Además de las pérdidas directas que causan los
hongos descomponedores ,
los granos, legumbres y frutas pueden quedar envenenados por
micotoxinas ,
sustancias tóxicas producidas por estos organismos.
Normalmente, cuando uno se encuentra con una fruta medio podrida y
cubierta de moho la desecha, pero el empleo creciente de grandes cantidades
de frutas, verduras y cereales a granel para fabricar zumos, purés, ensaladas,
alimentos infantiles, etc., donde no hay un control estricto de la calidad de
cada pieza, puede dar lugar a un incremento de las micotoxicosis en el futuro.
Hasta hace unas décadas sólo se había prestado atención a dos tipos de
envenenamiento por hongos: el causado por ingestión de setas venenosas y el
problema del ergotismo, por el cornezuelo del centeno.
La importancia de las micotoxinas empezó a apreciarse a partir de la II
Guerra Mundial, por las muertes humanas y animales que provocaron en Rusia y
otros países, tras el consumo de pan y pienso elaborados a partir de granos
mohosos; muchos caballos también murieron tras alimentarse con heno contaminado.
Pero el mayor impulso para su estudio fue la muerte en Inglaterra de numerosos
pavos que tuvieron la desgracia de ser alimentados con cacahuetes estropeados
por hongos.
A pesar de éstos y otros casos, el principal problema no estriba en las
intoxicaciones agudas, sino en la lenta acumulación de toxinas en los
organismos humanos y animales por la ingestión de pequeñas dosis (toxicidad
crónica).
Las principales micotoxinas son:
- Aflatoxinas: Descubiertas en Aspergillus flavus, aunque también
son producidas por otras especies del género. Aparecen en granos y legumbres.
Pueden mantener su capacidad tóxica tras ser ingeridas por el ganado, y aparecer en
la leche. Los daños varían mucho según la raza de hongo y el animal afectado, pero
el más frecuente es el cáncer de hígado. Las aves y otros animales pequeños pueden
morir rápidamente. Las aflatoxinas pueden ser usadas como armas químicas por algunos
países (Iraq fue acusado de almacenarlas con ese fin, entre otros productos de guerra
biológica y química).
- Toxinas de Fusarium: Son frecuentes en el maíz. La zearalenona
causa en los cerdos el síndrome estrogénico, que consiste en anormalidades y degeneración
del sistema reproductor (vulvas hinchadas, ovarios atrofiados y abortos en las hembras;
atrofia de testículos e hinchazón en las mamas en los machos). Los tricotecenos
(como la vomitoxina) son aún más venenosos para el ganado porcino, causándole
degeneración celular, diarrea, hemorragias y la muerte. Parece que los cerdos tienden a
vomitar el maíz contaminado con Fusarium, cosa muy comprensible. Las fumonisinas,
producidas por F. moniliforme en maíz, provocan daños cerebrales en los caballos (y
edemas pulmonares en cerdos, cáncer de hígado en ratas, cáncer de esófago en humanos...).
- Toxinas de Stachybotrys: Se dan en cereales, heno, forraje, paja... Los
síntomas son hemorragias y necrosis en diversos órganos. Incluso el humo producido al quemar
paja contaminada puede causar dermatitis y conjuntivitis.
- Ocratoxinas: Son producidas por Penicillium y Aspergillus. Provocan
degeneración y necrosis de hígado y riñones. Parece que pueden pasar a través de la cadena
alimenticia hasta llegar a los humanos.
- Citrinina: Descubierta en Penicillium citrinum, aunque es producida por
otras especies de Penicillium y Aspergillus. De ellas, algunas se utilizan
para preparar diversos alimentos (Penicillium camemberti, Aspergillus oryzae...).
Funciona como una nefrotoxina. Aún no se conoce bien cómo afecta a la salud humana.
- Toxinas del "arroz amarillo": Son producidas por especies de Penicillium
que crecen sobre cereales almacenados, e incluso sobre pescado seco. Destacan la
citreoviridina, la citrinina y la luteoskirina. Causan beri-beri
cardíaco, problemas nerviosos y circulatorios, y degeneración de hígado y riñones.
- Toxinas tremorgénicas: Producidas por Penicillium y Aspergillus
que crecen en cereales. Provocan temblores y un exceso de orina (y convulsiones y muerte),
sobre todo en ovejas, caballos y vacas.
- Patulina: La producen Penicillium, Aspergillus y Paecilomyces
que crecen en la fruta. Por tanto, se pueden encontrar en zumos, productos de pastelería
derivados de la manzana y cosas similares. Es cancerígena y también causa edemas y hemorragias
en cerebro y pulmones, lesiones renales y parálisis en los nervios motores.
- Alcaloides ergóticos: Las toxinas del cornezuelo
del centeno fueron comentadas al tratar ese hongo.
Los métodos para evitar micotoxicosis son simples: evitar que el
material vegetal se eche a perder por el ataque de hongos (y, de paso,
por bacterias, que también pueden producir sus propias toxinas).
Otras toxinas producidas por hongos, como las que se encuentran en
las setas venenosas, fueron tratadas aquí.
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