Ahora es el turno de la intoxicación neurovegetativa, también conocida
como síndrome colinérgico, muscarínico o sudoriano, que supone en torno al
5% de los casos de envenenamiento por setas.
La toxina implicada es la
muscarina. Esta sustancia imita la acción de la acetilcolina, un neurotransmisor. Pero antes de seguir, y para
comprender mejor cómo actúan ciertos venenos y drogas, conviene repasar someramente el
funcionamiento de nuestro sistema nervioso y de las células que lo componen: las neuronas.
Las neuronas no se tocan entre sí. Para que el impulso nervioso se propague, en el extremo
de la neurona (axón) se segregan unas sustancias, los neurotransmisores, que viajan por el
espacio que hay entre neuronas (sinapsis)
y son reconocidos por unas moléculas receptoras en la siguiente neurona.
Por lo general, la transmisión del impulso nervioso funciona bastante bien, pero adolece
de un punto débil: hay compuestos químicos que pueden suplantar a los neurotransmisores,
bloquear su acción o alterar la función de las moléculas receptoras. Como resultado, el
sistema nervioso puede... en fin, hacer cosas raras.
En concreto, la muscarina es una sustancia parasimpaticomimética. Activa ciertos
receptores de la acetilcolina, y el resultado es equivalente a estimular el sistema
nervioso parasimpático. Como consecuencia hay un incremento en la secreción de saliva,
sudor y lágrimas. También se da la miosis (contracción de la pupila), con la consiguiente
visión borrosa. Puede haber síntomas digestivos, pero de menor importancia. El afectado se
lleva un susto considerable, eso sí, pero por lo general la intoxicación resulta leve
(los síntomas pueden llegar a desaparecer por sí solos) y se solventa con un tratamiento
sintomático y aporte de líquidos, en su caso.
En ocasiones puede darse una bajada de tensión e incluso disminución del ritmo cardiaco
(bradicardia). En tal circunstancia puede usarse un antídoto específico, la
atropina. Los casos de
muerte son muy raros, y pueden afectar a ancianos o a personas con problemas del corazón.
La muscarina debe su nombre a que fue aislada por primera vez en
Amanita muscaria . Sin embargo, esta seta NO ES RESPONSABLE de las intoxicaciones muscarínicas.
La toxina se encuentra en dosis bajas en muchas especies de hongos. Tan sólo las que la contienen
en elevada concentración son peligrosas.
Por un lado, cabe destacar a ciertas especies del género Clitocybe; en especial,
algunas de color blanquecino, como C. rivulosa
, C. dealbata, C. phyllophila
y otras similares. Son muy comunes, aparecen tanto en bosques como en prados y pueden confundirse
con diversas especies comestibles. Hay quien, al recolectarlas, afirma que «no parecen
peligrosas». Grave error; como ya indicamos en otra página, el aspecto de una seta no nos
informa sobre su toxicidad. Si no la identificamos con seguridad, lo aconsejable es abstenerse
de consumirla.
También hay especies con un contenido elevado en muscarina dentro del género Pseudosperma,
de toda la vida conocido como Inocybe (en fin, cosas de los taxónomos...). La más notable es
Pseudosperma rimosum
(= Inocybe fastigiata). Es fácil de reconocer por su sombrero con fibrillas radiales y su
olor desagradable, espermático. Se trata de una seta abundante, que aparece en hábitats diversos.
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