Veamos otra intoxicación con periodo de latencia corto, cuyos efectos podrían
considerarse opuestos a los de la intoxicación neurovegetativa, que vimos en la
página anterior. Se trata del síndrome anticolinérgico o micoatropínico,
que también se conoce como intoxicación neurológica o incluso
borrachera por setas. Supone en torno al 3,5% de los casos de
envenenamiento por setas.
Al igual que en el síndrome sudoriano o muscarínico, las toxinas interfieren con
el normal funcionamiento de los neurotransmisores, aunque en la intoxicación neurológica
lo hacen de manera bien distinta. De hecho, sus efectos recuerdan a los del envenenamiento
por ciertas plantas solanáceas, como la belladona (Atropa belladonna).
Las sustancias responsables son el ácido iboténico y el muscimol. El
ácido
iboténico es un agonista del glutamato. Esto quiere decir que imita su efecto. Dado
que el glutamato es un aminoácido que también funciona como neurotransmisor en el sistema
nervioso central, el ácido iboténico activará los receptores del glutamato en las neuronas.
El ácido iboténico puede convertirse en neurotóxico. Activa el paso de iones de calcio
a las neuronas, matándolas y destruyendo el tejido cerebral. Los síntomas pueden variar:
el mareo, náuseas y somnolencia pueden dejar paso a euforia, amnesia e incluso sensaciones
auditivas y visuales deformadas, sensación de flotar.
Sin embargo, lo que mayormente ocurre cuando uno consume setas con alto contenido en
ácido iboténico es que esta sustancia se descarboxila y se convierte en
muscimol, que va a ser
el principal responsable de los síntomas. El muscimol es un agonista del GABA. Sin entrar en
detalles, para no cansar al lector, tiene efectos psicotrópicos. El intoxicado sufrirá
alucinaciones, euforia, confusión, algo parecido a una borrachera, estados de conciencia
alterados...
La seta más abundante y conocida que provoca estos síntomas es
Amanita muscaria , la
típica seta asociada a enanitos, gnomos, pitufos y demás seres imaginarios de los bosques
(también se la conoce como falsa oronja o matamoscas). Resulta inconfundible, con su sombrero
rojo salpicado de escamas blancas. No todas las variedades de A. muscaria poseen la misma
actividad psicotrópica. Parece ser que ésta es mayor en las del norte de Eurasia, mientras que
las mediterráneas son muy poco tóxicas. En cambio, las americanas suelen ser más venenosas.
La borrachera que causan tiende a remitir en pocas horas, y el tratamiento se reduce a vigilar
al paciente para que no haga cosas raras o se dañe a sí mismo. En su caso pueden administrarse
sedantes. La atropina está desaconsejada.
Al ser el muscimol un potente alucinógeno, las intoxicaciones debidas a la ingestión de A.
muscaria no suelan ser accidentales, sino buscadas. Sobre todo en el norte de Eurasia, desde
tiempos inmemoriales esta seta se ha empleado para conseguir estados alterados de conciencia que
permitieran acceder a otras realidades, a comunicarse con los antepasados o los espíritus, intentar
predecir el futuro... Quizá la identificación de las setas alucinógenas con ciertos ritos
precristianos sea responsable de que en ciertas zonas de Europa los hongos en general hayan sido
vistos con recelo, como si fueran algo malo o diabólico. Cuando la Iglesia intentó acabar con los
cultos anteriores, convirtiendo a los viejos dioses en demonios y a sus adoradores en brujas o
nigromantes, las setas compartieron su triste destino.
Mucho podríamos contar aquí sobre leyendas y curiosidades asociadas a A. muscaria, pero
nos saldríamos del propósito de esta página. Nos limitaremos a citar el caso de Lewis Carroll, el
autor de Alicia en el País de las Maravillas, del que algunos piensan que escribió sus
obras bajo el influjo de esta seta. ¿Seguro? Lo discutimos en una entrada del blog
(1ª parte y
2ª parte).
Amanita muscaria no es la única seta que causa este tipo de envenenamiento. Más potentes
y peligrosos son los síntomas asociados al consumo de Amanita pantherina
. Esta especie recuerda a la
anterior, aunque el sombrero es marrón en vez de rojo. El intoxicado experimentará estados de
conciencia alterados, alucinaciones, confusión, y una borrachera de índole más agresiva que con
A. muscaria. En los casos más graves puede darse una depresión neurológica, que haga
necesaria la respiración asistida. En algunos casos, la intoxicación puede ser mortal.
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