la
trombosis. Un ejemplo sería Rubroboletus (= Boletus) satanas, capaz de aglutinar
plaquetas y glóbulos rojos (aparte de los trastornos gastrointestinales, como vómitos y
diarreas, que suele causar).
Se podrían citar más casos raros de envenenamientos por setas, como el
síndrome cerebeloso por el consumo de colmenillas (mareos, falta de coordinación, temblores...), pero lo
dejaremos aquí, para no resultar prolijos.
Si a lo largo de estas páginas sobre los venenos de las setas hemos logrado asustarte...
Bien, tal era nuestra intención. Hay quien come setas sin adoptar las mínimas precauciones,
sea por inexperiencia o por insensatez, creyendo que las desgracias siempre les ocurren a
otros. Pero los hongos, como tantos otros seres, son laboratorios vivos, producto de 4000
millones de años de evolución, y su metabolismo es capaz de producir todo tipo de sustancias
químicas.
Conviene, por tanto, ser prudentes y, ante todo, sólo consumir aquellas setas que estemos
seguros de conocer, y siempre con moderación. En resumen, amigo lector: si deseas arriesgar
la vida, que sea por una causa noble, y no por comer setas.
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